PROLOGO
En un momento en que los temas de la obligatoriedad
y duración del servicio militar están sobre el tapete, quizá impulsados por una
distensión internacional creciente, y la mayor conciencia de
los ciudadanos de su derecho a decidir
libremente cada uno su propia vida, el que José Manuel Castellano haya
realizado su tesina de Licenciatura sobre los Quintos y los Prófugos de Canarias, es de agradecer; y más el
que haya elegido el período que va
desde la implantación del servicio obligatorio en las islas hasta la Guerra Civil, pues la lejanía, permite el
acercamiento a un tema actualmente algo crispado, con el desapasionamiento y
frialdad que requiere el método científico.
Y ello no obsta para que el tema de fondo siga
teniendo interés, porque el gran
problema humano que significa la existencia del soldado forzoso, siempre fue el mismo: la contradicción entre la
obligación impuesta y el deseo de libertad, que ha dado
lugar a lo largo de la historia a los endémicos problemas de la indisciplina, los prófugos y los desertores, etc... Por
Geofrey Parker y otros estudiosos,
sabemos que frente a la leyenda de la disciplina de los Tercios de Flandes, a que dio pie el conocido verso de Calderón: "aquí
la más principal hazaña es obedecer", en aquellas unidades los motines
estaban al orden del día. Análogamente, la tentación de la deserción ha sido
constante en todos los tiempos y a veces los soldados recién reclutados eran conducidos custodiados. El combate integrado
en apretados grupos, desde las
falanges griegas a los cuadros del siglo XVIII, evidentemente causaba un gran impacto al enemigo, pero que duda cabe, que también disuadía
de la cobardía, que a veces, y aquí la historia se mezcla con la leyenda, hacía que combatientes forzosos fueran
encadenados, como los que se dice dieron
origen a las cadenas del escudo de Navarra. Asimismo, se cuenta que los
cordones y clavos, que aún lucen nuestros cadetes, y que los llevan rojos porque
se tiñeron de sangre, recuerdan unos combatientes de las guerras de Flandes, atados al suelo con cuerdas y piquetes que
les impedían retroceder. […]
13
No hay comentarios:
Publicar un comentario