jueves, 25 de abril de 2013

grabados rupestres de canarias





Los grabados rupestres canarios a exposición
Juan Francisco Navarro Mederos
LOS GRABADOS HOY
las inscripciones rupestres prehistóricas canarias, como las de cualquier otro lugar, no suelen ser para el hombre de la calle otra cosa que misteriosos graíis-mos, portadores de mensajes indescifrados, que despiertan la imaginación de los ociosos, y sobre los que cualquiera se permite la ligereza de teorizar o interpretar. Pero no siempre se comprende en toda su dimensión que la importancia o el interés de pinturas y grabados rupestres reside en que a través de ellos los primeros cana­rios expresaron ideas, sentimientos y creencias o, lo que es lo mismo, su mundo intelectual y espiritual, más difícil de encontrar reflejado en el resto de su cultura material.
La literatura arqueológica internacional ha discutido sobre la aceptabili­dad del término arte para referirse al prehistórico. Los detractores de tal categoría se basan en que tuvo un carácter más funcional que lúdico, porque unos fueron mensajes prácticos a los demás hombres, y otros —quizá los más— eran vehículo de expresión vinculado al mundo de las creencias y prácticas mágico-religiosas y cuya finalidad última era asegurar la propia subsistencia. Sin embargo, para otros el arte ha sido eso durante la mayor parte de la historia de la humanidad, si no toda ella.
La investigación sobre estas manifestaciones tiene una larga historia en Canarias; pero, a pesar de ello, puede afirmarse que hasta la década de 1970 no surgen las primeras sistematizaciones. Es la época en que investigaron por separado A. Beltrán Martínez y M.S. Hernández Pérez, los dos intentando realizar estudios globales del Archipiélago. Los frutos fueron considerables y de gran trascendencia, sentando las bases para cualquier trabajo posterior, aunque nunca se llegara a pu­blicar el grueso de sus trabajos, sobre todo en lo que respecta a M.S. Hernández, quien recorrió en vano los despachos de Cabildos Insulares y Mancomunidades con su monografía bajo el brazo. Fue una lástima que eso ocurriera, porque la no difu­sión de tanto esfuerzo obliga a repetirlo más tarde, y así ha sido.

Después ya surgió un cierto aire de especialización, de manera que cada investigador vuelca hoy su esfuerzo en una parcela territorial o temática: J. de León, R. Balbín y A. Tejera prospectan en Lanzarote; R. Hernández, A. Perera y J. de León en Fuerteventura; J. Cuenca, entre otros, en Gran Canaria; A. Tejera, R. Bal­bín, V. Valencia, F. Álamo y varios más en Tenerife; J.F. Navarro y otros en La Gomera; M.C. Jiménez en El Hierro; en La Palma el equipo coordinado por E. Mar­tín, J.F. Navarro y F.J. País; además, R. Springer trabaja temáticamente sobre los caracteres epigráficos líbico-beréberes; F. García-Talavera y J. Espinel sobre algu­nos grabados de Tenerife que relacionan con juegos; etc.
En la actualidad algunos investigadores no se limitan a la descripción, sino que entran de lleno, aunque con la necesaria cautela, a interpretar los grabados. Hubo un tiempo en que la arqueología tradicional desdeñaba su interpretación, porque se consideraba imposible llegar a entender la mentalidad de sus autores, radical­mente distinta a la nuestra. Hoy empieza a comprenderse que el arte rupestre no sólo da al arqueólogo la certeza de una actividad simbólica, sino que el investigador puede acercarse a ese mundo simbólico, conociendo el ambiente y la cultura de sus autores en todos sus aspectos, incluyendo los tecnológicos, menospreciados ino­centemente en un pasado cercano por quienes confundían tecnología con tipología, sin entender ninguna de las dos cosas.
UN MUNDO HETEROGÉNEO
La inmensa mayoría de nuestro arte prehistórico está integrado por gra­bados, ya que las pinturas, muy inferiores en número, quedan circunscritas de mo­mento a la isla de Gran Canaria. Dentro de los grabados existe una evidente varie­dad estilística, temática y técnica.
No existen dudas sobre el carácter prehistórico de todos los grabados de La Palma, El Hierro y Gran Canaria. Sin embargo, para el resto de las islas hay […]

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