PROLOGO
¿Por qué "ahora" un libro sobre la
patología osteo-articular de los
aborígenes de Cañarías?
Quizás sea la primera pregunta que se puede hacer el
amable lector, que hojee estas pocas
páginas de este prólogo, que debe estar destinado principalmente para no ser
leído, pues no es importante ni pretende serlo.
Los actuales habitantes de Canarias, son un pueblo
joven, si con eso se quiere entender que
proceden en buena parte de esos aborígenes, que hace escasamente 500 años poblaban las islas. Es difícil saber su número, por su nomadismo y trashumancia
dentro de cada isla, pero se
puede aventurar el número de unos 40.000 en todo el Archipiélago al comienzo del siglo XVI.
En escasas veinte generaciones, contando los venidos
defuera y la continuay sangrante
emigración hacia América, podemos calcular que en esta década defines del siglo XX, se aproximen a 1.600.000, es decir, que en cinco
siglos, en veinte generaciones, los canarios se han multiplicado por 40.
Reflexionaba hace unos años, preguntándome: pero los
canarios ¿quiénes somos?
Etimológicamente parece no ofrecer ninguna duda: los
canarios seríamos... los oriundos de las Islas Canarias. Pero, como tantas veces ocurre, "los árboles no nos dejan ver el
bosque ". ¿A qué origen podríamos
referirnos?
¿Al remoto de los guanches del Cro-Magnon o la otra
raza de mediterranoides, a los
castellanos de la conquista, o a andaluces, lusitanos y extremeños que los acompañaron? ¿Quizá a
vascos, catalanes,
gallegos y asturianos que en sucesivas oleadas, durante la inmediata colonización americana, decidieron por diversas
circunstancias terminar su aventura en
estas islas? ¿ O nos tendríamos que referir también a dispares nacionalidades y razas, como holandeses e
italianos, judíos o malteses, portugueses, franceses e ingleses, que se
sintieron atraídos o necesitados de las
florecientes rutas comerciales isleñas? ¿ O al origen, por último, de los miles de peninsulares,
funcionarios civiles y militares, técnicos y obreros cualificados, comerciantes o vendedores ambulantes, soldados que no regresaron al finalizar su
servicio militar, que a lo largo y ancho
de este siglo han aumentado deforma importante y estable la demografía regional. ¿Cuándo aceptaríamos
la denominación de oriundos en tercera, en segunda o en primera generación?
Y si por el contrario los consideramos como
residentes, moradores o vecinos de las Islas ("no se es de donde se nace,
sino de donde se pace ", según dicho popular), ¿a partir de cuántos años
se les daría digamos la "titulación"? ¿Dos,
cuatro, diez o más años...? Desde otros
aspectos, ¿es que podemos aseverar con certeza que son "más" canarios los que sus antecesores se pierden en la
bruma de la conquista que los que han
nacido aquí en esta generación? ¿O los que entre los primeros se desentendieron por traslado u otras
causas de su tierra natal frente a
los últimos arraigados deforma definitiva?
Ambos enfoques son ciertos, aunque existe una
tercera dimensión, además de una
genética de mayor o menor pureza o de la de simple morador en lejana o cercana época, y es la vivencial de ser canario. Nuestro entorno insular, de relativa
dimensión, de tal modo que en nuestro
cotidiano quehacer, azul, verde y marrón, la montaña y el mar, nos envuelven permanentemente, estemos en la
ciudad o en el campo, en nuestras
casas o en el trabajo, y el clima suave, nos invita y obliga aún más a esta convivencia, a esta
identificación con la Naturaleza.
Además, nuestras costumbres y el lenguaje, la alimentación y el folklore son sencillos, porque en definitiva el ser
canario es una geovivencia íntima,
pero simultáneamente comunitaria.
El ser canario es
identificarse poco apoco con todo ello y luego
dejarse llevar por su íntima cadencia, al mismo tiempo que estar dispuesto
a desarrollar y defender esta comunidad, abierta permanentemente, como la Historia lo ha demostrado, a la
amistad, convivencia y laboriosidad.
Situados ya en el complejo concepto de la
"canariedad" es fácil
comprender la razón de un libro de investigación, como el que el lector tiene en sus manos, en busca de huellas
claras de nuestros antepasados que,
valoraciones psico-bio-sociales, sitúan su presencia en un 66% por lo menos, del pueblo canario actual.
Las huellas de un pueblo desaparecido como tal, se
buscan en la paleontología, y en las
múltiples ramas de esa ciencia que estudia el pasado lejano, destaca la paleopatología, que aborda las enfermedades que padeció un determinado grupo humano. Al
pasar el tiempo, quedan signos
imperecederos en sus restos, en sus esqueletos, material muy abundante en nuestro medio, dado las escasas
centurias que nos separan de ese
habitat aborigen.
Por eso, el estudio de lapatología osteo-articular,
es tanfiínda-mental en la
paleopatología, y nadie mejor para abordarlo que un doctor en Medicina y especialista en las
enfermedades óseas, tanto infecciosas,
tumorales, metabólicas como traumatológicas, que además es un antropólogo y gran historiador de nuestro
pueblo, como Carlos García
García.
Este campo científico ha sido hasta la fecha
escasamente abordado con rigor,
solamente se puede citar, a los Drs: Verneau, Chil, Bethencourt Alfonso, Bosch Millares, Diego Cuscoy y
Schwidetzky.
La investigación de Carlos García García, con gran amplitud
de material, estudio
estadístico serio, claridad expositiva y gran respeto a la objetividad, llena un gran vacío y aporta
además nuevos conocimientos que
no se circunscriben solamente sobre lapatología del "guanche ", sino también sobre
aspectos de su "habitat "y sobre las costumbres de nuestros antepasados insulares.
Destaca la comprobación por las huellas óseas, que las extremidades inferiores, muy desarrolladas, eran el arma
poderosa de su propia
supervivencia ya que, por la necesidad de la trashumanciay lo accidentado del terreno, el desarrollo muscular era
básico.
Por último, los datos sobre la alimentación
equilibrada y la ausencia de
patología ósea atribuible a la lepra y sífilis, rubrican la brillantez del estudio.
Después de la lectura de este libro de
investigación, me siento más canario
que antes, independiente de ser morador o con escasos signos genéticos, lo soy vivencialmente, que a la
postre significa seguir trabajando con
ilusión en defensa de esta Comunidad Atlántica.
Victoriano Ríos Pérez
Presidente del
Parlamento de Canarias
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