miércoles, 7 de agosto de 2013

HISTORIA DEL REINO DE LAS ISLAS CANARIAS (1344-1525)




capítulo I
primeras noticias de canarias
Asentamientos primitivos. Egipto y Mesopotamia. El comercio. La aparición del bronce. Viajes y expediciones prehistóricas. Canarias y Tartessos. Fenicia y Cartago. La Batalla de Alalia. Desaparición de Tartessos. Los Campos Elíseos. La Macaronesia. San Borondón. Mapas y portulanos. Territorios mitológicos. Expedición de Genoveses y mallorquines. Los Hermanos Vivaldi. Ideario náutico y geométrico del medievo tardío. El Camino del mar.
Los agrupamientos poblacionales tienen su inicio en torno a determinados puntos geográficos que por su abundancia en agua y caza, así como por disponer de un clima adecuado y fáciles accesos se produce en ellos una situación privilegiada. Tal circunstancia determina el que se conviertan en centros primitivos de poblamiento. En un momento determinado, y ante las nuevas necesidades que surgen en el seno de los núcleos emergentes, los miembros de mayor iniciativa se sienten obligados a ir más allá de sus fronteras, terrestres o marítimas, para encontrar y traer a su propio habitat el plus de alimentos y materias que necesita esa población. Completar el déficit de los recursos de su propio territorio o intercambiar los sobrantes por otra variedad de bienes de consumo básicos es la idea clave de este primario bullir. Normalmente no se investigan las cercanías en un solo sentido, sino que del propio solar parten en todas direcciones distintas corrientes, de tal suerte que se crea un primer cinturón de territorio anexo rastreado que continuamente se va ampliando. En definitiva las exploraciones del entorno se desarrollan por círculos concéntricos, y a lo largo de muchas generaciones, se crean caminos o rutas que enlazan con otras sociedades, culminando en la creación de una malla que, con el devenir, tendrá dimensiones continentales. Entre las características básicas de un territorio adecuado para servir de asiento a primitivos centros de cultura emergentes deben estar el agua, la caza y el sol. Dicho territorio habrá de estar dotado por tierras llanas y fértiles que proporcionen buen pasto para el ganado y cosechas en las distintas estaciones del año y también sea posible una comunicación fluida con el entorno. Condiciones ideales que se cumplieron en algunos de los valles surcados por ríos y cercados por el desierto. Este es el tipo de paisaje con el que se encontraron, al llegar al borde del Valle del Nilo o en Mesopotamia, los primitivos caminantes que partieron del centro de África1. Tuvieron el mismo espejismo las hordas de la estepa al recalar en las costas de Grecia2, después de haber cruzado los impenetrables bosques del norte empujados por la última glaciación y por la presión de las nuevas necesidades del grupo que su territorio y clima no podían satisfacer. Estos tres puntos cercanos entre sí y ribereños al Mediterráneo mantuvieron sus primeros contactos en tierra firme. Una vez inventada la rueda3 y la vela de navegar, equipamiento de la armadía flotante, junto a los animales domesticados, estos pueblos desarrollaron crecientes relaciones comerciales a través del camino más corto que es el mar. La civilización del "naciente fértil" "nos muestra valles fluviales regados por sistemas de canalizaciones y agrupaciones populosas gobernadas por sátrapas y amparadas bajo el manto de los nuevos dioses.
Cada uno de estos pasos duró miles de años produciéndose retrocesos e incluso desapariciones de culturas abortadas en su origen, o durante su desarrollo, por la acción de múltiples circunstancias imposibles de superar6. En definitiva carecieron de capacidad para vencer las dificultades opuestas a su evolución y fueron engullidas por otra cultura, o simplemente, dejaron de existir por inanición como culturas independientes. Maltus dice que "Los gérmenes que produce cada año la Tierra pudieran llenar en poco tiempo miles de universos sino fuera por el cetro férreo que les marca la necesidad que ni aún el hombre con el esfuerzo de su inteligencia logra romper" 7. Es la escasez la que impone la más estricta limitación a la vida tanto del hombre individual como a las entidades donde éste desarrolla su actividad vital. Juan Manuel García Ramos nos trae el mismo pensamiento de Maltus, esta vez en una envoltura de diseño más clásico: "Para el Foucault hermeneuta de Nietzsche, el mundo de la historia efectiva no conoce más que un reino, en el que no hay ni providencia ni causa final, - sino tan solo- la mano de hierro de la necesidad que sacude el cuerno del azar'"8 […]

1 A los descubrimientos fósiles de homínidos en la década de los 90 en Kenia (lago Baringo), en Malawi y en
Gona se les atribuye una edad orientativa de 2,5 millones de años.
2 En el yacimiento de Schoningen (Alemania) se descubrieron lanzas de madera con una antigüedad de 400.000
años.

3 Una divinidad que acompaña al hombre desde su aparición es el dios-sol. Cuando éste mira al cielo contempla
la figura de una rueda con su aro relleno de luz. La imitación de tal cuerpo geométrico le conduce a fabricar una rueda. Según los estudiosos éste sería el principio de un largo camino hasta que dos ruedas sean unidas por un eje.
4 Debe tenerse en cuenta que tanto Platón como Aristóteles representan al pueblo ideal como formando parte de
la polis. Con anterioridad a éstos, el "naciente fértil" fue considerado como una agrupación de tribus con el arameo como idioma común y sin la existencia de ciudades. La aparición de las ciudades y la vinculación del ciudadano con la polis representó la localización de un territorio con su interland correspondiente y la creación de un lazo vinculativo entre el hombre y la polis que se produjo como un producto muy elaborado del pensamiento griego. Ello lleva implícito un proyecto común que garantiza la defensa de un cúmulo de valores, el abandono del nomadismo, la creación del comercio marítimo y en definitiva la aparición de un nuevo tipo de organización social de cuyos frutos ha sido heredera la Cultura Occidental.
6  Ortega y Gasset, en el Proemio a la edición española de la obra de Oswald Spengler, "La Decadencia de
Occidente" dice: "La verdad es que no se comprende como una guerra puede destruir una cultura. Lo más a que puede aspirar el bélico suceso es a suprimir las personas que la crean o transmiten, pero la cultura misma queda siempre intacta de la espada y el plomo. Ni se sospecha de qué otro modo puede sucumbir una cultura que no sea por propia detención, dejando de producir nuevos pensamientos y nuevas normas. Mientras la idea de ayer sea corregida por la idea de hoy, no podrá hablarse de fracaso cultural".
7  Thomas Robert Maltus. An Essay on the Principie of Population as it Affects the Future Improvement of
Society (1798).
8  José Manuel García Ramos. Por un Imaginario Atlántico. Primera edición. 1996. Pg. 71.

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