ESTE
libro no es propiamente una biografía de Juan (Rodríguez
Doreste, sino una aproximación a la misma, ly
de ahí su título. No ha transcurrido aún desde su muerte el tiempo necesario para abordar el compromiso
con la perspectiva que exige el género biográfico, sobre todo lo que atañe no tanto a la búsqueda de fuentes, como
al contraste de las mismas, que es tarea propia de historiadores. El
reto ante el que se nos puso fue tentador, y de ahí que hayamos sucumbido a la tentación, por otra parte
gratificante en la medida que nos ha
permitido profundizar en la personalidad de uno de los hombres más
representativos de un acontecer colectivo a
lo largo de casi noventa años de este siglo.
Ligado a mi
biografía personal (como se patentiza desde las primeras líneas que siguen a éstas), Juan Rodríguez Doreste, por su obra escrita y por su vida toda, merece un
estudio más amplio y profundo que yo
he tratado nada más que iniciar, siguiendo
la invitación de aportar mi trabajo al conjunto de otros con el que se trata, en primera instancia,
de que no se pierda en el tiempo la
memoria de una generación de escritores y artistas canarios profundamente
relacionados entre sí e íntimamente
adscritos al devenir de la cultura europea de este siglo que, en afán
clasificador, podríamos denominar la de
"nuestro 27", ya que si en una isla, Tenerife, la revista Gaceta de Arte actúa de núcleo fagocitador, en otra, Gran Canaria, es la Escuela Lujan Pérez y el movimiento indigenista que de ella surge por inspiración de otro
escritor, Domingo Doreste,
precisamente objeto de un estudio biográfico de nuestro autor, la que lo nuclea.
Mi trabajo, por
tanto, no pretende otra cosa que ser una aproximación a Juan Rodríguez Doreste, una teoría sobre su vida, que se completa al final con varios apéndices de los
que quiero destacar los índices onomásticos de dos
de los libros de Juan Rodríguez Doreste más señalados. Cuadros
del penal y Memorias de un hijo del
siglo, sobre los que se trataba, por mi parte, de contribuir a que fueran algo más que libros de lectura y puedan pasar a ser también libros de
consulta con la simple tarea de
aportar dichos índices, de los que estuvieron ayunos las ediciones de ambos
textos, los cuales, de ser reeditados,
deberían venir aumentados con tales "addendas". Particularmente,
el índice de Cuadros del penal se me antoja como una especie de Cuadro de honor en la medida que aporta clasificados y localizados los nombres de
muchos de aquellos que sufrieron
internamiento en los campos de la Isleta
y de Gando tras el alzamiento militar del 18 de julio de 1936, de los
que algunos no llegaron a salir jamás con vida... Por lo demás, el índice de Memorias de un hijo del siglo aporta un "totum" iconográfico que
revolotea en torno a la vida de un
personaje excepcional como fue Juan Rodríguez Doreste en momentos en que a la biología poca cosa más le queda
por hacer que recordar, evocar, glosar, esbozar, poetizar, que todo eso y mucho más es dicho texto.
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