domingo, 18 de agosto de 2013

ESTUDIO DE LA OBRA DE CLAUDIO DE LA TORRE





PRÓLOGO
Claudio de la Torre
es un retrato
con influencias de Van Dyk.
Alonso Quesada.
Varios son los motivos que me llevaron a aceptar el poner unas líneas al frente de este vasto estudio sobre la obra de Claudio de la Torre Millares: a), el haber sido el mentor o director de la tesis doctoral que constituyó el origen del estudio que hoy se publica, y se presenta reducido tanto en el volumen del trabajo, en la parte más téc­nica, como en los esquemas estructurales, las conclusiones y los apéndices; b), la amistad que he sostenido, desde la época de sus estudios con Juan Manuel Reverán, autor de la obra, y finalmente, c), la vinculación femiliar y la relación juvenil que tuve con Claudio de la Torre, en su segunda época creativa y ensayística de la posguerra española, época en que desarrollé gran parte de mi obra investigadora. Recuerdo con especial emoción las tardes en que iba a visitarlo a su chalet del barrio de Santa Oria, en Madrid, en la época en que yo hacía mis oposiciones a cátedra de Institutos. Una vez le llevé mi ensayo sobre "La generación de los intelectuales canarios", publicada en la revista del Museo Canario de Las Palmas, donde le incluía a él junto a Fernando González (1901), Luis Benítez Inglot (1895), Félix Delgado (1903), Pedro Perdomo (1897), Montiano Pla­ceres. Recuerdo que se sorprendió, y me perdonó que le incluyera en esa generación como poeta, pues él consideraba sus poemas como unos ensayos juveniles. Consecuen­te con esta opinión, en este estudio Reverán ha suprimido su actividad poética, aunque hace referencia a su único poemario publicado: El canto diverso (1918), prologado por Enrique Díez-Canedo.
La obra que hoy se presenta está perfectamente dividida en dos grandes bloques: -uno, donde se estudia la prosa, en la que se incluye la parte propiamente narrativa y la ensayística, que aparece, frecuentemente mezclada con relatos o cuentos más o me­nos realistas o fantásticos, como los recogidos en La huella perdida (1920), y con otros concretamente canarios o ensayísticos como "El héroe", "El enemigo", "Las cosas de la vida", etc., o más narrativos como "Don Amable Castillo", "Nuestro amigo Luis", "Recuerdo de su juventud", "Cuevas altas", "Sendero emocional". Nuestro autor se detiene a hacer un estudio detenido del siguiente relato: "Florín e hijos (Compañía Limitada)".
Otra obra que clasifica Reverón dentro de los ensayos es Geografía y quimera (1961-1966) en la que se acerca más a Canarias, como el que retorna a la tierra primiti­va. Señala con razón el autor de este estudio que, en esta obra, lo "particularmente interesante", son los artículos dedicados a Galdós. Ello es para mí también muy entra­ñable por referirse a los mismos parajes que sirvieron de recreo al pequeño Benito, a Claudio, y también fueron, andando el tiempo, los mismos de mi infancia. Como continuación de esta obra, ya por encargo de la Delegación Provincial de Turismo, es­cribió su estudio descriptivo de Las Canarias orientales: Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote (1966).
El estudio que comentamos comienza con un detallado análisis de la obra narrativa de Claudio de la Torre, tomando como modelo la novela En la vida del Señor Alegre, que obtuvo el Premio nacional de Literatura en 1924. Allí podremos encontrarnos con el análisis de los temas, del espacio-tiempo hasta los segmentos narrativos. Las siguientes novelas: Alicia al pie de los laureles (1940) y Verano de Juan el Chino (1971), son anali­zadas en sus temas y argumentos.
En cuanto a las obras teatrales, Juan Manuel Reverón, después de hacer una deta­llada clasificación de las 24 piezas que escribió Claudio, representadas o no, durante más de 50 años, donde se pueden encontrar las más variadas técnicas, desde el simbo­lismo hasta el vanguardismo, pasando por el costumbrismo y lo psicológico, se detie­ne, en sus análisis, especialmente, en las cinco obras dramáticas, donde se encuentran sus más importantes piezas, que el autor clasifica dentro del realismo dramático o poé­tico, como podemos ver en Hotel Terminus (1944) o en Tren de madrugada (1946), y la obra titulada Tic-Tac (1971), examinada con todo detalle y clasificada dentro de las piezas neo-expresionistas. Termina este estudio literario con una "síntesis y valoración" del teatro de Claudio de la Torre, donde se llega a la conclusión siguiente: "Si la deter­minante mayor de los autores representantes del teatro «burgués» o «público», es la co­micidad inteligente y fina (...) creemos, sin embargo que, con preferencia a ésta, se constata una tendencia al drama de tesis o drama serio"
sebastián de la nuez

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