INTRODUCCIÓN
El estudio de la población prehispánica de las
Islas Canarias ha seguido el mismo proceso lógico que ha
caracterizado a la investigación prehistórica en todos
los países. A la curiosidad por las cosas antiguas, a la
sugestión ejercida por culturas y pueblos desaparecidos, siguió el quehacer del anticuario y la actividad del coleccionista, para los cuales, a falta de estímulo científico, el mayor goce consistía en reunir
objetos antiguos y curiosidades. Al desembocar la investigación
en el campo romántico, sufrió un desvío pronto superado
por los centros creadores de modernas técnicas. Canarias, no
sólo por su situación marginal, sino por el alejamiento y la falta de contacto
o de contacto tardío con las corrientes innovadoras,
retrasó notablemente la adopción de técnicas eficientes y
mantuvo operante, casi hasta hoy mismo, un signo marcadamente
romántico en la investigación de su pasado.
Tanto es así, que los únicos documentos de las
culturas canarias aborígenes reunidos en los museos insulares
eran meros objetos sin historia agrupados en las
vitrinas según los tipos, clases o formas. Añádase a
esto que las fuentes etnológicas eran muy escasas, generalmente tardías, y que no podía basarse en textos confusos, y con frecuencia desorbitados, la reconstitución de un pasado que desde el principio se
presentía difícil y complejo.
Se puede afirmar que hasta fechas muy
recientes el dato arqueológico no ha podido ser
manejado como testimonio ni como documento cargado
de valor informativo. La cuestión estaba planteada de un modo ciertamente paradójico: se contaba con una notable riqueza de materiales, pero con una manifiesta pobreza de teorías. Como de alguna manera había que llenar este vacío, el pasado prehispánico de Canarias
sufrió el acoso de imaginaciones febriles y de
encantadoras leyendas. Y el hombre primitivo, el
guanche, fue considerado como arquetipo del "buen salvaje",
habitante, por añadidura, de una Arcadia pródiga y feliz.
La letra y el espíritu de cronistas e historiógrafos, contaminados por las corrientes imperantes, ponían en manos del investigador, junto
a
la noticia veraz y el documento probatorio, instrumentos poco útiles para orientar a los embarcados en la empresa de
reconstituir el pasado de Canarias.
Tal era el panorama que en este aspecto
presentaban las islas no hace más de un cuarto de siglo. Y esto explica por
qué el área cultural canaria no aparecía
incluida en ninguna síntesis prehistórica del cercano continente y menos de
Europa. Excluyamos la parte antropológica,
pues la presencia en Canarias de una importante población cro-mañoide atrajo la
atención de muchos y notables investigadores. Los estudios antropológicos se realizaron desde el
principio con gran seriedad, la bibliografía se enriqueció muy pronto con
importantes estudios y con la formulación de sistemas, trabajos que han
servjdo de base a la nueva investigación
movida por renovadas técnicas. A esto se debe que la rama antropológica sea la
única que ofrezca un cuadro muy definido
y una marcha sin solución de continuidad en su tarea.
Las excavaciones realizadas en estos últimos
lustros han descubierto un panorama cultural verdaderamente insospechado y debe considerarse como uno de los mejores frutos el que
haya revelado una diversidad cultural
que ha acabado con el concepto simple y monolítico de la cultura prehistórica del archipiélago.
Gracias a esto se han podido señalar oleadas culturales sucesivas con
determinación, más o menos
afortunada, dado el estado actual de nuestros conocimientos, de las áreas de procedencia y las rutas de
expansión.
Cierto es que, por las mismas características de los
yacimientos arqueológicos, la inmensa
mayoría de ellos sin estratigrafía, ha habido que operar con una tentativa cronológica derivada del análisis tipológico
de los materiales y del paralelismo cultural que los mismos planteaban. Las nuevas técnicas de datación absoluta,
como el C14, no han auxiliado todavía
con la amplitud que fuera de desear, pues los materiales analizados han dado fechas relativamente
recientes, todas dentro de la Era. Esto quiere decir
que se han manejado materiales pertenecientes
a capas superficiales, muy modernas, y si se tiene en cuenta que parte del material analizado son huesos
humanos, ello no revela otra cosa
sino que las necrópolis de donde dicho material procedía contenían enterramientos más modernos que vinieron a
ocupar el espacio de otros más
antiguos, como se detalla en la parte correspondiente de este trabajo.
Pero hay otro factor en el estudio del pasado
prehispánico de Canarias que conviene valorar debidamente: y es el
espacio de tiempo transcurrido —menos de
medio milenio— desde que aquella población fue alcanzada de lleno por la
oleada renacentista que llegó con los conquistadores.
Poco más de cuatro siglos es ciertamente muy poco tiempo, y esto favorece notablemente la aproximación a
aquellos grupos […]
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