domingo, 11 de agosto de 2013

LECTURA DE LA POESIA CANARIA CONTEMPORANEA



[2 TOMOS]

CARACTERES DE LA MODERNA POESÍA CANARIA: UNA REVISIÓN CRÍTICA
No será preciso comenzar este libro preguntándonos por las razones que pueda haber para abordar un estudio de la poesía contemporánea en las Islas Canarias como algo diferenciado del conjunto de la poesía en lengua española; preguntándonos si hay aspectos definitorios de aquella poesía, y si éstos podrán iluminarnos zonas hasta ahora poco transitadas en los insistentes panoramas his­tóricos que existen sobre el tema, y en las no menos rei­teradas antologías del más variado signo e intención. Creo que casi veinte años de lecturas sobre el particular, cuyos frutos constituyen la base del presente trabajo, y la mayo­ría de ellos en contacto directo con los problemas más recientes que tiene planteados esta poesía, me dan —cuando menos— el derecho a opinar y a intentar poner las cosas en su lugar. Porque, en el fondo, mi pretensión no es excluyente ni exahustiva: este libro quiere ser enten­dido, más bien, como una contribución, como un capítulo más de una posible historia de la poesía canaria, aún por hacer y que me parece una labor urgente y necesa­ria (1).
Hasta ahora, las referencias a la poesía de Canarias se confundían con un concepto tópico de insularidad, se acu­día al uso de ciertos lugares comunes que la crítica menos atenta había puesto en circulación, cuando no de aspectosque poco o nada tenían que ver con la crítica literaria. No he visto, en ninguno de los trabajos que he podido con­sultar (2), y que no desestimo en absoluto, intento alguno de cuestionar las más comunes actitudes de la crítica, a todas luces insuficientes para explicar el fenómeno que nos ocupa; y tampoco queda muy claro, en aquellos que lo han intentado, cuáles sean los perfiles singularizadores de esta poesía. En unos caos —creo— porque dichos tra­bajos son excesivamente parciales; en otros, porque sus argumentaciones no respondían al verdadero carácter de la poesía insular: se operaba sobre ella con un instrumen­tal crítico que la presuponía, incuestionablemente, como continuación de la poesía peninsular, como eco o reflejo de los movimientos poéticos producidos en la Península, sin advertir que la posición excéntrica de las islas influye, de modo decisivo, en su actitud creadora, artística y lite­raria; que su condición periférica impone una poética dife­rente, en algunos casos utilizada de forma espontánea y hasta inconsciente. Una poética basada en una actitud día-lógica, nunca reverencial; en la posibilidad de asumir el lenguaje no con el convencimiento, libre de toda sospecha, de su poder, sino con la cautela de quien comprende que puede, y debe, manipularlo, liberarlo de sus imposiciones académicas; y, sobre todo, tratarlo como un cuerpo vivo cuya sensualidad le permite desbordar cualesquiera de los órdenes establecidos para su realización. Esta es una de las razones por las cuales he optado por estudiar la poesía insular de los últimos ochenta años desde sus libros y autores, y no desde una perspectiva histórica o generacio­nal; aun a riesgo de abordar sólo determinadas cuestiones, a riesgo de hablar sólo de determinados poetas, pero que —en un caso y otro— serán siempre los que considero fundamentales para explicar mi posición ante el fenó­meno. Me parece mucho más eficaz hacerlo así por cuanto la excepcionalidad aludida se manifiesta entonces de forma mucho más clara; por cuanto se reproduce, con mayor precisión, la adecuación del escritor a una identidad histórica definida por un constante estado de crisis, por […]



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