martes, 2 de abril de 2013

HISTORIA DE SANTA CRUZ DE TENERIFE




Alejandro Ciuranescu
[4 TOMOS]

Cuando presentan a sus lectores algún trabajo de mayores vuelos o responsabilidad, los autores suelen encarecer desde la entrada las di­ficultades específicas de su argumento. No desaprovecharé esta posi­bilidad de señalar los problemas con que he tenido que enfrentarme: pero tendré que hacerlo de modo algo diferente. Diré que la historia de Santa Cruz de Tenerife no es difícil de escribir: y la prueba es que se ha vuelto a hacer varias veces. Lo que sí me parece difícil es escri­birla bien.
Son varios los peligros con que se tropieza al entrar por este ca­mino. Creo haberlos tenido en cuenta y, de todos modos, he intenta­do sortearlos: no para eludirlos o suprimirlos, sino para servirme de ellos como de balizas o de pautas útiles y, en la medida de lo posible, aprovecharlos. Quizá no habré comprendido rectamente mi discuti­ble deber de historiador. Precisamente por tratarse de materias opina­bles, será preferible indicar desde el principio mis opciones: porque con ello quedará dicho qué es lo que se puede encontrar en este libro y qué es lo que será inútil buscar en él.
En primer lugar, la historia de Santa Cruz se funda en una do­cumentación incompleta. Así como la historia de Tenerife en general se puede reconstituir teóricamente en cada una de sus partes, sin ma­yores dificultades, el pasado de su capital se caracteriza por numero­sas zonas de sombra, cuando no de tinieblas, debido a la lastimosa pérdida de la mayor parte de sus archivos. Los de sus escribanos pú­blicos han desaparecido en su casi totalidad. Los del Ayuntamiento han sido aligerados de la mayor parte de su fondo antiguo. Los de las demás autoridades y entidades ubicadas en Santa Cruz han dejado tan poco rastro —con la honrosa excepción de la iglesque a veces se podría dudar si han existido jamás. De las estadísticas referentes al comercio, al movimiento del puerto, a la contabilidad de la Hacienda, se han conservado algunos restos, mri nantes, que perte­necen a una época más bien tardía. No hay ninguna posibilidad de se­guir la marcha de un proceso a lo largo de una época más o menos sig­nificativa, de estudiar una evolución, de acechar cambios o progresos; mucho menos, de recurrir a la historia cuantitativa, que encontraría su mejor justificación en el estudio del tráfico, del comercio, de la pobla­ción. Todo queda reducido a sondeos casuales, a hallazgos inconexos, a lo poco que puede robar al silencio del pasado una documentación caprichosa, por ser fundamentalmente ajena al tema.
Sin embargo, pensándolo bien, esta situación no es peculiar de Santa Cruz, sino de la historia en general. El historiador nunca lo sabe todo, ni puede, ni sería aconsejable saberlo: si lo pudiese, le sería mu­cho más fácil perderse. Por ejemplo, de la población de Santa Cruz só­lo poseemos padrones a partir de finales del siglo XVIII: nuestra igno­rancia es total, o casi total, para toda la época anterior. Pero nuestro cometido no es la historia de la población de Santa Cruz. Nuestro ar­gumento es siempre otra cosa y en cierto modo nos conviene saber al­go —no mucho— de todo. Si dispusiéramos, para toda la historia de Santa Cruz, de estadísticas tan completas y tan complejas como las de ahora, no tendríamos más remedio que olvidarlas, para no naufragar. Las interrogaríamos por medio de sondeos: que es precisamente lo que nos brinda nuestra documentación actual. Lejos de desanimarnos, la pérdida de la mayor parte de los archivos bien podría constituir un es­tímulo y una garantía; porque, paradójicamente, quien limita nuestros fracasos no es la extensión de nuestros conocimientos, sino la de nues­tra ignorancia. La escasez de los datos no nos permite representar a la vez el conjunto y el detalle, sino que nos obliga a dejarlo todo en el es­tado de boceto, sombreando o difuminando allí donde no cabe indi­car contornos precisos. No sé si la historia puede ser otra cosa.
Por otra parte, la historia de Santa Cruz es difícil que sea sólo la historia de Santa Cruz. Hemos dicho que la documentación es lateral y fundamentalmente ajena al tema: o sea, que trata del puerto visto desde fuera, o de las circunstancias generales en que Santa Cruz es un detalle más. El lugar y puerto, luego villa, luego ciudad, ha tenido una vida propia y, por consiguiente, puede tener una historia propia. Pero esta historia ha sido insignificante en sus principios y sería indescifra­ble en la época moderna, si intentáramos reducirla a sí misma. El pa­sado depende de muchas cosas, como el presente: y este nexo de Ínter-[…]

No hay comentarios:

Publicar un comentario