[2 Tomos]
Las
circunstancias obligan, en muchas ocasiones, a que la tarea de seleccionar
material literario y datos biográficos de un autor sea realizada por los familiares
(hijos, casi siempre) pues el tiempo y atención que reclaman es difícilmente
asumible por profesionales y críticos que suelen estar muy ocupados.
Así,
esa labor se efectúa con mucho detenimiento, con sumo interés, pero, al coger
el bolígrafo para hablar de Ángel Acosta me doy cuenta de cuan arduo resulta
escribir de lo que se conoce mejor.
Si
la abstracción admirativa hacia este creador es mi adlátere inflexible en las
caminatas solitarias, en los días laboriosos y en la noche de vigilia; si un
hombre ha sido, además, no ya el motivo para lecturas amenas, sino el amigo; si
se ha conseguido entrar en su psique, atisbando en lo hondo de su razón en todos
los momentos de su actividad; y si se ha formado parte de su amor como huésped
deseado y mimado, entonces, a la calma del constructor de etapas sucede
la cortedad y el titubeo de quien conoce todas las caras de la evidencia.
Se
hace la empresa espinosa, amalgamándose la información objetiva de primera mano con
una turbación íntima, negando la sinopsis eficaz; necesariamente matiza y
limita la exposición de unos hechos, de unas vivencias, de una semblanza; tal es el caso presente. Pero también es evidente
que, en otro aspecto, se enriquece.
Recopilo
notas del poeta Ángel Acosta Hernández, mi padre, elijo originales,
esbozo el glose, pero a la suma de fechas, composiciones inéditas e hitos
vitales añado cariño, respeto y la absoluta certidumbre de divulgar su valía.
Entrego la función
critica y la exégesis sobre la obra literaria de este artista, desde ahora y con alternancia, principalmente a sus compañeros
en las letras, a críticos de relieve, a sus amigos, al autor mismo.
Es probable
que algunos datos biográficos nos ayuden a delimitar el perfil de este
poeta. A menudo no hacen sino correr paralelos al viaje que emprende en sus creaciones, pudiendo aseverarse
que su vida estuvo a la altura de su labor literaria y que una y otra
se encuentran, efectivamente, tan íntimamente
urdidas que es imposible desflecarlas. Fue un hombre que tomó su trabajo creador tan en serio como su vida
anímica y sus deberes profesionales.
Su padre, Guillermo Acosta Fuentes, oriundo de
Tacoronte, Tenerife, es destinado a
Casillas del Ángel, Fuerteventura. «Me contaron luego que cierta vez llegó al pueblecillo un maestro joven, 19
años, que al fin lo llevó al matrimonio
aquella muchacha placentera entre tres hermanas...». Su madre, Francisca
Hernández Velázquez.
Ángel Acosta nace
allí en 1900.
... «La época de niñez, que puede definirse en el
hogar como imperio de la luz de vela
y toda su seducción familiar», al decir de Acosta transcurre «por el pueblo humilde» y rodeado del «paisaje
iluminado» —títulos de dos novelas suyas,
remembranzas espléndidas de aquellos años— de la isla, que marcan su psiquis de
una especial mesura, de una humilde altivez, mezclada un tanto con la introversión.
De su isla natal,
posee la evocación y dice:
«Monólogo del
pueblo vehemente:
Soy yo viajeros
míos. Os hablo desde mis sagrados montículos nada
ciegos y
nada silenciosos, pues que para algo alimento alguna vena de agua reflejadora,
mucho cristal partido de antiguas botellas y mi población alta de campanas (amapolas),
cuyo repicar continuo vosotros no sabéis gozar».
«Yo,
el pueblo, que saluda desde sus mayores cumbres, vergonzosas de entenderse
enanas en demasía ante sus algo distanciadas compañeras. Tomad
en las retinas mis casucas y granjas, mi única torre, algunos molinos sin
parar. ¿Poca cosa? Recojan los viajeros algunos barrancos también. Son surcos
extraordinarios que abrió algún labrador poco contento en días de algún recuerdo, al ser
nuevecitos los siglos más viejos»l.
«Y
tomaré ahora de través, cuesta arriba, por en medio del barranco seco, con rirreo de
grillos y plantío de piedras. ¡Cómo parecen llorar esos morales de la orilla!2.
«Me callo. Antes me
estaba acordando de Anita, su hermana, y él me distrajo. ¿En dónde quedé? ¡Ah, sí!» Tiene unas manos chiquitas... Menos
que las mías. Claro. Ella no trae
agua ni andará con el burro. Y más limpias; pero digo yo: ¿es que las niñas no
juegan con el barro y la hierba? Dentro de un rato habrá salido de su escuela y
vendrá a comer. Uvas, uvas... Trayendo su
traje azul y los zapatos abrochados a un lado. Me gustan sus zapatos... Me
gusta el vestido... Me gusta Anita.. .»3.
Todavía
niño, la familia se traslada a Las Palmas, más tarde a Tacoron-te y Santa Cruz de
Tenerife; aquí estudiará bachillerato.
De
su isla de adopción: («estampas imborrables del Tacoronte infantil, aguadas
fiestas de Santa Catalina con el dulzor del buen turrón en los labios,
escapadas al barranco de Guayonje, cohetería del Cristo y siempre la escuela, la querida
escuela del siempre querido padre como el mejor norte y guía de su vida»)4.
«Bienquerida ciudad, campo dichoso que eres aún
andanza del abuelo, recato de mujer ante el paisaje, reciedumbre en el torso del labriego».
1 De la novela
poemática Mujerío. Publicada en enero de 1935, con ilustraciones de A.
Fariña. Sta. Cruz de Tenerife.
Fariña. Sta. Cruz de Tenerife.
2 De
la novela corta Por el pueblo humilde. Publicada por Novelistas
Canarios, tras un
concurso, con ilustraciones de Juan Ismael. Sta. Cruz de Tenerife, 1-1-1929.
concurso, con ilustraciones de Juan Ismael. Sta. Cruz de Tenerife, 1-1-1929.
3 De la novela corta El paisaje iluminado. Publicada en la
revista madrileña Blanco y ne
gro, tras un concurso. Ilustrada, Madrid, 1931.
gro, tras un concurso. Ilustrada, Madrid, 1931.
4 Del artículo «Desde la otra vertiente». De Alfonso
García Ramos. En La Tarde. Sta.
Cruz de Tenerife, 22-11-1971. […]
Cruz de Tenerife, 22-11-1971. […]
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