Capitulo
V
La esclavitud
en la ocupación de la isla Benahuare
Chaurero n
Eguerew
“La historia de
España oficial que se ha enseñado durante siglos es una pura falacia.
A mí, como presidenta
del archivo de Medina Sidonia, se me trajo un escrito para que lo firmase. En
ese escrito se decía que me comprometía a no exhibir ningún documento que fuese
contra la reputación, buen nombre o fama de las personas. Se me pusieron los
ojos como bolas y pregunté. “¿Esto se referirá a los 50 años pasados, verdad?
Sobre esto en el archivo de Medina Sidonia no hay nada”. Se me respondió: “No,
se refiere a cualquier cosa que atente contra el buen nombre de España, de los
reyes y tal”. Yo contesté: “¿Incluyendo a Mauregato?”. Éste era alguien que
había matado a todos sus hermanos como era la costumbre en esa época. Me negué
a firmar. Y ésta es una de las causas de los problemas que ha tenido la Fundación de Medina
Sidonia… Ese documento está firmado en todos los archivos nacionales por todos
los directores”. (Luisa Álvarez de Toledo, Duquesa de Medinasidonia.)
Las razzias
llevadas a cabo por los piratas y esclavistas europeos contra la isla
Benahuare (La Palma) están documentadas desde la segunda mitad del siglo XV, mallorquines,
catalanes, aragoneses y castellanos hicieron de la isla un campo de caza de seres humanos como esclavos.
El pirata
esclavista normando Jean de Bethencourt, en su intento de ocupación y saqueo de
la isla, se vio frustrado por la tenaz resistencia de los awuaras, quienes
mostraron una determinación en defensa de su tierra mucho más firme que los
mahos, ello indujo al pirata a desplegar velas y dirigirse a Tamarant donde
igualmente fue rechazado por los canarii.
En 1447 Guillen
Peraza parte de Ghumara (La
Gomera) con tres naves y 500 hombres, dirigiéndose a
conquistar La Palma. Tras
desembarcar en el cantón de Tihuya, donde reinaba el príncipe Echedey, se
produjo una terrible batalla donde los awuaras derrotaron a los colonos
castellanos, a pesar de sus primitivas armas (lanzas de madera y piedras) con
las que se enfrentaron a las de acero y armas de fuego de los invasores. El
mismo Guillén Peraza falleció durante los combates tras ser alcanzado por
un tenikazo (pedrada). Hecho de armas que cubrió de gloria a los awuaras y dio
lugar a las plañideras pesadumbres de los invasores reflejadas en unas endechas
dedicadas a la muerte de Guillen y que sus herederos ideológicos han mantenido
vigentes hasta nuestros días.
Culminada
la invasión y ocupación de la isla Tamarant por las huestes mercenarias
europeas en 1483, los colonos hacían continuas cabalgadas a las islas Chinech y
Benahuare a la captura de esclavos, ganados y todo cuanto pudiesen saquear. En
estas “entradas” se distinguió especialmente un desalmado aventurero y
traficante de esclavos llamado Alonso Fernández de Lugo, por aquellos tiempos
alcaide de una casa fortaleza situada en Agaete, y cuya extremada ambición sólo
era comparable a su desmesurada crueldad. Entre los awuaras capturados en estas
razzias figuraba una mujer llamada, después de bautizada por el rito católico,
Francisca de Gazmira también conocida como Francisca Palmense “harto
emparentada en la isla”, esta noble aguara, después de sometida a un eficiente
lavado de cerebro por parte del clero católico, fue convencida para que actuara
de intermediaria entre los invasores y sus parientes, cometido que realizó
eficientemente consiguiendo que la mayoría de los cantones de la isla asumieran
el Tratado propuesto por los mercenarios, negociación de la que después se
arrepentiría amargamente cuando descubrió la verdadera faz de los invasores.
El cura de los Palacios Andrés Bernaldez, indudablemente influido por lo libros
de caballería tan en boga en la época convierte a Alonso de Lugo,
de aventurero invasor y criador de azúcar en Gran Canaria, alcaide en
Agaete y mal pagador perseguido por los acreedores, en caballero sevillano
de noble cuna, “buena condición y de sana conciencia”, “de noble
generación, hombre pacífico y de muy buena condición, agudo y de buen
corazón e ingenio, cuidadoso de ganar honra e de servir a Dios y sus
Altezas en conquistar las gentes bárbaras e idólatras, ignorantes y
enemigas de la fe católica”. Mediador entre Pedro de Vera y los nativos, “porque
con mucho amor los trataba e conquistaba”, se le
atribuye la iniciativa de la guerra: “quando vido tiempo conveniente, demandó a
el rey e a la reyna, la conquista de Palma, ingenioso y aficionado a conquistar territorios, controlado por
enemigos de la fe católica, para darlo a los reyes de Castilla, por propia
iniciativa. Con apologistas tergiversadores de la realidad histórica y
sus personajes como Bernaldez no es sorprendente que la iglesia
católica tenga a tanto golfo santificado y los políticos de servicio en
Canarias tantos ascendientes idolatrados.
La cuestión es que la inconmensurable ambición de Alonso de Lugo no le permitía
disfrutar de sus 90 fanegadas de tierras usurpadas e ingenio de Agaete y
decidió invertir el fruto de la rapiña de una de sus cabalgadas a la isla
Chinech en un viaje a Castilla donde ofreció sus servicios como mercenario y
consiguió de los nefastos Reyes Católicos el ser contratado para la invasión y
conquista de la isla Benahuare , a decir de estos tétricos monarcas “en
poder de infieles canarios”.
Presupuestada la invasión en 700.000 maravedís una vez gaanada la
isla, Lugo habría de buscar fondos por su cuenta, recuperando la inversión
con el beneficio en el quinto, parias, botín de ganados y cautivos, que pudiese
rapiñar, además de la mitad de los quintos de los esclavos, ganados y demás
despojos pertenecientes a la corona obtenidos en las “entradas” en la isla
Chinech y en el continente según concesión real expedida en Valladolid a 13 de
julio de 1492:
“Don Fernando y
doña Ysabel etc. Por quanto vos Alonso de Lugo lleváys cargo por nuestro
mandado de conquistar la ysla de La
Palma, que está en poder de canarios ynfieles, e fue asentado
con vos, por nuestro mandado avéys, que para las costas y gastos que fiziéredes
en la dicha conquista os avíamos de faser merçed de la mitad de los quintos a
nos pertenesientes de las cosas que fueren tomadas por vos (o por otras gentes
que lleváredes para la dicha conquista o por las fustas e navíos que para ello
lleváredes de qualesquier vecinos) de la ysla de Tenerife e de qua1esquier
lugares de la Bervería.
Por ende, por haser bien e merçed a vos Alonso de Lugo, en
alguna enmienda de las costas e gastos que en la ysla de La Palma, que vos lleváys a
cargo por nuestro mandado, avéys de faser , por la presente vos fazemos merçed
de la mitad de los quintos que a nos pertenescen e nos avemos de aver de
qualesquier tomas e cavalgadas que vos e las gentes que lleváredes o vuestros
navíos e fustas para la dicha conquista tomaren de qualesquier vecinos de la
ysla de Tenerife e de qualesquier lugares de Berbería; e la otra mitad, de los
otros quintos, es nuestra merçed e voluntad que vos el dicho Alonso de Lugo la
recibáys e cobréys para en quenta e parte de pago de las setecientos mill que
nos vos avemos a dar para la dicha conquista de La Palma; e sy caso fuere que
la mitad de los dichos quintos montare e valieren más de las dichas setecientos
mill maravedís, que vos avemos a dar por la dicha conquista, que seyendo pagado
de la mitad de los quintos, a la persona o personas a quien nos mandaremos. E
por que se sepa lo que ansí recebís e cobráys, mandamos que lo que ansí
recibiéredes e cobráredes e a nos perteneçieren de la mitad de los dichos
quintos lo recibáys por ante escrivano público, e dello tengáys cuenta e rasón,
por que por virtud della se pueda saber e averiguar lo que por vos ansí fuere
reçebido; e si viéremos que cunple a nuestro serviçio embiar persona que esté
presente al reçebir e cobrar de los dichos quintos, que lo podades fazer. E por
esta nuestra carta: mandamos a qualesquier capitanes e maestres e
contramaestres e otras qualesquier personas, que vos fueren a la dicha
conquista, que vos acudan e fagan acudir con los dichos quintos, que ansí anos
perteneçieren de las cavalgadas que ansí fisieren en la dicha ysla de Tenerife
e de qualesquier lugares de la
Berhería, e que tomen vuestra carta de pago, con las quales,
e con el traslado de esta nuestra carta, mandamos que les sean reçebidos e
pagados en cuenta, e que les non sean pedidos nin demandados otra vez. E
mandamos a los nuestros contadores maiores e a sus ofiçiales que ansy entren el
traslado desta nuestra carta en los nuestros libros, e vos sobrescriban e den e
tomen el oreginal, por que por virtud della vos sea acudido con los dichos
quintos. E los unos ni los otros etc.(con enplazamiento etc.). Dada en
Valladolid, a XIII de jullio de XCII años.= Yo el Rey.=Yo la Reyna.=Yo Ferrand
Alvares.=Registrada, Rodericus, doctor. (A.S.: Registro del Sello. Fol. 20.”
(Dominik Josef Wolfel: La Curia
romana y la Corona
de España en la defensa de los aborígenes canarios, en la revista Anthropos ”,
tomo XXV (año 1930), pág. 1063.)
Como experto embaucador a Lugo no le fue difícil estimular la ambición de los
mercaderes de esclavos Juanoto Berardi, florentino, representante en
Sevilla de Bartolomé Machino, que tenía arrendada la Guinea al rey de Portugal y
al mercader genovés, residente en Sevilla, Francisco Riberol. A repartir costos
y beneficios por terceras partes, de haber “demasía” en el gasto, “se partiese
de sueldo por libra.., según se suele y acostumbra hacer, entre mercadores.”
Después de una
serie de peripecias, que dejamos en el tintero por cuestión de espacio, el 29
de septiembre de 1492 desembarcan en Tazacorte, en la desembocadura de La Caldera, unos 900
mercenarios al mando de Alonso Fernández de Lugo, quienes fueron pacíficamente
recibidos gracia a los buenos oficios de Francisca de Gazmira la que,
convencida por Francisco Maldonado, pesquisidor en Tamaránt y sus regidores,
había pasado a la patria de origen, para convencer a sus conmatriotas.
Consiguió que diesen vasallaje, “fuesen de paces e estoviesen a
nuestro servicio et mandado”, nueve de los doce bandos, que se
repartían la isla. Los miembros de unos se dejaron bautizar en bloque, casando “los
onbres con sus mujeres”, siguiendo su ejemplo no pocos de los otros.
Apenas
instalado el campamento de los invasores, Alonso de Lugo comete la primera
felonía contra los awuaras, con la excusa de asegurar la fidelidad de los
cantones de paces, exige la entrega de 30 jóvenes de la nobleza aguara. Una vez
los jóvenes en su poder, con el pretexto de que debían ser adoctrinados en la
santa fe católica, son inmediatamente embarcados en una nao y remitidos a la
metrópolis donde los socios de Lugo se encargaron de comercializarlos
rápidamente, estos jóvenes constituyeron la primera remesa de esclavos awuaras.
Pero como sin
confrontación Lugo no podía obtener “esclavos de buena guerra” con que hacer
frente a los gastos de la invasión más los beneficios exigidos por los
inversores, procuró fomentar los enfrentamientos con los bandos que no habían
asumido plenamente el dominio castellano, lo que motivó la deseada por Lugo
gran batalla de Timibúcar para vencer la resistencia de los cantones aliados de
Tedote -donde estuvieron a punto de ser derrotados,
de ahí el antiguo nombre de El Apurón- y Tigalate, venciendo a Bentacayse, jefe de Tedote (hoy Santa Cruz de La Palma), y a los hermanos
Jariguo y Garehagua, que gobernaban en Tigalate.
Después de
estos encuentros tan sólo les quedaba el cantón de Aceró para dominar y saquear
totalmente la isla, pero allí fueron rechazados, una y otra vez, por Atanausú y
sus guerreros. Tras los fallidos intentos de los castellanos por adentrarse en La Caldera, Fernández de Lugo
usó del arma más efectiva de los castellanos, la traición y el engaño. Mandó a
Juan de Palma, pariente de Atanausú, ya cristianizado y domesticado, para
convencer a éste de que saliera por el paso de Adamacansis para hacer un pacto
de caballeros. Tanausú, ante la insistencia de los invasores y para evitar
mayores sufrimientos a su pueblo que sufría los rigores de las bajas
temperaturas de la Caldera,
accedió a negociar la paz, a pesar de que fue advertido del doblez y poco honor
que los cristianos daban a sus compromisos.
Cuando Atanausú
y su séquito se dirigía al encuentro con Lugo, los cristianos lo atacaron
capturándolo junto a su séquito en el lugar conocido hoy como El Riachuelo,
cerca de La
Cumbrecita. Atanausú fue encadenado y conducido a un barco
con otros cientos de esclavos para ser vendidos en Sevilla y Valencia, pero
siguiendo la tradición guanche el héroe aguara, al grito de: ¡Vacaguaré!
(quiero morir), se dejó morir de hambre antes de ser esclavo, protagonizando la
primera huelga de hambre documentada en Canarias.
No siendo
suficiente los esclavos capturados en los enfrentamientos para satisfacer las
deudas contraídas por Alonso de Lugo y desando éste conseguir de los “derechos”
de la invasión depredatoria de la mayor, más poblada y más rica de las islas,
Chinech, marcha a España, arribando al Puerto de Santa María en febrero de
1493, siendo vendidos de inmediato la cargazón de esclavos awuaras.
Lugo dejó un
destacamento en la isla con órdenes expresas de provocar a los naturales para
obligarles a alzarse, teniendo así una justificación “legal” para continuar
comercializando a los awuaras. Interesada la reina católica en el negocio, dio
crédito al infundio, haciendo regalo sustancioso a su capitán, para abrir la
veda de “palmeses”: “nos le hezimos merced de ciento cincuenta cautivos, de
los que fueron en la dicha traición”.
Sin intención
de moverse de la corte, Lugo delegó la captura en los escuderos Espinosa y
Benavides. Cayendo sobre la isla, rompieron la “pacífica paz”, incautando
bienes y cuerpos de awuaras, que fueron embarcados para “estos nuestros
reinos”.
Quedando así
cristianamente pacificada la isla Benahuare que a decir de Bernáldez: “la isla
de Palma, habitada por gente “bestial”, no fue “señoreada” ni pacificada, “de
otra nación” ni persona, hasta que la conquistó Alonso de Lugo, consiguiendo
“despojo” de 1.200 “ánimas de varones e mujeres, chicos e grandes” y 20.000
cabezas de ganado ovejuno y cabruno”.
El 12 de
febrero de 1494, el Consejo de Castilla emite desde Valladolid: “lncitativa al
asistente de Sevilla don Juan de Silva, conde de Cifuentes, para que dé
cumplimiento de justicia a Juanoto Berardi y Francisco de Riberol, estantes en
dicha ciudad, que dicen haberse concertado con Alonso de Lugo, vecino de Gran
Canaria, para la conquista de La
Palma, por lo que debían ir a tercios en los 700.000
maravedís que recibirían por los gastos de la conquista, a pesar de lo cual
cuando Alonso de Lugo concertó la conquista de Tenerife renunció dicha cantidad
en la Corona y
se quedó, además, con 150 esclavos de un bando de paz que les habían sido
concedidos por los reyes, porque, a pesar de que estaban en seguro, se
descubrió que intentaban asaltar el real y de los que también les correspondían
los dos tercios. (E.Aznar; 1981
Francisca de
Gazmira, sintiéndose culpable de las atrocidades cometidas contra su pueblo por
los invasores: “por haber sido ella intérprete e cabsa de que ellos se
confiasen”, quiso pasar a Castilla, para querellarse ante los reyes,
"por sy e por los dichos sus parientes y naturales", pero esgrimiendo
la prohibición de 1491, le impidieron embarcar. Poco después, la muerte de
cuatro esclavos de Alonso de Lugo, quizá propiciada o provocada por su
propietario, sirvió de excusa, para arrestar a los familiares de Francisca.
Secuestradas sus pertenencias, el “conquistador” probó la gravedad del delito,
por la dureza del castigo: “aforcó injustamente” a dos palmeños, “cabeçeras de
vando”, que combatieron a sus órdenes, so “color” o apariencias de haber
inspirado revuelta inexistente, salvando Francisca la cabeza, por evitar
escándalo sonado.” (Luisa Álvarez de Toledo)
Los Reyes
castellano-Aragonés para evitar que el escándalo llegase al papado, verdadero
árbitro de las invasiones y conquista de las islas, se hacen eco de las
denuncias planteadas por Francisca de Gazmira e inician una serie de pesquisas
que conducen en 1500 a la localización y liberación de un grupo de esclavos en
Jerez de la Frontera,
compuesto por canarios, gomeros, guanches y, entre ellos, algunos palmeros del
bando de Gazmira.
Otro documento
de 25 de julio de1500, fechado en Granada nos dice: “Incitativa a don Juan de
Silva, conde de Cifuentes, alférez mayor y
miembro del Consejo, para que determine en el pleito de algunos
canarios, que dicen ser libres y estar sometidos a servidumbre por no haber determinado, debido a la partida del rey, en
la causa que habían seguido ante los alcaldes de casa y corte, y reciben por
ello peor trato de sus dueños que antes de emprender dicho pleito estando suficientemente probado su justicia por
el hecho que doña Inés Peraza diese a
Francisca Gazmira 60.000 maravedís para que no
continuase el litigio. Episcopus ovetensis. Johannes licenciatus. Marti-nus. Zapata. Tello. Moxica. Mármol.
Pérez”. (Aznar
Vallejo, E.)
En todo caso,
como en el resto de las islas “realengas”, la pacificación no fue total,
como nos indican algunos historiadores. Décadas después de la invasión aún
existían reductos de resistencia en Benahuare, tal como recoge un documento del
Registro General del Sello extractado y publicado el investigador español
Eduardo Aznar: “1518. Noviembre, 6.
Avila. Orden al gobernador o juez de residencia de Tenerife y La Palma para que informe al
Consejo de los malhechores, alzados, ladrones
y otras gentes que andan por los campos y montes de la isla cometiendo delitos sin ser apresados por la justicia.
Se da a petición de Hernando de
Ponferrada, procurador de Jácome Monteverde, vecino de La Palma, quien se queja porque muchos de ellos se acercan al
ingenio que tiene en el barranco de Tazacorte y, tras matar y herir a los
hombres que allí tiene, roban ganados y mantenimientos. Por ello, solicita
licencia y facultad para que sus criados puedan prenderlos y entregarlos a la justicia. Muxica. Palacios Rubios.
Polanco. Qualia. Beltrán. Guevara. Salmerón.” (E. Aznar, et. al.:32)
En fin,
aquellos polvos han traído estos lodos, aún está en la mente de casi todos
nosotros unas palabras pronunciadas por Felipe, príncipe de los españoles, en
una de sus primeras visitas a esta colonia: “Canarias es el último bastión de
España en el Atlántico”… ¡ASÍ NOS VA!
Octubre de 2009.
Fuentes
consultadas:
Luisa Álvarez de Toledo
Duquesa de Medinasidonia
África Versus América
Edición. Junta Islámica
ISSBN: 978-84-607-1135-3
Córdoba (España) 2000.
Dominio Josef
Wölfel
Estudios
Canarios
H. Nowak.
Burgfried-Verlag. Hallein
Austria 1980
Eduardo Aznar
Vallejo
Documentos del
Sello (1476-1517)
Instituto de
Estudios Canarios
La Laguna-Tenerife
1981.
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