NOTA PRELIMINAR (*)
por el doctor JULIO HERNÁNDEZ GARCÍAR.
VERNEAU, CANARIAS Y LOS CANARIOS DEL XIX
Hemos querido así intitular las líneas que siguen,
producto de nuestra lectura —y personal
visión— de la obra del doctor francés Rene Verneau «Cinco años de estancia en las Islas Canarias» (en su momento premiada por la Academia de Ciencias de
París). De tres partes habrá de
constar este discurso: I) La nueva edición; II) El autor (Rene Verneau),
y III) La obra (estructura y análisis interno).
I) La
nueva edición
El artífice de esta nueva
edición (edición 1981) es don José Antonio Delgado Luis, a
quien de entrada debemos alabar el empeño y la traducción de la obra del doctor francés (con el asesoramiento del profesor
don Antonio Lorenzo Ramos). ¿Por qué
decimos esto? Porque debido a su esfuerzo e interés el estudio de
Verneau ya no es exclusivo de una élite
conocedora del francés, sino que es patrimonio común; pertenece —si se
nos permite parodiar al poeta Blas de Otero— a la «inmensa mayoría». Por otro lado, trabajos como el que hoy
nos ocupa, así como su difusión, son
necesarios para la historia de Canarias, aún por hacer (y en esa historia posible pensamos que un
capítulo clave ha de estar dedicado a las distintas opiniones de los
extranjeros que nos han visitado y que nos han visto con otros ojos, menos
apasionados, sin duda. Y el estudio de Verneau constituye un buen
paradigma).
Además, el artífice de esta nueva edición ha
tenido el acierto de arroparse (para
mejor comprensión y «puesta al día» de la obra) por uno de los especialistas más cualificados hoy de Canarias: el profesor
don Manuel J. Lorenzo Perera (quien también se
ha ocupado de la confección de unos didácticos mapas,
insertos al final del trabajo). Doble mérito, pues, el de don José Antonio
Delgado Luís (un canario que ha sabido
quitarse el pelo de la dehesa y ha mirado más allá de la torre de la iglesia de la Concepción, de La Orotava: ha vivido en
Inglaterra, Alemania y Francia).
¿A quién puede interesar esta
nueva edición? Aparte de al «hombre de la calle», ya explicitado; al
historiador, evidentemente; al antropólogo; al
botánico; al sociólogo; al arqueólogo, etc. Asimismo, esta obra (lo que no deja de ser importante) permite
estudios comparativos de carácter histórico. Nos explicamos: si
enmarcamos la obra de Verneau en un contexto
más amplio (esto es: Canarias vista, a lo largo de su historia, por los extranjeros) podemos confrontarla con las
opiniones de Nico-losso da Recco,
George Glas, Sabino Berthelot, Alejandro de Humbolt, Miguel de Unamuno, Alejandro Cioranescu, Arturo
Uslar Pietri...
Y como quiera que estamos ante
un libro al que auguramos una nueva edición,
para cuando llegue ese momento quizá sea oportuno (ello lo planteamos como sugerencia, «nunca como consejo»)
no limitarse a reproducir simplemente las
palabras de J. del Río Ayala sobre nuestro personaje, sino enriquecerlas actualizándolas, tanto en prosa como en
material gráfico. ¿Cómo? Acudiendo a la consulta de la prensa, siempre útil para estos menesteres; entrevistando a aquellas
personas que hayan podido tener algún
contacto con el profesor Verneau. E, igualmente, enmarcando a Verneau en ese
contexto más global al que antes hacíamos referencia (y ello —insistimos— no se
interprete como crítica, sino como modesta
sugerencia, que puede o no ser compartida).
II) El
autor (Rene Verneau)
¿Quién es Rene Verneau? En
economía de palabras, Verneau es un extranjero,
un francés, que visita las Islas Canarias en el pasado siglo y en
las primeras décadas del actual, con el objetivo de realizar estudios acerca de
la población de las Islas Canarias. El paréntesis de su vida se abre en 1852 y en 1938 se cierra. Distintos rasgos
destacaremos en el autor de «Cinco años de estancia en las Islas
Canarias» (que muy bien podía haberse
titulado «Cinco años de soledad en las Islas Canarias», ya que la tristeza, la soledad, es una de las
constantes en la obra del sabio francés, especialmente cuando hace referencia a
las islas de Lanzarote y Fuer te
ventura). Comentaremos estos rasgos:
Verneau escribe
bien, con las palabras justas y se preocupa por no ser reiterativo (su estilo, en ocasiones, nos hace
rebordar al isleño José Martí). Sirva como ejemplo esta cita, en la que alude a
la soledad que Verneau encontró en Lanzarote:
«Todo se
esconde en Lanzarote. Los habitantes, en sus casas; los coches, en sus cocheras, y los árboles, en sus agujeros...» […]
(*) Las
líneas que siguen constituyen las palabras de presentación de la obra de Verneau, en la localidad de La Orotava.
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