jueves, 21 de marzo de 2013

LAS DATAS DE TENERIFE (LIBRO V DE DATAS ORIGINALES)





En la introducción que el profesor Elias Serra Ráfols puso al •primer fascículo de las FONTES RERUM CANARIARUM, que apareció en 1933, y contiene la CRÓNICA DE LA CONQUISTA DE LA ISLA DE GRAN CANARIA, que se atribuye al alférez mayor Alonso Jaimes de Sotomayor, se decía:
«Las FONTES RERUM CANARIARUM han de ser una colección de textos narrativos o documentales, de interés para el pasado de las islas... en ellos nos limi­tamos a la reproducción del texto antiguo objeto de cada fascículo y a un estudio del mismo texto, de sus rela­ciones con otros, de su aprovechamiento por nuestros historiadores pasados...»
Desde aquel primer cuaderno, que llenó menos de cincuenta pá­ginas, hasta el último, publicado en 1986, que tiene cerca de sete­cientas, han pasado cincuenta y cuatro años, entre los cuales el INS­TITUTO DE ESTUDIOS CANARIOS ha proseguido la labor di­vulgadora de la historia de las islas.
El volumen que se presenta ahora a la curiosidad de los estudio­sos, hace pues el número XXVIII de las FONTES. Contiene lo que se reunió en el Libro V de las DATAS originales del Adelantado, custodiado en el Archivo histórico del Ayuntamiento de San Cristó­bal de La Laguna, que fue entonces capital de la isla de Tenerife.
Datas son las concesiones de tierras, aguas, etc., que se realiza­ron por orden del Adelantado Alonso Fernández de Lugo, cuando se acabó la conquista de Tenerife. Se conocen también como «repar­timiento de Tenerife».
Antonio Ruméu de Armas, en LA CONQUISTA DE TENERI­FE, resumió el proceso del reparto, en estos términos:
«Otro de los problemas que más urgía resolver para la colonización de la isla era el de los repartimientos de tierras. Al igual que los Reyes Católicos habían agraciado al conquistador de Gran Canaria Pedro de Vera, por cé­dula de 4 de febrero de 1480 con los oportunos poderes para repartir esta isla, aún antes de que la conquista fuese finalizada, se imponía ahora tomar análoga medida, sin la cual todo progreso económico quedaba automática­mente suspenso... Descontentos los monarcas del proce­dimiento y manera como se habían efectuado los reparti­mientos en Gran Canaria e informados de las protestas que los mismos habían levantado, decidieron paliar estos riesgos con el respaldo de dos voluntades, en lugar de una sola; de esta manera habían resuelto nombrar «una per­sona que junto» con Alonso de Lugo «entendiese en el repartimiento de las tierras, casas y heredades». Sin em­bargo los Reyes Católicos quedaron de momento tan sa­tisfechos con el comportamiento de Lugo que decidieron darle una prueba más de su leal confianza autorizándole a él solo sin intromisiones ajenas, a repartir la isla. Esta real carta es del 5 de noviembre de 1496.»'
El historiador de Canarias, José de Viera y Clavijo, señaló que el Adelantado delegó en otras personas:
«Para ellas se habían asociado cuatro sujetos de la mayor integridad, a quienes confirió sus poderes. Estos arbitros tasadores de las fortunas de sus conciudadanos hicieron (si estamos al cómputo de Núñez de la Peña), nuevecientas noventa y dos donaciones.»2 […]
1  A. RUMÉU DE ARMAS.: «La conquista de Tenerife». Aula de Cultura del
Cabildo de Tenerife, 1975. Página 370.
2  J. DE VIERA Y CLAVIJO: «Historia de Canarias». Libro IX, parag.0 30.

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