PRÓLOGO
Gamo esas hojas, que caen, melancólicas y amarillas,
en el otoño, también del árbol de mi vida, se han
desprendido estos recuerdos, que fueron publicados, domingo
tras domingo, en las acogedoras páginas del
"Diario de Avisos", de
esta capital.
Ahora, y para evitar que el viento de cada día, los esparza y desvanezca, he seleccionado muchos de
ellos, atenta mi memoria, primordialmente a personas que
vivieron, y a hechos que ocurrieron en
Canarias, porque en esta tierra
transcurrió la mayor y mejor parte de mi carrera profesional, y aquí es donde —espero— culmine, definitivamente, mi existencia.
Son retazos de mi alma, expuestos con un acento
lírico, no muy común en un hombre de
leyes, y cuyo acento he preferido,
impulsado, no sólo por una oculta y frustrada vocación,
sino porque estimo que la dura y fría realidad del
acontecer jurídico, debía de ir envuelta, con palabras que lleguen al corazón de quien las lea.
Aquí, pues, va el ayer, cada vez más lejano, unido a
la serena confianza en nuestro común mañana.
Porque, como dijera con sobrada emoción,
don Miguel de Una-muno, "quien no tiene
recuerdos, no tiene esperanzas".
josé Luis sánchez
parodi
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