[5 TOMOS]
Presentación
LA Historiografía canaria surge con los
primeros intentos europeos por anexionar
las Islas. La crónica de los franceses Fierre Boutier y Jean Le Verrier, redactada a principios del siglo XV,
constituye el primer capítulo de esa literatura histórica. Un
capítulo que, como el de las crónicas castellanas,
redactadas a continuación (Ovetense, /.acúnense, Matritense...) tienen el valor de lo testimonial.
A partir de
estas fuentes cabe establecer dos hitos en el desarrollo de la Historiografía de tipo general: antes y
después de Viera y Clavijo; antes y después de la escuela universitaria lagunera.
Antes de Viera y Clavijo (1731-1813) hemos de
tener en cuenta la recapitulación
de Leonardo Torriani (Descripción e Historia...); el aporte de fray Alonso de Espinosa, muy concreto y que citamos porque quizá por haber
vivido el autor en América tuvo presente el
mundo indígena insular; y la solvente y siempre requerida Historia
de la Conquista... de fray Juan de Abreu y Galindo. Son tres nombres del
Quinientos a los que siguen otros tres en el siglo XVII: Juan Núñez de la Peña, gran compilador que fue cronista general
de Castilla y León y autor del Libro de las Antigüedades; el erudito Tomás Marín y Cubas, a
quien debemos una Historia de las siete islas...; y fray José de Sosa
padre de una curiosa Topografía de la Isla Afortunada de Gran Canaria.
El
aristócrata Pedro Agustín del Castillo (1669-1741) cabalga entre dos centurias y su Descripción
histórica y geográfica..., obra clásica, que ha merecido una edición crítica a
cargo de Miguel Santiago donde no sabemos si las notas y aclaraciones de éste
encierran más valor que el texto de don Pedro Agustín. Cuando éste muere,
Viera y Clavijo tiene diez años. El fecundo arcediano dedicará buena parte
de su vida a las Noticias de la Historia General de las Islas Canarias (1772), obra imposible
todavía de olvidar. Siempre hemos de recurrir a ella, porque Viera y Clavijo
como nadie había hecho hasta su
momento produjo un libro imprescindible.
En la
centuria siguiente, Francisco María de León quiso continuar el texto de Viera, y otros como
José Agustín Alvarez Rixo o Domingo Déniz Grek produjeron libros laboriosos y sobre concretos periodos o
resúmenes.
Digno del empeño de Viera y Clavijo sólo destacaría en el siglo XIX, don Agustín Millares Torres, notario-compositor e historiador,
autor de una Historia General de Canarias reeditada con notables añadidos o
puesta al día por autores contemporáneos.
Hemos de aguardar ya dentro de nuestra centuria a la década de los 40 para toparnos con el que
hemos considerado segundo e importante hito en el desarrollo de la historiografía
insular: la escuela universitaria de La Laguna, encabezada por el maestro
Elias Serra Ráfols, pero representada por un conjunto dentro del cual entran
los nombres de Buenaventura Bonnet, Juan Alvarez, Leopoldo de la Rosa y
Alejandro Cioranescu. Serra Ráfols creó toda una escuela y dio un decisivo empuje
al cultivo de la ciencia histórica con especial énfasis en la prehistoria
y el siglo XVI.
Independientemente tuvo lugar una tarea individual con
aportes referidos a diversas épocas y materias, prueba del interés despertado por el
conocimiento del
pasado insular, al que no eran ajenas tres revistas señeras: la «Revista de El Museo
Canario», la «Revista de Historia» y el «Anuario de Estudios Atlánticos». Al
citar a esta extraordinaria publicación, que sin duda tuvo como ejemplo al «Anuario
de Estudios Americanos» creado en Sevilla, hemos de referirnos a su factótum,
Antonio Rumeu de Armas, que por si sólo constituye un capítulo de la Historiografía canaria.
Si, como
hemos visto, las aulas universitarias, la presencia de unas revistas y el
ejemplo personal de un conjunto de figuras fueron notables catalizadores o promotores del
profesionalismo histórico isleño, semejante ha ocurrido con un nuevo fenómeno incorporado en el año de 1976,
gracias a la […]
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