Josefa Falcón Abreu
En casa siempre hubo algún
instrumento musical: Saxo, guitarra, bandurria, armónica…y partituras, muchas
partituras. Mis dos hermanos varones fueron los primeros en aprender a tocar un
instrumento, el saxo tenor, pero a mí lo que me gustaba era la guitarra, por
ella bebía los vientos. Yo no sabía solfeo y admiraba a mis hermanos cuando les
veía coger el saxo y la partitura y les escuchaba tocar la melodía en ella
escrita, que grande… esos símbolos tenían un nombre y según la posición en la que se encontraran en el pentagrama sonaba
una nota u otra. Muchas veces quise intentar aprender, quería ser como ellos
capaz de leer un partitura, pero me cansaba, sin embargo ahora es cuando
realmente le he cogido el gusto a esto del solfeo, y que gratificante resulta,
la guitarra, la partitura y yo nos hemos hecho buenas amigas, es casi mágico lo
que se siente al conjuntarnos las tres, suena la música, esa que tanto enamora,
la que nos deleita los oídos y la mente, la que nos alegra, la que nos relaja,
la que nos hace mover el cuerpo sin darnos cuenta en un movimiento llamado
baile o danza, la palabra música significa para mí la descripción de algo
inigualable, la música…quien la inventó merece el mayor monumento jamás
construido…a veces pienso que en mi sangre, mezclado con lo hematíes y
leucocitos… etc., debo tener sostenidos y bemoles y notas blancas y negras…
etc. y es que yo la vida sin la música no la concibo, ella forma parte de mí y
yo formo una parte pequeñita de ella… Tamaragua amigos…
Febrero
de 2014.
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