miércoles, 28 de agosto de 2013

EL DR. DON AGUSTIN DIAZ NUÑEZ (1796-1866)




[2 TOMOS]

INTRODUCCIÓN
Este libro tiene por objeto rendir homenaje a uno de los hombres más ilustres que ha nacido en el municipio de Güímar, el Dr. don Agustín Díaz Núñez, del que en este año se cumplen los 200 años de su naci­miento y los 130 de su muerte. Doctor en Sagrada Teología, examinador sinodal, beneficiado de esta parroquia durante 39 años y primer vicario o arcipreste juez eclesiástico del Sur de Tenerife, destacado orador y autor de cuatro libros; pocos como él han permanecido tan fieles a su pueblo, pues rechazó una Canonjía con tal de no abandonarlo. Por este motivo fue querido, respetado y llorado por todos sus feligreses, que conserva­ron siempre de su párroco grato e imperecedero recuerdo, como justo tes­timonio a las relevantes cualidades que le adornaban. Buena prueba de ello fue el que, en 1899, el Ayuntamiento de la localidad acordó dar su su nombre a la calle en la que había nacido y vivido; con este recuerdo, don Agustín fue la primera persona que figuró en el callejero de la loca­lidad, siendo a la par el primer güimarero que alcanzaba tal honor; el acierto de tal decisión se comprueba en la actualidad, al observar como dicho nombre aún persiste, sin haberse visto alterado por cambios ni vai­venes políticos, casi un siglo después de su nominación.
Los cuatro trabajos que publicó a lo largo de su vida se reproducen, en edición facsímil, en el segundo tomo de esta obra. Como introducción a éste se incorpora, además de una corta reseña biográfica, un esbozo de cada publicación y la principal crítica que se le ha hecho a su trabajo, su apasionamiento en sostener que la de Güímar fue la segunda parroquia de la isla, lo que no se ajusta a la realidad. Por este motivo se hace una sucinta historia de la parroquia matriz de San Pedro Apóstol y de sus actuales hijuelas de Santa Ana de Candelaria, San Juan Degollado de Arafo y San Joaquín de Fasnia, matizando el orden de su segregación y las prerroga­tivas que sobre ellas mantuvo la parroquia de Güímar.
Aparte de las obras publicadas, a lo largo de su biografía hemos pro­curado reproducir literalmente la mayor parte de su obra inédita, sobre todo la que puede aportar alguna luz para conocer mejor su personalidad, intelectual o religiosa, o resultar de interés para conocer ciertos aspectos inéditos de la historia de las parroquias y pueblos del Sur; por este moti­vo se incluyen algunos de los informes, arreglos parroquiales, expedien­tes, cartas, etc., que tramitó durante su labor ministerial.
Pero no hemos querido ceñir este homenaje al personaje central del mismo, sino extenderlo a todos sus familiares, tanto ascendientes como descendientes. Contadas familias tinerfeñas han dado tantos hijos ilustres a una localidad, como los Díaz Núñez lo han hecho con Güímar y con la isla entera, tal como podrá comprobarse a lo largo de la genealogía fami­liar, que iniciamos en el siglo XV, con la mezcla entre guanches, con­quistadores y pobladores. Muchos de sus miembros destacaron en distin­tas épocas en la sociedad local e insular, como políticos, clérigos, milita­res, notarios públicos, abogados, jueces, agrimensores, médicos, escrito­res, empresarios, profesores, farmacéuticos, ingenieros, etc. etc.
La línea paterna es de claro origen guanche y se extendió por las comarcas de Güímar y Abona, mientras que la materna fue fundada por un conquistador portugués y se desglosó en dos ramas, una que perma­neció en La Laguna y otra que se estableció en el Valle de Güímar. Los Díaz vivieron siempre en Güímar, aunque por lo menos en dos genera­ciones, en el siglo XVIII, estuvieron establecidos en el Pago del Escobonal; por su parte los Núñez se asentaron en Arafo, de donde pasa­ron a Güímar en el siglo XVII.
Por citar sólo algunos miembros de esta ilustre familia que estudiamos a lo largo del libro, y emendónos a los más próximos a don Agustín, podemos destacar a su padre, don Vicente Díaz Montijo, que fue fiel de fechos, alcalde real, síndico personero y notario público de Güímar. Su tío paterno, don Pedro Díaz Montijos, desempeñó los cargos de fiel de fechos y agrimensor público de Güímar; y su tío materno, don Florentín Núñez y Torres, fue beneficiado propio de Güímar y canónigo fundador de la Catedral de Tenerife. Entre sus hermanos: don Modesto Díaz Núñez llegó a ostentar el empleo de capitán de Milicias, con el grado de tenite coronel, y fue también mayordomo de la ermita del Socorro y alcalde real de Güímar en varias ocasiones; don Pedro Díaz Núñez inició la carrera eclesiástica, pero sólo llegó a clérigo minorista, pues falleció a los 19 años; don Juan Díaz Núñez fue Ledo, en Derecho, diputado 1Q y deca­no por dos veces del Colegio de Abogados de La Laguna, secretario de Cámara y Gobierno del Obispado Nivariense y de la Subdelegación Castrense de las Islas Occidentales, teniente 2a de la Milicia Nacional de la mencionada ciudad, regidor, procurador síndico y 2a teniente alcalde del ayuntamiento lagunero, socio de número de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, etc.; y don Gregorio Díaz Núñez fue propietario, regidor y juez suplente de paz de Güímar. Con respecto a sus sobrinos: don Nicasio García Díaz fue capellán, propieta­rio, primer teniente alcalde del Ayuntamiento de Güímar, notario público eclesiástico y mayordomo de la ermita del Socorro; don Florentín García Díaz ostentó los cargos de 2a teniente alcalde y fiscal municipal de Güímar; don Timoteo Díaz Rodríguez fue director del Hospital de Ntra. Sra. de los Dolores, miembro de la Junta de Sanidad de La Laguna y administrador de propiedades; y don Agustín Díaz y Díaz murió siendo seminarista, a los 18 años de edad.
De antemano aceptamos las críticas que se le puedan hacer a este libro, pues sin ninguna duda, al recoger reseñas biográficas de varios cen­tenares de personas, es probable que hayamos omitido involuntariamen­te algunos aspectos interesantes de la existencia de muchos de ellos, mientras que otros de los sí recogidos pudieron tener un tratamiento más extenso; además, algunas de las dudas genealógicas y muchas de las fechas no han podido ser despejadas, a pesar de los esfuerzos invertidos en ello, en lo que mucho ha tenido que ver la escasez de fuentes, por pér­dida de los libros parroquiales más antiguos del Valle, que sólo comien­zan en 1610 y con interrupciones en fechas posteriores. No obstante, este trabajo tenía un límite en el tiempo y en el espacio y no hubo más reme­dio que ponerle fin, a pesar de esas posibles lagunas, sin que ello nos sirva de excusa.
Ha constituido para mí una especial satisfacción el haber contribuido a recordar la existencia de numerosos tinerfeños, algunos de ellos desta­cados e incluso ilustres, sin olvidar a otros que pasaron más desapercibi­dos, pues todos han contribuido a conformar esta isla y, sobre todo, a los pueblos de la Comarca de Güímar, en los que ha transcurrido toda mi existencia, la de mi familia y la de mis antepasados.
Debo manifestar mi profundo agradecimiento al Iltmo. Sr. don Hipólito Jorge Dorta, canónigo maestrescuela de la Santa Iglesia Catedral, por haber aceptado hacer el prólogo de esta modesta publica­ción. Asimismo, quiero expresar mi gratitud a los servicios de publica­ciones de CajaCanarias, Cabildo Insular de Tenerife, Caja Rural Provin­cial y Mayordomía del Socorro, que han patrocinado esta costosa obra; en especial a don Pedro Modesto Campos Rodríguez, quien acogió con entusiasmo esta iniciativa y, como responsable de las dos últimas institu­ciones, ha realizado las gestiones conducentes a que se hiciese realidad. No puedo olvidar tampoco a todas aquellas personas que han colaborado conmigo en este trabajo, aportando información oral, escrita o gráfica: doña Mena Hernández Rodríguez, mi entrañable amiga (q.e.p.d.), don Carlos Gabiño de Franchy, don José Hernández Moran, don Leopoldo Tabares de Nava y Marín, y a diversos miembros de las familias Bello Díaz, Lecuona Prat, Lecuona Castro, Lecuona Mac-Kay y Hodgson Díaz, que amablemente me han atendido; a los fotógrafos profesionales de la familia Henríquez de Güímar, que han contribuido desinteresada­mente con su trabajo; y al personal y responsables de los distintos archi­vos consultados: Diocesanos de La Laguna y Las Palmas, Histórico Provincial, Instituto de Estudios Canarios, Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, General Militar de Segovia, registros civi­les de Santa Cruz de Tenerife y La Laguna, y parroquiales de Güímar, Candelaria, Arafo, Fasnia y Arico, por su amabilidad y colaboración; y en especial a los responsables del fondo canario de la Biblioteca Universitaria de La Laguna, por facilitar los libros originales del Dr. Díaz Núñez para su reproducción en edición facsímil.


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