sábado, 10 de agosto de 2013

AGUSTON MILLARES CARLO: EL HOMBRE Y EL SABIO





AGUSTÍN MILLARES CARLO, UN HISTORIADOR DE BASE

Me pide el amigo José Antonio Moreiro unas cuartillas introductorias a su importante libro sobre don Agustín Millares, a lo que me pongo sobre la marcha con el mayor entusiasmo. ¿Cómo no sentir entusiasmo ante algo que, directamente o indirectamente, se refiera a un hombre tan entusiasta como don Agustín? Y más si ese algo está referido a un libro, cuando sobre documentos y libros descansa la prodigiosa obra y vida de este inolvidable maestro y polígrafo grancanario.
El libro que tiene el autor entre las manos, ante los ojos, está dedicado a desentrañar la vida y la obra de un hombre esencialmente bueno y sabio simultáneamente. Se trata de uno de esos hombres que producen estos peñascos en medio del Océano con una relativa, y hasta con cierta frecuencia. Silenciaré ahora nombres, porque la relación nos llevaría a una teoría de nombres.
El mérito principal del autor es haber dedicado su esfuerzo a resucitar una vida, que hasta ahora carecía de una im­prescindible biografía, sin rebajar por esto mérito a los estudios que le dedicaran el profesor Lino Vaz Araujo o María Pescador, donde domina el factor bibliográfico.
La lectura de este nuevo estudio nos enseña una cantidad ingente de noticias sobre su biografiado, pero mérito esencial es que paralelamente origina una serie de reflexiones. Pero antes de comentar alguna, estimo conveniente trazar una breve presentación de Moreiro.
EL AUTOR
¿Quién es José Antonio Moreiro? Es un leonés de nación pero grancanario de vocación y entrañable admirador de la personalidad y obra del maestro. Le conocí en el Centro de la UNED, como tutor de Paleografía y Diplomática, y más tarde tuvo la fortuna de disfrutar una beca en el Seminario Millares Cario del mismo Centro de la Universidad a Dis­tancia, donde permanece depositado el legado de sus papeles y libros, lo que le permitió profundizar hasta las raíces.
Destaca en este joven autor lo polifacético de su formación y la variedad de su temprana obra y quehaceres intelectuales. Ello explica que haya entendido muy bien una personalidad tan compleja y autora de una obra inmensa, tocante a campos tan diversos aunque profundamente entramados.
Maestro —más que profesor de EGB— desde 1974, li­cenciado y doctor en Geografía e Historia por la UNED, ha desempeñado como tutor las tutorías correspondientes a materias referentes a Historia del Arte en el Centro de la misma Universidad en Las Palmas. Desde 1986, en que pasa al Departamento de Periodismo III de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense, donde ha impartido cursos como Documentación y Funda­mentos y metodología del resumen científico, que hubieran sido tan caros a Millares. La prédica docente le ha llevado a impartir cursos breves sobre materias de su especialidad por toda la geografía nacional y a pronunciar múltiples conferencias. Su capacidad de organización le ha conducido
al desempeño de la jefatura de redacción de la revista Do­cumentación de las Ciencias de la Información, y a la direc­ción del Boletín Millares Cario, órgano del Seminario. Cuatro trabajos sobre temas artísticos leoneses, su tierra de origen, media docena referentes a su actual profesión de documen­talista y comunicador, así como una decena de contribuciones científicas en revistas de prestigio sobre la figura de don Agustín, que de alguna manera se ven recogidos en el libro.
Este es, en síntesis, su curriculum, denso para su edad y presagio de una carrera docente y publicística de amplios horizontes. Así lo esperamos de su capacidad, vocación y espíritu inquieto, del que no es muestra menor el presente libro.
Ahora, por razones de coherencia, debiera pasar a describir cómo estas condiciones se reflejan en su obra, pero lo omitiré con la esperanza de que el lector las descubra por su cuenta a lo largo de las páginas del libro y del tratamiento que en él otorga a la figura y personalidad de nuestro maestro.
RETRATO DE DON AGUSTÍN
Yo que tuve la suerte de gozar con algún trato y creo haberlo conocido bastante bien, coincido con Moreiro al contemplar a Millares como hombre comunicativo, extro­vertido, grandote, de tez muy clara, ojos de un intenso azul, frente despejada, sonrisa franca y amplia, dotado de un fino sentido del humor, no carente de aguda ironía. A la ve.z, modesto y cordial, emotivo y nostálgico, profundo amigo de sus amigos; en fin, un hombre bueno, un caballero sin tacha, que despertaba súbitamente en el otro una enorme simpatía, que saltaba a la \i. ta, cuando sin proponérselo, llevaba la batuta en las tertulias, con las que tanto disfru­taba.[…]

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