En 1965, hace justo treinta largos años, empezó a
reunirse periódicamente en el Seminario
de Derecho Administrativo de la
Universidad de La
Laguna —un despacho lóbrego, amueblado al estilo de las covachuelas burocráticas de antaño— un
grupo de personas que en común, tenían la afición al Derecho y a la
experiencia administrativa. Cada quince días
pasaban una tarde juntos, sin ánimo de conspirar
ni de arreglar España, sino, mucho más modestamente, con el
de discutir ordenadamente los problemas básicos de las Islas Canarias. Ningún resultado concreto esperaban de su esfuerzo y tenacidad. Nadie les había
encargado nada, ni ellos estaban
dispuestos a ofrecer a las «autoridades» —y mucho menos a vender— sus
reflexiones. Se trataba sencillamente de «hacer algo» en unos momentos en los
que, fuera de los canales oficiales, cualquier iniciativa estaba condenada, no ya al fracaso, sino al silencio. El destino ha querido, sin embargo, que este
puñado de entusiastas haya pasado a ocupar un puesto, tan pequeño como digno,
en la historia —cuando no en la
leyenda— de la Universidad
de La Laguna,
del Cabildo Insular de Tenerife y, casi, casi, de Canarias. Fueron el ejemplo
vivo de lo que se puede hacer desde las catacumbas en períodos en los que nada se pretende intentar
en la superficie; de lo que valen
las ilusiones, por muy modestas que sean, cuando son honestas; del pulso que late en el cuerpo semicomatoso de una
Universidad; de la sensibilidad de una sociedad insobornablemente liberal,
como siempre ha sido la tinerfeña.
1.
La reimpresión de
este volumen —en homenaje a D. Alon
so Fernández del Castillo con ocasión de su jubilación funcionarial.
que no intelectual— ofrece hoy la oportunidad de recordar cieñas
cosas que todavía viven en la memoria de viejos, y aún de los que
no lo son: pero que muy pronto se convertirán en materiales muer
tos de una tesis doctoral.
so Fernández del Castillo con ocasión de su jubilación funcionarial.
que no intelectual— ofrece hoy la oportunidad de recordar cieñas
cosas que todavía viven en la memoria de viejos, y aún de los que
no lo son: pero que muy pronto se convertirán en materiales muer
tos de una tesis doctoral.
2.
Ya que entonces no
lo hacíamos, me permito ahora pasar
lista de asistentes aunque varios no puedan contestarme y su silen
cio y recuerdo nos apriete el corazón a todos. […]
lista de asistentes aunque varios no puedan contestarme y su silen
cio y recuerdo nos apriete el corazón a todos. […]
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