La segunda edición facsimilar de la obra Piraterías y ataques navales contra las Islas Canarias tiene como
novedad el cambio de nombre, pues pasa a
titularse Canarias y el
Atlántico.
El título de un libro tiene que ser expresión exacta
del contenido. Esa ha sido la razón del
cambio. Nunca el título originario satisfizo al autor, después de haber barajado otros varios en el momento inicial, sin acertar con la denominación. Comprendemos
que la decisión no es ortodoxa; pero hemos preferido
arrostrar la crítica antes que persistir en el
respeto sagrado a la primera decisión.
El libro que ahora se reimprime fue elaborado y
escrito en plena juventud, en un momento de
romántica afección, a sabiendas de que el
enorme sacrificio no tendría compensación moral ni material.
El plan de la obra varió con el transcurso de los
años. Primero fue concebido como un conjunto
de monografías independientes, centradas en
acontecimientos históricos de singular relieve. Esta tarea tuvo inicio en 1934, quedando interrumpida durante el
fatídico trienio 1936-1939. Reemprendido
el trabajo, sufrió un imprevisto quiebro en enero de 1943, durante
una cuarta y decisiva estancia en el Archivo de Simancas. La cuantía e importancia de las fuentes alumbradas permitió
vislumbrar que el tema elegido podía tener una concepción lineal, abarcando un extenso período de tiempo. La redacción
quedó conclusa en 1945, aunque hubo
de experimentar una reelaboración, como consecuencia del expurgo sistemático de los archivos de Tenerife, Gran Canaria y La Palma, efectuado en el verano de ese propio año.
La
edición del libro quedó a cargo del Instituto Jerónimo Zurita del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, del que el autor era por
entonces colaborador y andando el tiempo director por espacio de cuatro
lustros. Hay que destacar que el Consejo de Investigaciones dio pruebas de la máxima generosidad al promover que el texto
fuese ilustrado con un material gráfico de excepcional importancia, en buena parte inédito.
El estudio, por la complejidad de la materia, tardó
un trienio en imprimirse (1947-1950). Se
componía la edición de tres tomos, repartidos
en cinco volúmenes.
El
Instituto Nacional del Libro lo declaró como una de las diez publicaciones mejor editadas en el año 1950.
La obra se distribuyó por España,
Europa y América, quedando la
colección totalmente agotada veinte años después de su aparición. Esta circunstancia ha provocado
que el precio de la misma se haya disparado hasta alcanzar cotas inconcebibles, un 30.000% de su valor original, calculado en cifras
redondas'. No podemos ocultar la satisfacción interna que un fenómeno de esta naturaleza comporta.
En Canarias, pese a ser el archipiélago actor
principal del estudio, la recepción del mismo
fue lenta y tardía. Ninguna revista científica se hizo eco de la aparición,
salvo un comentario muy elogioso del profesor
catalán don Elias Sena Ráfols. La prensa periódica también enmudeció2. Pero las principales
bibliotecas adquirieron el libro, así como un número, imposible de
evaluar, de eruditos y coleccionistas.
De ello ha quedado constancia por
la frecuencia con que el libro aparece
citado en publicaciones y artículos científicos. Con rigurosa puntualidad en unos casos; con
sinuoso disimulo en otros, y con desenfadado saqueo clandestino en terceras ocasiones3.
En marzo de 1990, la Comisión Canaria
para la Conmemoración
del V Centenario del
Descubrimiento de América acordó, en una de sus
sesiones, que se propusiese al Gobierno de Canarias la reedición del estudio que nos viene ocupando. Una vez
convertida la sugerencia en firme resolución, ha asumido el compromiso
editorial la Vicecon-sejería de Cultura con la colaboración de los Cabildos de
Tenerife y Gran Canaria4.
Tres opciones se ofrecían, en un
principio, para el logro del objetivo señalado. La primera, la puesta al día del texto, aunque las aportaciones posteriores han sido
mínimas; la segunda, reducirlo en dimensiones, y la tercera, la reproducción en facsímil.
Las dos primeras soluciones,
ambas factibles, traerían consigo la desaparición del valioso aparato gráfico. Por
esta razón, se ha elegido la reimpresión facsimilar.
Madrid, 1 de octubre de 1991.
1 El
precio de venta, en 1950, era de 650 pesetas para los cinco volúmenes. El bajo
precio,
recomendado por el autor, no cubría el coste de la obra. Los últimos ejemplares pignorados, en Madrid y Canarias, han alcanzado el precio de 200.000 pesetas.
recomendado por el autor, no cubría el coste de la obra. Los últimos ejemplares pignorados, en Madrid y Canarias, han alcanzado el precio de 200.000 pesetas.
2 Hubo
algunos comentarios, es cierto; pero cumpliendo órdenes gubernativas. Así lo
solicitó
el secretario del Consejo de Investigaciones de los gobernadores civiles, como medio eficaz de divul
gación, con objeto de promover la venta. Los gobernadores gozaban, bajo el régimen autocrático,
de poderes omnímodos.
el secretario del Consejo de Investigaciones de los gobernadores civiles, como medio eficaz de divul
gación, con objeto de promover la venta. Los gobernadores gozaban, bajo el régimen autocrático,
de poderes omnímodos.
' El
simulacro consiste en considerarse descubridor de documentos y textos que otros
investigadores habían localizado por primera vez. Se puntualiza entonces el
archivo y los datos de signatura, y asunto
resuelto. Este procedimiento —revelador de escasa ética profesional— se está
convirtiendo en vicio de nuestro
tiempo. Táctica distinta, aunque no menos viciosa, consiste en registrar la
fuente en asuntos fútiles, silenciándola en los fundamentales. En cuanto al
saqueo, ha sido constante en monografías de investigación o divulgación. Para algunos
colaboradores de la prensa periódica,
el texto del libro ha tenido la consideración de bienes mostrencos. A título de anécdota registraremos un caso sintomático. Hace varios lustros fue invitado, el que
suscribe, a presentar un manual de síntesis
histórica, editado por el Cabildo X. La
sugerencia venía por la mano del titulado autor. La lectura reveló que el texto estaba filtrado en un 40 % de
Viera y Clavijo y en un 60% del invitado. La mención en el introito, se
reducía a uno más entre cuarenta autores, que apenas
si aportaban una línea. Se impuso declinar el "alto honor". La
ortografía correcta de los nombres y
apellidos de personajes extranjeros
es otra de las pistas para identificar, entre
cien, las filtraciones.
4 Dos proposiciones de reedición
anteriores no fueron aceptadas.
(5 tomos)
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