viernes, 16 de agosto de 2013

ESTUDIOS DE DERECHO ADMINISTRATIVO ESPECIAL CANARIO





En 1965, hace justo treinta largos años, empezó a reunirse periódicamente en el Seminario de Derecho Administrativo de la Universidad de La Laguna —un despacho lóbrego, amueblado al estilo de las covachuelas burocráticas de antaño— un grupo de per­sonas que en común, tenían la afición al Derecho y a la experiencia administrativa. Cada quince días pasaban una tarde juntos, sin ánimo de conspirar ni de arreglar España, sino, mucho más modes­tamente, con el de discutir ordenadamente los problemas básicos de las Islas Canarias. Ningún resultado concreto esperaban de su esfuerzo y tenacidad. Nadie les había encargado nada, ni ellos esta­ban dispuestos a ofrecer a las «autoridades» —y mucho menos a vender— sus reflexiones. Se trataba sencillamente de «hacer algo» en unos momentos en los que, fuera de los canales oficiales, cual­quier iniciativa estaba condenada, no ya al fracaso, sino al silencio. El destino ha querido, sin embargo, que este puñado de entusiastas haya pasado a ocupar un puesto, tan pequeño como digno, en la historia —cuando no en la leyenda— de la Universidad de La Laguna, del Cabildo Insular de Tenerife y, casi, casi, de Canarias. Fueron el ejemplo vivo de lo que se puede hacer desde las catacum­bas en períodos en los que nada se pretende intentar en la superfi­cie; de lo que valen las ilusiones, por muy modestas que sean, cuando son honestas; del pulso que late en el cuerpo semicomatoso de una Universidad; de la sensibilidad de una sociedad insoborna­blemente liberal, como siempre ha sido la tinerfeña.
1.          La reimpresión de este volumen —en homenaje a D. Alon­
so Fernández del Castillo con ocasión de su jubilación funcionarial.
que no intelectual— ofrece hoy la oportunidad de recordar cieñas
cosas que todavía viven en la memoria de viejos, y aún de los que
no lo son: pero que muy pronto se convertirán en materiales muer­
tos de una tesis doctoral.
2.          Ya que entonces no lo hacíamos, me permito ahora pasar
lista de asistentes aunque varios no puedan contestarme y su silen­
cio y recuerdo nos apriete el corazón a todos. […]

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