domingo, 24 de marzo de 2013

AL PETROLEO NO, A LOS POLITICOS





Isidro Santana León

No hay que tenerle miedo al petróleo, el sedimento fósil ha estado ahí millones de años sin que haya pasado nada: hay que temerle a los políticos. Los aspectos que denuncian sus señorías del Gobierno de Canarias, ayuntamientos, grupos ecologistas y otras asociaciones sensibles con el tema, sobre el peligro que supone la extracción de crudo para el medio ambiente y la industria turística, son irrelevantes. El procedimiento concluyente para solucionar este problema, y que ninguno de los políticos canarios, ni grupos arriba señalado se atreven a enjuiciar, es revelar el contexto de ilegalidad jurídica en que anda metida España con este asunto, como con tantos otros que atañen a Canarias. Sin embargo, es harto sospechoso observar por qué en este terreno no quieren entrar los llamados representantes del pueblo canario –sobre todo los que gobiernan– y los líderes de la sociedad civil que están en contra de las prospecciones, sin duda porque saben que se verían envueltos en un litigio de índole internacional, donde la situación colonial de Canarias saldría a flote antes que el gas, y luchar no es lo mismo que jugar. Es notorio que, por cobardía, aquiescencia y por las potenciales dádivas y sobornos que les caerían de las multinacionales y del gobierno de la metrópoli, por mantener una complicidad leal y una felonía más al pueblo canario, solapan la vía contundente y legal, justificando o soslayando la realidad colonial de Canarias, desviando así la atención de la parroquia hacia los supuestos inconvenientes ecológicos del crudo, humo con el que esquivan la ilegalidad jurídica que comete España en estas aguas. Para los desinformados o intoxicados, quiero advertir que no es España quien le concede los permisos a REPSOL para extraer el crudo en las aguas del Archipiélago, sino Marruecos.
Tirando de pregón, para amortiguar la mancilla, España sólo se queda con la apariencia de legalidad en la zona, mientras que Marruecos es quien firma los contratos con las multinacionales petroleras, quien se llevará el porcentaje que le convenga a su reino y a las empresas y, España, como siempre –igual que en la Batalla de Lepanto– se llevará gloria pírrica, mientras que Canarias será la potencial heredera de los previsibles desastres. Ningún Estado del mundo hace cesión de su soberanía por misericordia, y menos aún cuando en ella hay recursos; por ello el país alauita no va a hacer concesiones a España, porque las aguas y la tierra del archipiélago –excepto La Palma y Hierro– se encuentran en la zona económica exclusiva de Marruecos.
En reiteradas ocasiones hemos señalado que la única vía posible, legal, para declarar las aguas que están en torno a nuestro archipiélago como propiedad inviolable de Canarias, donde ni Marruecos ni algún otro país pueden hacer injerencia, es llevando el asunto colonial de nuestra nación a la Organización de Naciones Unidas y resolver ya la independencia, además de reclamar las correspondientes compensaciones por actos de pillaje e indemnizaciones por los 500 años de colonialismo asesino. Insisto, con la soberanía nacional, convertida en un Estado soberano, Canarias sí podría acordar y trazar la mediana con Marruecos, delimitar nuestra zona económica exclusiva, nuestro espacio aéreo, nuestras llanuras y fondos abisales y gozaría de potestad legal para explotar, si quiere o no, los recursos marinos de su zona. Pero son los políticos cobardes y esbirriles canarios, muchos de ellos conocedores de la verdadera salida a la situación, quienes siguen huleando las moscas, para que el vecindario vea que hacen lo propio, negándose a echar el flish como solución definitiva a la libación foránea. Belicoso Soria –triunfador del “campano”–, a pesar de demostrar ser enemigo de Canarias, está siendo honrado con los fines que persigue, pues practica lo mismo que han hecho todos los políticos cuando ostentan el poder, muchas de las veces con la anuencia de la oposición: arrimarse a los lobby y preparar el terreno para sus intereses, privatizar empresas públicas y todo lo que sabemos, para cuando se retiran de la profesión política entrar como accionistas, asesores o directivos de las multinacionales. Aunque no nos lo creamos esa ha sido la política de los elegidos por el pueblo: funcionar como gestorías de la banca, holding o transnacionales. El soborno, los favores, las dádivas hechas por estas entidades a los partidos políticos, para financiar las campañas electorales y otras prebendas personales adquiridas por los “representantes del pueblo”, son la coacción y el chantaje de los grupos de presión, mediante el cual los políticos derrumban el llamado estado de bienestar, los derechos de las personas… y se implanta y consagra la criminalidad político-financiera y el asesinato indirecto: esa es la deuda que todos estamos pagando. Quien coge sucio, aunque sea poco, se corrompe, y ahora, nuestros “representantes”, no son administradores de los intereses de todos, de lo general, sino rehenes de los poderosos, de los capitalistas. Claro, hay un poder que tenía que haber cortado por lo sano con todo esto –por algo se llama Poder Judicial– donde fiscales y jueces tienen margen de maniobra para imputar y encarcelar por corrupción hasta al Rey, pero como toda España está podrida, y los jueces y fiscales no son independientes a la corrupción, paga la víctima y no el verdugo, para que el sistema judicial no se pare sino que siga siendo eficiente para los que tienen dinero: poder.
En Canarias no hay una oposición real a la iniquidad de la Metrópoli: si el Estado está podrido su colonia casi extinta. No es una critica contundente ni objetiva, contra las prospecciones y los intereses de las multinacionales, alegar que si los fondos marinos de las Islas no prestan seguridad para ello, que si los vientos del nordeste arrastraran las manchas hacia todo el Archipiélago, que si el efecto invernadero, etc. Con estas alegaciones se están justificando las maniobras de la multinacional y la ilegalidad de España y, por otro lado, escondiendo el asunto de fondo: España no tiene mar en Canarias, España no tiene jurisdicción marítima es estas aguas; estamos a más de 200 millas marinas de su territorio, que tampoco las tiene porque tropieza con la jurisdicción de Portugal y de Marruecos. Ningún político canario se atreve a poner el dedo en la llaga y en la solución del problema, lógicamente porque quieren seguir ejerciendo de mandarines en este sistema podrido y colonial, colocando parche tras parche a la gran hemorragia. Lo importante, lo esencial, como son los derechos colectivos del pueblo canario, no son sus intereses; sus intereses siempre han estado junto al sistema colonialista que los amamanta, y que a veces le quita, por un tiempo, la teta a unos para dársela a los otros, periodo en el que sólo lloran, gruñen o patalean para que no les retiren por mucho tiempo el pezón. El último amago de “gallardía” de este gobierno esbirril de Canarias, fue enviarle una carta plañidera al Sr. Ban Ki-moon –Secretario General de la ONU– en vez de recurrir, como estamos demandando desde hace muchos años una parte del pueblo canario, al Comité de Descolonización o a la Asamblea General de las Naciones Unidas, para poner fin al colonialismo, a la explotación extranjera en Canarias y que los recursos del nuevo Estado se nacionalicen, inviertan y reviertan en el pueblo canario. Puede parecer una hipérbole, pero estoy convencido, y no menos amagüado, de que Canarias, si hubiera obtenido la independencia hace algunos años, a estas alturas seríamos una de las potencias económicas del mundo, en proporción a nuestro territorio y demografía, con un desarrollo envidiable y digno de seguir, y una calidad de vida en nuestro pueblo que ni podríamos imaginar. Desgraciadamente nos tocó la metrópoli más abusadora y saqueadora de la historia, y unos políticos canarios cobardes, serviles y traidores, que nuestro pueblo, cuando tome conciencia, jamás absolverá. Presiento que más temprano que tarde caerán los nombres de tantas calles y plazas, honores que, inméritamente, le han dado a muchos asesinos, traidores, ladrones, estafadores y dictadores: los nombres de las calles nos indica qué sociedad tenemos en Canarias y qué malhechores hemos consentido, lo llevamos grabado en la frente, además de en el alma.
22/03/13

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