domingo, 14 de abril de 2013

CANARIAS SECRETO DE ESTADO





CAPITULO UNO
CANARIAS, EN LA ONU:
EL ABUELO DE AZNAR FRENTE
A LOS ZARPAZOS DEL 'OSO SOVIÉTICO'

TENTÁCULOS SOVIÉTICOS EN LA PRIMERA Y ÚNICA REIVINDICACIÓN INDEPENDENTISTA DE CANARIAS EN LA ONU. LA DEFENSA DEL ARCHI­PIÉLAGO POR PARTE DEL ABUELO DE AZNAR.- EL EMBAJADOR LEQUE-RICA SALVA A LAS ISLAS DE LA 'DESCOLONIZACIÓN', A PESAR DE LAS TORPEZAS DE CARRERO BLANCO.
La lucha por las libertades democráticas durante la Transición en Canarias no fue patrimonio de una sola persona ni de una única organización clandestina. Aunque el PCE dominaba casi hegemo-nicamente la pelea política contra la Dictadura, otros miles de canarios sin adscripción partidaria concreta contribuyeron con sus actitudes o su rebeldía a impedir que la intolerancia se consolidase en el poder. Los comunistas fueron los primeros en dominar la calle y el ámbito sindical, los nacio­nalistas transformados posteriormente en independentistas se movían en el exilio europeo y africa­no, los socialistas se atrincheraron en la oposición universitaria y pagaron también con el destierro o el exilio, mientras que los liberales, regionalistas y democristianos que convivían con el régimen se encargarían por último de desactivarlo jurídica y parlamentariamente desde dentro a la muerte de Franco. Puede que sin la participación de todos ellos, en mayor o menor medida, el Archipiélago como parte de España, seguiría guiado más por la caverna que por la razón.
1960 es un año decisivo para Canarias, aunque la mayoría de sus habitantes y visitantes perma­nezcan ajenos a lo que se estaba cociendo entonces en el mundo. Como parte geográfica del conti­nente africano, ese año el general Franco tuvo que resistir la primera andanada diplomática de la emergente y grandiosa vecina negra, que empezaba a despertarse de manera autónoma gracias a la evolución de los procesos de descolonización. En 1960 acceden a la independencia diecisiete nuevos Estados africanos, en lo que se llamó internacionalmente como "el año de África". La fascina­ción por este fenómeno en la opinión pública mundial era similar al que ahora podemos apreciar con respecto a los países asiáticos o del Este europeo, aunque con un claro ingrediente ideológico añadido que conectaba con los sentimientos de toda la izquierda europea de forma muy nítida.
Ese otoño, en el curso de la XV Asamblea General de la ONU, se van a sentar las bases ideológicas e institucionales por las que, a partir de entonces y de forma acelerada, va a discurrir el proceso desco­lonizador. El general Franco ya había conseguido que su régimen fuese reconocido por el resto del mundo y de hecho se le permitió entrar en la ONU el 14 de diciembre de 1955. Pero Naciones Unidas vivía una imparable fuerza centrípeta en favor de la independencia africana y el 14 de diciembre de 1960 su Asamblea General aprueba entre el alborozo mundial la "Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales" más conocida como la "Resolución 1514".
España se había unido al reducido número de nueve países que se abstuvieron en la votación, por 89 que la apoyaron. El debate surgió a iniciativa del presidente soviético Jruschov, que de esta forma se apuntaba un importante triunfo ante las naciones del Tercer Mundo. En Nueva York le aplaudieron a rabiar Nehru, Fidel Castro, Nkrumah, Sekou Touré... mientras los Estados Unidos se lamían las heridas ante el evidente éxito diplomático de sus entonces adversarios.
El alegato anticolonialista de la ONU tuvo sus primeros efectos en Mauritania. Fue Marruecos la que se apresuró a pedir su anexión, pero Francia, que llevaba sesenta años asentada en sus tie­rras, se negó y optó por darle la independencia, ante la rabieta del monarca, Mohamed V, padre de Hassan II. El fracaso le animó a desviar su interés hacia Ceuta y Melilla, planteando por vez pri­mera sus reivindicaciones territoriales en Naciones Unidas, junto a las del Sahara y el Sidi Ifni. La presión marroquí sobre las posesiones españolas norteafricanas era apoyada por ocho países: Siria, Libia, Indonesia, Jordania, Líbano, Yemen, Sudán y Arabia Saudita. La oposición verbal de España en Nueva York la sostuvo el embajador Manuel Aznar, abuelo del ahora líder del PP:
- Hemos dicho y mantenemos que no existe en los territorios bajo nuestra jurisdicción ningún
asunto, ningún problema, aparte de los de la justicia y el honor, que no puedan resolverse por
negociaciones bilaterales con los países que estiman tener derecho a una reclamación*.
(Francisco Villar. El proceso de descolonización del Sahara)
Las posturas estaban terriblemente enfrentadas, pero Marruecos se veía sonreído por el clima mun­dial favorable a las descolonizaciones, sinónimo de libertad y de liberación del yugo colonialista para la inmensa totalidad de las opiniones públicas europeas y occidentales. Sin embargo, dos países se resistían hasta el final: Portugal y España. El secretario general de la ONU fue desairado por las dos últimas dictaduras europeas cuando al alimón desatendieron su petición de información sobre sus tierras africanas, consideradas "Territorios No Autónomos (TNA)". Los dos países ibéricos rechazaron la demanda porque pensaban, en cambio, que esos territorios eran "provincias".
Como la discusión se prolongaba, la Asamblea General decidió crear el "Comité de los 6", que evaluaría las raíces coloniales de estas posesiones y emitiría un informe. Cuando este dossier se terminó, la nueva mayoría afroasiática aliada con los países comunistas convierten su discusión en un proceso público a la política colonial española y portuguesa, que sólo encuentran aliados en algunas naciones iberoamericanas. En este ambiente enrarecido, el 3 de noviembre de 1960 el delegado soviético Kutchava tercia en la polémica y durante su intervención en Nueva York seña­la como colonias españolas "el Ifni, el Sahara y las Islas Canarias". La delegación española escu­chó estupefacta el alegato, que venía nada menos que de una superpotencia.
Manuel Aznar se puso a la defensiva, debido al tono que empiezan a cobrar los debates. Nunca antes nadie había osado cuestionar la españolidad de Canarias y mucho menos en un foro interna­cional. El diplomático español, arrinconado y sorprendido por la iniciativa, trató de buscar un equilibrio entre las posiciones ortodoxamente colonialistas del presidente del Gobierno, almirante Carrero Blanco y las más templadas del ministro de Asuntos Exteriores, Castiella:
- España no sabe lo que es un TNA y piensa que no se le puede imponer el envío de información […]

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