AGUSTÍN MILLARES
CARLO, UN HISTORIADOR DE BASE
Me pide el amigo José Antonio Moreiro unas cuartillas introductorias a su importante libro sobre don
Agustín Millares, a lo que me pongo
sobre la marcha con el mayor entusiasmo. ¿Cómo
no sentir entusiasmo ante algo que, directamente
o indirectamente, se refiera a un hombre tan entusiasta como don Agustín? Y más si ese algo está referido a un libro, cuando sobre documentos y libros
descansa la prodigiosa obra y vida de este
inolvidable maestro y polígrafo grancanario.
El libro que tiene el autor entre las manos, ante
los ojos, está dedicado a desentrañar la
vida y la obra de un hombre esencialmente bueno y sabio simultáneamente. Se
trata de uno de esos hombres que producen estos peñascos en
medio del Océano con una relativa, y hasta
con cierta frecuencia. Silenciaré ahora nombres, porque la relación nos
llevaría a una teoría de nombres.
El mérito principal del autor es haber dedicado su
esfuerzo a resucitar una vida, que hasta
ahora carecía de una imprescindible
biografía, sin rebajar por esto mérito a los estudios que le dedicaran el profesor Lino Vaz Araujo o María Pescador, donde domina el factor
bibliográfico.
La lectura de este nuevo estudio nos enseña una
cantidad ingente de noticias sobre su
biografiado, pero mérito esencial es que
paralelamente origina una serie de reflexiones. Pero antes de comentar alguna, estimo conveniente trazar una breve presentación de Moreiro.
EL AUTOR
¿Quién es José Antonio Moreiro? Es un leonés de
nación pero grancanario de vocación y
entrañable admirador de la personalidad y obra del maestro. Le conocí en el
Centro de la UNED, como tutor de Paleografía y Diplomática, y más tarde tuvo la fortuna de disfrutar una beca en el
Seminario Millares Cario del mismo Centro de la Universidad a Distancia, donde permanece depositado el legado de sus
papeles y libros, lo que le permitió
profundizar hasta las raíces.
Destaca en este joven autor lo polifacético de su
formación y la variedad de su temprana
obra y quehaceres intelectuales. Ello
explica que haya entendido muy bien una personalidad tan
compleja y autora de una obra inmensa, tocante a campos tan diversos aunque profundamente entramados.
Maestro —más que profesor de EGB— desde 1974, licenciado y doctor en Geografía e Historia por la
UNED, ha desempeñado como tutor las tutorías correspondientes a materias referentes a Historia del Arte en el
Centro de la misma Universidad en Las
Palmas. Desde 1986, en que pasa al Departamento de Periodismo III de la Facultad
de Ciencias de la Información de la
Universidad Complutense, donde ha
impartido cursos como Documentación y Fundamentos y metodología del
resumen científico, que hubieran sido tan caros a Millares. La
prédica docente le ha llevado a impartir
cursos breves sobre materias de su especialidad por toda la geografía
nacional y a pronunciar múltiples conferencias.
Su capacidad de organización le ha conducido
al desempeño de la jefatura de redacción de la revista Documentación de las Ciencias de la Información, y a la dirección del Boletín Millares Cario, órgano del Seminario. Cuatro trabajos sobre temas artísticos leoneses, su tierra
de origen, media docena referentes a su actual profesión de documentalista y comunicador, así como una decena de
contribuciones científicas en revistas de
prestigio sobre la figura de don Agustín, que
de alguna manera se ven recogidos en el libro.
Este es, en síntesis, su curriculum, denso
para su edad y presagio de una carrera docente y publicística de amplios
horizontes. Así lo esperamos de su capacidad, vocación y espíritu
inquieto, del que no es muestra menor el presente libro.
Ahora, por razones de coherencia, debiera pasar a
describir cómo estas condiciones se
reflejan en su obra, pero lo omitiré con la esperanza de que el
lector las descubra por su cuenta a lo
largo de las páginas del libro y del tratamiento que en él otorga a la figura y personalidad de nuestro maestro.
RETRATO DE DON AGUSTÍN
Yo que tuve la suerte de gozar con algún trato y
creo haberlo conocido bastante bien, coincido con
Moreiro al contemplar a Millares como hombre comunicativo, extrovertido, grandote, de tez muy clara, ojos de un
intenso azul, frente despejada, sonrisa franca
y amplia, dotado de un fino sentido del
humor, no carente de aguda ironía. A la ve.z, modesto y cordial, emotivo y nostálgico, profundo amigo de sus amigos; en fin, un hombre bueno, un
caballero sin tacha, que despertaba súbitamente en el otro una enorme simpatía,
que saltaba a la \i. ta, cuando sin proponérselo, llevaba la batuta en las
tertulias, con las que tanto disfrutaba.[…]
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