[4 VOLUMENES]
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Hablar
de agricultura en la historia de una concentración urbana podría parecer una paradoja. En el caso de Santa
Cruz no sólo se puede, sino que se
debe hablar. No sólo la ciudad es el emporio comercial de una isla cuya economía tradicional se ha fundado en la producción agropecuaria, sino que el carácter
agrícola de la población se ha
prolongado hasta muy cerca de nuestros tiempos, en lo que se refiere a
la zona urbana, y sigue siendo el signo distintivo de toda la zona rural del término municipal.
Dentro del casco de la población, los cultivos se hacían antiguamente
en zonas muy diseminadas, aprovechando las parcelas de terreno
que se conservaban alrededor de las casas. Con excepción de las calles más céntricas, el aspecto del lugar
debió de ser hasta después de 1800 el
de una zona rural intensamente poblada y cultivada, sobre la base de la explotación de tipo familiar. De una manera más intensiva se sacaba provecho de las huertas,
verdaderas fincas agrícolas que se habían quedado enclavadas dentro del casco
urbano y cuyos últimos restos aún no han acabado de morir. De estas huertas, que cubrían casi todo el solar comprendido
entre Santa Rita (Viera y Clavijo),
el Camino de los Coches (Rambla) y la calle de Santiago, poco sabemos. Algunas se han urbanizado rápidamente: así, por ejemplo, las que daban a la parte alta de
la calle del Castillo, a la calle Robayna o al camino de La Laguna;
mientras que otras han desaparecido por
pedazos, y han resistido hasta hace menos de veinte años.
(5,34 %), y la patata, el 7,5 %, con una extensión igual a la que se dedica al mismo cultivo en Candelaria 23.
En
el conjunto, la ayuda o el estímulo a la agricultura han sido insuficientes. Los poderes públicos quisieron
fomentar el progreso de este
importante ramo de la producción, pero la eficacia de sus medidas y proyectos quedó en entredicho por culpa
de su misma inestabilidad. En 1820 se había dispuesto la formación de una comisión
de Agricultura, que no se formó 24. En 1856 se quiso formar un banco para la agricultura, cuyo proyecto quedó
reducido a una Junta de Agricultura 25.
A ésta se le sugirió la utilidad de una escuela de agricultura en 1861 26, y el resultado
fue, en 1906, la creación de una granja
agrícola que efectivamente dio buenos resultados 27. Otra medida positiva fue la ley de fomento de agricultura
en 3 de junio de 1875, que acordaba
ciertos beneficios a las personas que roturaban y cultivaban tierras yermas. Se
acogieron a este beneficio, en el término
de Santa Cruz, numerosos cultivadores, gracias a cuya actividad se pusieron en cultivo muchas tierras
yermas, sobre todo en la zona sur de
la ciudad 28. Pero desde un punto de vista más general, la
agricultura tinerfeña se desarrolla dentro de sus cauces tradicionales, con
las modificaciones que imponen, por una parte, las necesidades del mercado y, por la otra, la iniciativa
particular y el éxito de algunos
cultivos especiales inéditos.
La
caña de azúcar, primer producto tradicional de la agricultura canaria, sobrevive penosamente a lo largo del
siglo XIX. En 1886 subsisten aún dos trapiches en Güímar; es precisamente
el año en que se autoriza la libre
introducción del azúcar canario en España 29. Esta libertad era más bien un reconocimiento
postumo, porque en 1886 Canarias era
importadora de azúcar. Precisamente de ahí venían las dificultades: la Hacienda suponía que los canarios aprovecharían
su franquicia para introducir en las islas azúcar extranjero y traerlo a España como producto local. Hubo muchas
controversias acerca de estas sospechas; no valía la pena airearlas, porque la
exportación de azúcar canario a España no tenía interés y otras concesiones y
libertades, tales como la del tabaco, hubieran ayudado mejor la economía local.
La
producción de cereales era tradicionalmente deficiente en Canarias. Esta
situación se ha mantenido, cuando no se ha agravado. En 1920 la producción canaria era de 264.000 quintales métricos de
trigo, frente a unas necesidades de 800.100 quintales 30. El cultivo
es de escaso rendimiento y en franca decadencia por la falta de
aliciente […]
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