viernes, 26 de abril de 2013

MANIFESTACIONES RUPESTRES DE LAS ISLAS CANARIAS





INTRODUCCIÓN
antonio beltrán martínez Universidad de Zaragoza
Cuanto en esta Introducción se exponga habrá de ser revisado a la luz de cuanto se aporte a este / Simposio de Manifestaciones Rupestres del Archipiélago Canario-Norte de África y tal como queda escrito se limita a una subjetiva apreciación del estado de la cuestión o, si se prefiere, aun índice de cuestiones que distan mucho de estar resueltas y que no atañen sólo al Archipiélago Canario o al Norte de Anjea, sino a jas relaciones atlánticas de .todos los tiempos, a las de estas zonas conlas mediterráneas y sliscontactos (por ejemplo erflo" que se refiere a las pintaderas), a los problemas de difusión y convergencia de coincidencia de ideas elementales * y a la peculiar situación cultural de los conjuntos cerrados y a su dinámica interna, con las consecuencias inmediatas de asignaciones cronológicas culturales, rela
tívas o absolutas.

En nuestro primer trabajo sobre los grabados canarios del barranco de Balos 2 exponíamos la situación de los estudios sobre los temas generales de la prehistoria canaria y del arte rupestre en particular, con la fuerte carga de aplicación de los principios válidos en diversas zonas de los continentes europeo o .africano y las consecuencias perturbadoras que de ello se derivaban. No añadiremos el análisis de los estudios recientes de Pellicer, Balbín, Tejera y Mauro S. Hernández, entre otros, porque de ello se ocupa en esta misma publicación el último autor citado y los demás participantes con sus aportaciones muestran la fragilidad y lo incompleto de nuestras síntesis de hace años. Pero siguen siendo válidos los peligros que anunciá­bamos como el de la utilización de las comparaciones formales para estabieeer sincronismos o vinculaciones respecto de temas geométricos usados en los grabados canarios y en las figuras humanas del barranco de Balos y de yacimientos anómalos como La Majada Alta o la decoración de la Cueva Pintada de Gáldar y otros monumentos semejantes. Y por descontado las generalizaciones con valor absoluto que se derrumban ante cualquier nuevo descubrimiento. Por ejemplo se decía que el arte rupestre canario se componía esencialmente de grabados, con ausencia casi total de pinturas, como ocurría en los grabados del arco alpino italiano o centroeuropeo; sin embargo en 1994 se han hallado hasta cuatro lugares con pinturas en la zona del parque de Ceto-Cimbergo y seguramente aparecerán muchos más para demostrar que existieron pinturas de la misma época y estilo que los grabados, pero que se han perdido por la usura del tiempo y de los elementos.
Un ejemplo práctico de lo peligroso del uso del método comparativo al modo impuesto por la Escuela Histórico Cultural está en la repetición de las calificaciones cronológicas de los grabados del Julan en el Neolítico o los de Belmaco, Fuente de la Zarza y Tigalate Hondo entre el 1800 y. el 1500 relacionados con los de la Edad del Bronce de las regionesjitlánticas europeas como parte desuna región en la qué~~sé integrarían el Noroeste de África. Galicia, Bretaña, Escocia elrlanda.
Probablemente muchos inconvenientes se despejarían si pensáramos que el arte no es más que la expresión gráfica de las ideas y, por consiguiente, pinturas o grabados son inseparables de los modos de vida y la cultura de sus autores que conocemos, mejor o peor, a través de las investigaciones arqueológicas. Un primer tema básico es el de la poca fijeza de los conceptos sobre los elementos pancanarios y la falta de unidad cultural entre las diversas Islas del Archipiélago, debiendo buscarse los elemento? comunes en áreas mucho más extensas y_a través de mecanismos nada sencillos, enlazándose el problema con el del origen de los aborígenes de cadajsla. lesulta, por lo tanto, inexacta poco precisa la denominación de arte rupestre canario pues no hay un arte rupestre común al archipiélago, sino específico de cada isla, y las diferencias en las expresiones gráficas rupestres de cada una de ellas son radicales e incluso alguna apenas cuenta con mínimas manifestaciones en tanto que otras, como La Palma o El Hierro, poseen miles de grabados que suelen ponerse en relación, por una parte, con el mundo atlántico y por otra con el africano del Noroeste, sin que estos vínculos sean excluyentes el uno del otro y teniendo en cuenta que cualquiera de los conceptos que provocó la realización de los grabados tuvo una evolución cerrada en cada una de las islas hasta el punto de que en cada una tomó un aspecto peculiar y autóctono que impide establecer criaciones rígidas incluso para temas tan universales como los signos circulares simples, concéntricos, espirales, laberintos ó meandros. Sin ex­cluir, por descontado, los elementos alóctonos. […]

1.   a.beltrán «Crisis in traditional ideas about european Rock Art: the questions of
diffusion and convergence», Rock Art in the oíd World, Nueva Delhi 1992, p. 401.
2.   A. beltrán, Los grabados del barranco de Balos (Gran Canaria), Las Palmas de
Gran Canaria 1971. L. diego cuscoy, Paletnologia de las Islas Canarias, Santa Cruz de Tenerife
1963. m.tarradell, «Los diversos horizontes de la prehistoria canaria», Anuario de Estudios
Atlánticos, 1969,15. Los antecedentes en s.jiménez sánchez, La prehistoria de Gran Canaria,
Revista de Historia, 70, 1945 y Síntesis de la Prehistoria de Gran Canaria, Las Palmas 1963.
pérez de barradas, Estado actual de las investigaciones prehistóricas sobre Canarias, Las
Palmas 1939 y hernández «Neolitismo de los aborígenes canarios», // Congreso Nacional de
Arqueología, Zaragoza 1952 p. 197.

No hay comentarios:

Publicar un comentario