Hay en este libro la presencia de un profundo afecto
de la autora al objeto de su estudio, con el
que contribuye a mostrar como la ciudad de San Cristóbal de La
Laguna afronta, entre 1800 y 1936, el tránsito a una modernidad que deja muy pocas huellas en su
fisonomía urbana. El siglo XIX es para la antigua
capital de Tenerife tiempo de decadencia, pero no por ello carente de un sereno y cautivador encanto. El pasado
esplendor de sus edificios se trueca en ruina y abandono y las acciones para
combatirlos son escasas, y débiles los
recursos y el convencimiento del Cabildo y Ayuntamiento. Las mejoras en los accesos, el arbolado, las plazas, que
parecen tener entre sus principales motivos
reforzar la atracción de La Laguna como lugar de veraneo para las clases acomodadas
de Santa Cruz, las más de las veces quedan inconclusas o se pierden en el
olvido. Sólo a partir de 1890, un
conjunto de mejoras en los equipamientos urbanos apuntan una salida a la
crisis secular.
La
primera parte de este trabajo es, sobre todo, la crónica del espacio vivido de
la ciudad y para ello Carmen Gloria Calero hace valer, además de una escritura
directa, precisa y ágil, que es común a aportaciones
de su trabajo y, por último, el análisis del núcleo urbano, en cuyo
espacio introduce la compartimentación social y morfológica de los diferentes barrios que lo forman.
El estudio de los equipamientos e infraestructuras
urbanas como luego el de producción de suelo y de viviendas forman el cuerpo
más original de este libro y casi con seguridad el de mayor deleite
para los lectores, siendo, por paradójico que
parezca, el que ha necesitado más tiempo de Carmen Gloria Calero, que ilusionada y subyugada por su
investigación, no ha dado cuartel a los legajos del Archivo Municipal de La Laguna. Trabajo
paciente convertido en capítulos tan sugerentes como los que dedica al
cementerio, a los establecimientos
educativos, que denomina "lugares de la educación", o a la Alameda del Prado. Igualmente bien tratados están los
equipamientos, entre los que el
referente al suministro del agua es, por la información que aporta y por su estructura, una auténtica
monografía. Van en ella los problemas
de su abastecimiento en la etapa preindustrial y los que ocasiona su exceso
anegando caminos y desbordando barrancos; las obras siempre pendientes del alcantarillado, la red de fuentes
públicas, lavaderos y abrevaderos y los avalares del suministro domiciliario.
Igual es la calidad de las páginas dedicadas a las
infraestructuras via-rias, en las que
se documentan las obras de empedrado, enlosado y embaldosado de las calles en
beneficio de la comodidad y el aseo de la ciudad, siempre presentes en las
preocupaciones de la política municipal. La entresaca de centenares
de notas de los documentos que la autora hilvana con finura le permiten construir otros apartados que dedica a
puentes y caminos, cuyas obras con
frecuencia también se retrasan, y a la remodelación del viario interior. Hasta
donde el Archivo Municipal le permite analiza el precario sistema de
iluminación de la ciudad que se electrifica en 1910.
Llegado a este punto, que es el final del primer
tomo de la tesis con la que Carmen Gloria
Calero se doctoró con la más alta calificación el curso 1998-1999 y de la que este libro es resumen, ya no hay
duda de que su aprecio a la ciudad, unido al rigor del método que aplica al
objeto de estudio, la convierten en la mejor
interlocutora entre La Laguna
del siglo XIX
y los lectores de este libro. Ese método es el
que se aplica a la reconstrucción de los espacios del pasado entendiendo el paisaje como totalizador
histórico, en cuyo uso la autora es experta.
Por ello, encontramos en este libro la sostenida intensidad de un paisaje pretérito, al rescate de los fragmentos todavía
presentes en la ciudad.
De los tres
elementos del paisaje urbano, plano, parcelario y espacio edificado, este último es esencial porque permite
comprender mejor la organización y
funcionalidad de las diversas partes de la ciudad y porque a través de las
tipologías edificatorias se pueden aquilatar las diferentes etapas del desarrollo del espacio urbanizado y los cambios
morfológicos en el tejido urbano. Por ello, la
explotación de los expedientes de obras particulares, que ofrecen una información tan valiosa como necesaria,
es tarea inexcusable. Carmen Gloria
Calero analiza un siglo de casos de ruina, reforma, reedificación y
construcción de nueva planta hasta un total de dos mil para todo el municipio.
Con ello pondera los ritmos edificatorios, tanto en la ciudad como en los distintos núcleos del municipio,
determina el peso relativo de cada
tipo de actuación y, sobre todo, establece nuevos tipos de viviendas que enriquecen catálogos precedentes. Y en las formas
de alojamiento para las clases
humildes descubre la existencia de cindadelas y cuevas y de "accesorias" y "sobrantes".
Muchos
más temas y cuestiones, de los que los reseñados son una muestra, se tratan en esta obra. Editada con
esmero por el Excmo. Ayuntamiento
de La Laguna,
sus páginas retoman la ciudad desde la Geografía en un trabajo cuyo rigor lo convierte en una referencia ineludible.
ramón pérez gonzález La Laguna,
2000
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