Prólogo
No es ningún secreto para quienes nos hemos
adentrado
en el pasado de Garachico, particularmente a través de la riqueza de sus protocolos notariales, la enorme
importancia que el estudio del mismo, sobre todo durante los siglos
XVI y XVII, puede aportar
para un mejor conocimiento de la historia de
Canarias. Una de las sorpresas que la
investigación de esta época depara a quienes se sumergen en el mar documental de este pequeño puerto, es el mundo
por descubrir que aún resta para siquiera realizar un bosquejo o aproximación a
la historia de este lugar, tan
interconectado con otros espacios, algunos lejanos, habida cuenta del
relevante papel que su élite social y económica jugó en el control financiero del archipiélago en estrecha conexión con una burguesía
mercantil foránea, en parte residente en Garachico, que movía los hilos del comercio atlántico.
Ese inicial asombro está justificado por la errónea
creencia de que sobre Garachico ya está todo dicho y escrito. Y es
verdad que podemos llenar anaqueles con
libros y folletos variopintos acerca de esta localidad, pero una mirada pausada
y rigurosa pronto descubre una fronda superflua de refritos retóricos y nostálgicos, aferrados a dos o tres ideas
ancladas en una historiografía rancia
a la que -lo que es peor- no se aporta prácticamente
nada. Uno de los espectáculos más lastimosos acerca de la reconstrucción histórica
de un territorio es comprobar el círculo vicioso, repetitivo, de frases
hechas, empalagosas y huérfanas de raciocinio y de apoyo probatorio, salpicadas aquí y allá con algún que otro pequeño acontecimiento que rellene las inmensas lagunas
que no se osan esclarecer, ni apenas
nombrar. En suma, la literatura, y no precisamente la mejor, ha ahogado lo que podía haber sido una
floreciente historiografía sobre Garachico, que por más de un motivo
podía haber arrojado luz sobre muchas cuestiones generales del pasado de
Canarias. [´´]
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