INTRODUCCIÓN
El
propósito de establecer las bases documentales de la historia canaria quedaría
incompleto
si no se tuviesen en cuenta los fondos conservados en los archivos generales de
la
nación. Tales fondos permiten reconstruir aspectos que la documentación insular
no ha conservado por diversos motivos: deterioros, expolios, etc., y aportan
otros nuevos, propios de la óptica de la administración general.
En
esta perspectiva hay que encuadrar la catalogación de documentos de tema canario
en el principal archivo de la
Corona de Castilla, el de Simancas, y en una de sus secciones
más ricas, el Registro General del Sello.
El
Registro General del Sello es la recopilación de las cartas expedidas con la
garantía del sello real o de corte, de ahí su nombre. Está integrado casi en
su totalidad por provisiones reales -cartas que los organismos de la
administración libraban para que los al-balaes y cédulas reales tuviesen
cumplimiento-. Aunque la parte conservada está constituida por copias de los
originales enviados a organismos y particulares su garantía es total.
La documentación que presentamos
abarca desde 1476, momento en que se inician las
referencias a Canarias en dicha sección, hasta 1517; estando prevista una
segunda parte que concluirá en 1525.
Para el período 1454-1495 existe índice impreso, si bien sus fichas pretenden dar una indicación general de la
materia tratada y no un resumen exhaustivo
de los documentos. Por otra parte, algunos de ellos están transcritos en obras
de tema canario, especialmente en
las de Ruméu de Armas y Wolfel.
La consulta de este material ha sido posible gracias a la colección del
Instituto de Estudios Canarios, completada con 168 documentos de diversas
épocas y con los 48 correspondientes a 1512, que faltaban en la mencionada
colección.
Las
fichas de los documentos han sido realizadas con la idea de contener todos los
nombres de personas, lugares, materias, cantidades..., de tal manera que no sea
necesaria la consulta del original. Sólo hay seis casos en los que esto no ha
sido posible dada su extrema amplitud, por lo que van diferenciados con un asterisco a la
derecha de su número de orden. Las fichas se completan con la relación de suscriptores,
debido a su importancia para fijar el organismo del que dimanan y ser un complemento en su
delimitación cronológica.
El primer gran tema que encontramos en la regesta es el de la conquista
de las islas. A través de la documentación podemos ver desde las capitulaciones
para realizarla hasta la extraccción de algunos de sus participantes, pasando por apartados
como los de comisarios reales o salarios. Paralelamente, se detectan los
primeros contactos con la población aborigen: distinción de bandos de paces o
de guerra, participación de algunos naturales en los repartos de tierras,
grado de adaptación a la nueva sociedad, reclamaciones de sus procuradores...;
en definitiva la diferencia entre la política propugnada por la corona y la realidad del
trato recibido, visible en el caso de los gomeros vendidos por doña Beatriz de
Bobadilla y Pedro de Vera.
A renglón seguido se manifiesta la política de atracción de nuevos
pobladores, con la renovación de las pragmáticas sobre el libre tránsito de personas y
mercancías de unos lugares a otros del reino, y el asentamiento de los mismos
mediante la entrega de tierras y aguas según el sistema de «repartimientos»
-con los pleitos y «reformaciones» suscitados por el incumplimiento de las normas para su realización-. Las
transgresiones comenzaban por los propios monarcas que recompensaban con
grandes datas a miembros del Consejo, a
pesar de no ser vecinos de las islas, y que permitían a los grandes comerciantes
extranjeros poseer propiedades por encima de la tasa fijada para ellos.
De
las actividades económicas de la población las que tienen mayor representación son las comerciales,
debido a la preocupación de asegurar el abastecimiento de la población, en
especial de cereales, y de regular los intercambios con zonas de régimen
especial, caso
de Santa Cruz de la Mar
Pequeña y Guinea, o con las que existían conflictos bélicos,
primero Portugal y después Francia. También merece atención preferente lo
relativo al azúcar, principal producción de las islas, en sus distintos
aspectos de riego, diezmos, instalaciones, etc.
En
el campo administrativo sobresalen dos aspectos, los relacionados con las
rentas reales, una vez concluida la exención concedida para el poblamiento, y
los vinculados con el funcionamiento de los concejos, tanto en el otorgamiento
de rentas como en el nombramiento de oficiales.
La
intervención de la corona en el ámbito eclesiástico es patente en dos aspectos,
la predicación
de la bula de Canaria y la existencia de un patronado regio, especialmente visible en la
presentación de dignidades y beneficiados. En ese ámbito hay que incluir los
numerosos enfrentamientos entre autoridades eclesiásticas y civiles, por
cuestiones de jurisdicción, privilegios y de reclamaciones en torno a la villa
de Agüimes, cámara episcopal.
El
último gran apartado corresponde a la administración de justicia: cartas
ejecutorias, de emplazamiento,
de receptoría, perdones, legitimaciones...; que se complementa con comisiones para fallar asuntos de gobierno,
mercedes, confirmaciones de privilegios, etc.
La
realización de este trabajo ha sido posible gracias al particular interés y apoyo
de dos personas a las que quisiera
agradecer su colaboración: don Leopoldo de la Rosa y don
Miguel Ángel Ladero. También debo reseñar la extrema amabilidad del personal
del Archivo General de Simancas, que
ha facilitado grandemente esta labor.
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