capítulo I
primeras
noticias de canarias
Asentamientos
primitivos. Egipto y Mesopotamia. El comercio. La aparición del bronce.
Viajes y expediciones prehistóricas. Canarias y Tartessos. Fenicia y Cartago.
La Batalla de Alalia. Desaparición de Tartessos. Los Campos Elíseos. La
Macaronesia. San Borondón. Mapas y portulanos. Territorios mitológicos.
Expedición de Genoveses y mallorquines. Los Hermanos
Vivaldi. Ideario náutico y geométrico del medievo tardío. El Camino
del mar.
Los agrupamientos poblacionales
tienen su inicio en torno a determinados puntos geográficos que por su
abundancia en agua y caza, así como por disponer de un clima adecuado y fáciles accesos se produce en ellos
una situación privilegiada. Tal circunstancia determina el que se conviertan en centros primitivos de poblamiento. En
un momento determinado, y ante las
nuevas necesidades que surgen en el seno de los núcleos emergentes, los miembros de mayor iniciativa se
sienten obligados a ir más allá de sus fronteras, terrestres o
marítimas, para encontrar y traer a su propio habitat el plus de alimentos y materias que necesita esa población.
Completar el déficit de los recursos de su propio territorio o
intercambiar los sobrantes por otra variedad de bienes de consumo básicos es la idea clave de este primario bullir.
Normalmente no se investigan las cercanías en un solo sentido, sino que del propio solar parten en todas direcciones
distintas corrientes, de tal suerte que se crea un primer cinturón de
territorio anexo rastreado que continuamente
se va ampliando. En definitiva las exploraciones del entorno se desarrollan por círculos concéntricos, y a lo largo de muchas
generaciones, se crean caminos o rutas que enlazan con otras sociedades,
culminando en la creación de una malla que, con el devenir, tendrá dimensiones continentales. Entre las características
básicas de un territorio adecuado
para servir de asiento a primitivos centros de cultura emergentes deben estar el agua, la caza y el sol. Dicho
territorio habrá de estar dotado por tierras llanas y fértiles que proporcionen buen pasto para el
ganado y cosechas en las distintas estaciones
del año y también sea posible una comunicación fluida con el entorno.
Condiciones ideales que se cumplieron en algunos de los valles surcados por
ríos y cercados por el desierto. Este es el tipo de paisaje con el que
se encontraron, al llegar al borde del
Valle del Nilo o en Mesopotamia, los primitivos caminantes que partieron del centro de África1. Tuvieron el mismo
espejismo las hordas de la estepa al recalar en las costas de Grecia2, después de haber
cruzado los impenetrables bosques del norte empujados por la última glaciación y por la presión de las nuevas
necesidades del grupo que su
territorio y clima no podían satisfacer. Estos tres puntos cercanos entre sí y ribereños al Mediterráneo mantuvieron sus
primeros contactos en tierra firme. Una vez inventada la rueda3 y la vela de navegar, equipamiento de la
armadía flotante, junto a los animales
domesticados, estos pueblos desarrollaron crecientes relaciones comerciales a través del camino más corto que es el mar. La
civilización del "naciente fértil" "nos muestra valles fluviales regados por sistemas de
canalizaciones y agrupaciones populosas gobernadas por sátrapas y amparadas bajo el manto de los nuevos dioses.
Cada uno de estos
pasos duró miles de años produciéndose retrocesos e incluso desapariciones de culturas abortadas en su
origen, o durante su desarrollo, por la acción de múltiples
circunstancias imposibles de superar6. En definitiva carecieron de
capacidad para vencer las dificultades
opuestas a su evolución y fueron engullidas por otra cultura, o simplemente, dejaron de existir por inanición
como culturas independientes. Maltus dice que "Los gérmenes que produce
cada año la Tierra pudieran llenar en poco tiempo miles de universos sino fuera por el cetro férreo que
les marca la necesidad que ni aún el hombre con el esfuerzo de su inteligencia logra romper" 7. Es
la escasez la que impone la más estricta limitación a la vida tanto del hombre
individual como a las entidades donde éste desarrolla su actividad vital. Juan Manuel García Ramos nos trae el
mismo pensamiento de Maltus, esta vez
en una envoltura de diseño más clásico: "Para el Foucault hermeneuta de Nietzsche, el mundo de la historia efectiva no
conoce más que un reino, en el que no hay ni providencia ni causa final, - sino tan solo- la mano de hierro de la
necesidad que sacude el cuerno del azar'"8 […]
1 A
los descubrimientos fósiles de homínidos en la década de los 90 en Kenia (lago
Baringo), en Malawi y en
Gona se les atribuye una edad orientativa de 2,5
millones de años.
2 En
el yacimiento de Schoningen (Alemania) se descubrieron lanzas de madera con una
antigüedad de 400.000
años.
3 Una divinidad que
acompaña al hombre desde su aparición es el dios-sol. Cuando éste mira al cielo
contempla
la
figura de una rueda con su aro relleno de luz. La imitación de tal
cuerpo geométrico le conduce a fabricar una rueda. Según los estudiosos éste
sería el principio de un largo camino hasta que dos ruedas sean unidas por un eje.
4 Debe
tenerse en cuenta que tanto Platón como Aristóteles representan al pueblo ideal
como formando parte de
la polis. Con
anterioridad a éstos, el "naciente fértil" fue considerado como una
agrupación de tribus con el arameo como idioma común y sin la existencia de
ciudades. La aparición de las ciudades y la vinculación del ciudadano con la polis representó la localización
de un territorio con su interland correspondiente y la creación de un lazo vinculativo entre el hombre y
la polis que se produjo como un producto muy elaborado del pensamiento griego.
Ello lleva implícito un proyecto común que garantiza la defensa de un cúmulo de
valores, el abandono del nomadismo, la creación del comercio marítimo y en
definitiva la aparición de un nuevo tipo de organización social de cuyos
frutos ha sido heredera la Cultura Occidental.
6 Ortega
y Gasset, en el Proemio a la edición española de la obra de Oswald Spengler,
"La Decadencia de
Occidente"
dice: "La verdad es que no se comprende como una guerra puede destruir una
cultura. Lo más a que puede aspirar el bélico suceso es a suprimir las
personas que la crean o transmiten, pero la cultura misma queda siempre intacta
de la espada y el plomo. Ni se sospecha de qué otro modo puede sucumbir una
cultura que no sea por propia detención, dejando de producir nuevos
pensamientos y nuevas normas. Mientras la idea de ayer sea corregida por la
idea de hoy, no podrá hablarse de fracaso cultural".
7 Thomas
Robert Maltus. An Essay on the Principie of Population as it Affects the Future
Improvement of
Society (1798).
8 José Manuel García
Ramos. Por un Imaginario Atlántico. Primera edición. 1996. Pg. 71.
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