viernes, 24 de enero de 2014



 

LA EMIGRACION DE LANZAROTE Y SUS CAUSAS



DIFUSION CULTURAL

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Francisco Hernández Delgado-María Dolores Rodríguez Armas

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DEPARTAMENTO DE CULTURA-AYUNTAMIENTO DE TEGUISE

ARCHIVO HISTÓRICO
      
             
  33                                                                                              Año 2010
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La emigración de Lanzarote
Francisco Hernández Delgado
María Dolores Rodríguez Armas
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              Entre las principales causas que motivaron la emigración en las Islas Canarias figuran la escasez de alimentos, la presión demográfica,  las sequías, la depreciación de  algunos cultivos como el azúcar, el vino, la cochinilla, la barrilla, la situación social, militar,  política y otras. Todas las islas sufrieron el fenómeno de la emigración , pero pocas  lo vivieron tan fuertemente como la isla de  Lanzarote.
              Además de esas causas generales, comunes  a la mayoría de las islas, los lanzaroteños sufrieron también las  terribles sequías, epidemias, impuestos de quintos y diezmos, invasión de langostas, invasiones piráticas y las erupciones volcánicas.
              Todas estas causas  son las que fueron motivando la salida de lanzaroteños  en un periodo que abarca desde  el siglo XV  hasta el mismo siglo XX.
         
             FASES DE LA EMIGRACION LANZAROTEÑA
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              Desde el primer momento en que Lanzarote queda incorporado a la Jurisdicción de Señorío, nace ese movimiento migratorio  que con más o menos fuerza,  duraría hasta los años 50 del siglo XX.
              La presión sobre los agricultores y ganaderos con impuestos como el Quinto y los Diezmos, así como el establecimiento de un monopolio sobre dos de las principales riquezas de la isla como eran la orchilla y la sal, obliga al Lanzaroteño a emigrar en principio a otras islas, donde sin dejar de ser agricultor o ganadero será, al menos, con su trabajo, dueño de su cosecha y  su ganado.
              Esta emigración forzosa, de Lanzaroteños inquietó a los Señores de la isla de tal modo que  a instancia de los mismos, la Corona ordenó en 1484 el que  no se emigrara a otras islas para evitar el despoblamiento de  Lanzarote.
              Las Islas más ricas era el destino de los Lanzaroteños, que intentaron buscar en otras tierras el alimento de sus hijos.
              Así vemos como en una  distribución de tierras de 1501 en la isla de Tenerife se hace referencia “a  los vecinos llegados de Lanzarote...”.
              En 1560, se crea el Juzgado de la Contratación de Indias en Santa Cruz de la  Palma y en 1566 aparecen los de Tenerife y Gran Canaria. A estos puertos se tenían que dirigir los barcos  para registrar el cargamento  y pasajeros  con destino al Nuevo Mundo.
              Este hecho originó  una emigración clandestina en Lanzarote, aunque fueron varios los que aprovecharon la llegada de las flotas y armadas a nuestra isla  en 1501, gracias a la presencia en sus puertos de la flota del Gobernador Frey Nicolás de Ovando, varios lanzaroteños embarcaron en estos barcos que tenían como destino la isla Española. 
              Llegados en forma clandestina u oficial los  Lanzaroteños, también figuran entre los primeros emigrantes del  Nuevo Mundo, como  Alonso Rodríguez  Lanzarote hijo de Lanzarote Terreros y Juana González, que llegó sobre 1540 a México. Marcos  Verde Bethencourt  que emigra con su familia  en 1581 y Luis de León que se establece en  Cartagena en 1569.
               Beatriz  Dumpierrez, hija del Capitán Luis de León y de Luisa Dumpierrez, emigra con cinco sobrinos y se establece en Cáceres de Antioquia, igual destino tiene Diego de la Peña hijo de Diego de la Peña
y de Inés  Bethencourt,   donde dejan larga descendencia, habían tenido  tres hijos en Lanzarote, todos habían  emigrado en 1581.
              Como si no fuera ya suficiente, las grandes hambrunas, para motivar la emigración,  Lanzarote sufrió   más invasiones  piráticas  que ninguna otra isla. De 1569 a 1586 mas de 700 Lanzaroteños entre hombres mujeres y niños, fueron obligados a dejar esta tierra  convertidos en esclavos, de este número sólo se pudieron  rescatar unos 50.
              El miedo a posibles ataques y las condiciones climatológicas de la isla, originó la salida de numerosas familias, que se establecieron en Las Palmas y Tenerife y otras optaron por emigrar al Nuevo Mundo.
              Así vemos a  las familias de Francisco y Juan Betancort, a Beatriz Umpierrez, Pedro Monguía y la familia Sanabria,  junto con otros lanzaroteños que se trasladan a Panamá, Colombia, Venezuela Perú, las Antillas y otros países.
              También un lanzaroteño José Martínez, figura entre los primeros emigrantes del siglo XVI, llegados  a Costa Rica.
              La preocupación  de las autoridades ante la importancia de la corriente migratoria de los canarios, hace que Felipe II en 1574, prohiba la salida de los vecinos de estas islas.
              En la visita del tribunal de la Inquisición en 1583 a Lanzarote, nos habla de la gran sequía que sufre la isla y como sus vecinos han huido a otras islas con sus ganados por no haber frutos ni agua para beber.
              En 1593 el hambre volvió a la isla, por lo que la corriente migratoria no paraba a pesar de las órdenes de la superioridad.
              En la invasión de 1618, parte de la isla emigró a Fuerteventura  y más de 800 Lanzaroteños fueron  llevados al continente africano. Unos 200 fueron liberados  en el estrecho de Gibraltar y otros tantos fueron rescatados por las órdenes redentoras, volviendo algunos a Lanzarote.
              En la procesión que se hizo en las calles de Madrid el 23 de septiembre de 1618, por los padres Trinitarios, con los cautivos rescatados, se encontraban mas de 300 lanzaroteños  y la imagen de la Virgen del Rescate, que en palabras de Don Antonio Romeu de Armas es el SIMBOLO ESPIRITUAL DEL LANZAROTE HEROICO.                    
              Hemos tenido el honor, junto con la Directora del Archivo Histórico de Teguise María Dolores Rodríguez Armas, de  contribuir a la localización de esta Imagen de  Lanzarote, de la que no se tenían noticias desde 1836.
              Entre 1626 y 1632, nuestra isla  sufre el azote de una terrible sequía, la mayor parte de sus vecinos tuvieron que emigrar a otras islas. El Cabildo Catedral en una sesión de 1628, haciendo referencia a los emigrantes de  Lanzarote  y Fuerteventura decía que  eran más de dos mil los emigrantes llegados  y que muchos morían en el trayecto del Puerto a las Palmas.
              Los vecinos de nuestra isla, parecía que llevaran  en su corazón ese fuego interno de nuestros volcanes, no pasaba un año sin que los sobresaltos  de una hambruna o los peligros de las invasiones les obligara a emprender ese camino no deseado de la emigración forzosa.
              Pero es también el amor a su tierra,  el  que les  hace volver una vez que el peligro pasa. Así vemos como en los años 1647 a 1693  los lanzaroteños se convierten en   nómadas  entre islas.  Cuando la lluvia era abundante no solo regresaban los Lanzaroteños, sino también otros emigrantes, tanto de las islas como  de Portugal, sobre todo por el intercambio comercial entre Lanzarote y Madeira, contabilizándose  en 1640 unos 200 lusitanos en la isla.
              Entramos en el siglo XVIII  y lejos de dejar atrás el problema de la emigración, este continúa. Ahora es verdad  que de una forma un tanto más ordenada, pues las emigraciones se hacen por grupos familiares.
              En principio la emigración tiene como destino Las Palmas y Tenerife. Más de 75 matrimonios  de Lanzarote  se registran en Tenerife en el periodo de 1701 a 1725.
              Entre febrero y Septiembre de 1703 salieron de Lanzarote unos siete barcos cargados de emigrantes de los que cinco tenían como destino Las Palmas, otro Tenerife y el último La Palma.
              En un estudio sobre la sociedad de Las Palmas a principios del siglo XVIII, se registran los bautismos  inscritos en el libro 17ª del año 1703 de la parroquia de la Catedral Canaria, en el mismo figura  con el número 52 Antonia hija de Antonio Felipe labrador y Juana Gutiérrez vecinos de lanzarote y con la inscripción 79 José hijo de Antonio Chamorro, labrador, y Teresa del Jesús, vecinos de Lanzarote.
              Esta corriente migratoria se agrava en la crisis de 1721 en que la isla quedó casi desierta. Fueron tantos los emigrados, que el Cabildo acuerda que no entren en Gran Canaria nada más, que los tres mil llegados desde Lanzarte y Fuerteventura.
              A Tenerife emigró otro número similar de los que unos 600 se establecieron en el pueblo del Sauzal.
               Como la sequía, parecía no ser suficiente  mal, para los sufridos habitantes de esta isla, un golpe casi de gracia, les llegó con la mayor catástrofe natural  de la historia de Lanzarote, las erupciones  volcánicas de 1730.
              Las consecuencias de este fenómeno, afectaron al 57 por ciento de la población, habiendo emigrado un 44 por ciento de la misma,  calculadas en unas 1848 personas.

              La mayoría llegaron a Fuerteventura. Así lo reseñan los propios Lanzaroteños que  hablan de los beneficios recibidos en la vecina isla, como alimentos y tierras para edificar, con tanta generosidad, que los habitantes de Villaverde, eran casi todos  procedentes de Lanzarote.
              La  audiencia encaminó a los emigrados Lanzaroteños también hacia otras islas como La Palma, La Gomera, Tenerife, Las  Palmas el Hierro, y algunos optaron por emigrar hacia las tierras  americanas.
              Entre cuyos objetivos estaba  preferentemente  Cuba, Texas y Montevideo, y luego Venezuela, Argentina y La Florida.
              En la propia fundación de Montevideo, participaron también algunas familias lanzaroteñas.
              En la primera expedición  en el buque Nuestra Señora de la Encina que partió de Santa Cruz de Tenerife el  21 de agosto de 1726 se encontraban las familias de Aquino Rivero García  y Bernabé González y en la segunda de 1729 que fue en  el barco San Martín que llegó a Montevideo el 27 de Marzo de 1729 se encontraban las familias lanzaroteñas de  Lorenzo Calleros Sosa, la de Antonio Méndez y la de Cristóbal Cayetano de Herrera, todas contribuyeron a la   fundación de la ciudad de Montevideo.
              Hay que destacar el papel del lanzaroteño  Cayetano de Herrera, que formó parte del primer Cabildo de Montevideo, uno de  sus 10 hijos tuvo una actuación destacadísima el Dr. Nicolás Herrera (1774-1831) desempeñando  diversos cargos políticos y diplomáticos. De esta familia Herrera escribía en 1926, don Luis Enrique Azarola Gil lo siguiente:
         
“Por espacio de doscientos años y seis generaciones, esta prosapia histórica prolonga sus hilazas en el telar nativo y presenta sus jalones humanos en cada etapa de la evolución nacional. Sus faltas o sus méritos nos incumben menos que su presencia en los anales de la patria”  
         
              La Real  Orden del 14 de Febrero de 1719 dictada por Felipe V, atendiendo a las peticiones realizadas  desde  las provincias de Texas y Nueva Felipinas  en la que decía:  Mando y ordeno que haga conocer mi real voluntad en esas islas y vea si hay familias que quisieran ir a la Habana y a Texas, si ellos lo deciden voluntariamente y no en otra forma..” motiva a  7 familias de Lanzarote que sumaban 43 personas a iniciar una de las mayores aventuras americanas protagonizadas por unos lanzaroteños: La fundación de San Fernando de Bejar (Texas).
              Juan Leal Goraz,  vecino de San Bartolomé y que en Lanzarote formaba parte del Cabildo General, fue proclamado el 1 de Agosto de 1731, Regidor y primer Alcalde de San Antonio de Texas.
              También en 1730, varias familias de Lanzarote que habían huido de las erupciones volcánicas partieron desde Tenerife  hacia Cuba, en total 71 personas, que se dedicaron en la isla caribeña  a la labor del tabaco.
              De igual manera ocurrió con los soldados destinados a la guarnición de La Florida donde se registraron varios vecinos de Lanzarote.
              Venezuela también recibe varios vecinos lanzaroteños, a principios del siglo XVIII, son tres los matrimonios celebrados entre vecinos de nuestra isla en la Catedral de Caracas.
              En 1766  llega a  Venezuela  Rafael Borges y cuatro años después lo vemos  con el grupo que funda el pueblo de San  Pedro, cerca de los ríos   Caroní y Paragua, a Rafael se le puso el apodo de "mataburro", había nacido en Lanzarote, aunque sus padres  eran de Garachico (Tenerife) y se habían trasladado a la isla conejera con motivo de las erupciones volcánicas  que sufrió la Villa y Puerto de Garachico en 1706.   
              Y para Venezuela sale también el Barco   "El  Diamante" en 1769, en él  va un vecino de Lanzarote, natural de Teguise, Antonio Borges  famoso artista que algunos escritores lo incluyen  dentro del grupo de canarios que  destacaron en la pintura, escultura  y el retablo de caras en el siglo XVIII. Destacar también al platero Lanzaroteño, natural de San Bartolomé Marcial Bermúdez
                Para tener una visión de la situación real de la isla en 1.770 veamos parte del discurso pronunciado por el Síndico Personero  en La Villa de Teguise:
           
“La falta de alimentos y de agua se hizo general, abandonados de todos, aquellos desgraciados se vieron al fin en la necesidad de comer pencas de tuneras, para conservar la vida, este alimento nocivo, los condujo a la muerte con más brevedad, pero después de padecer mil tormentos con las enfermedades que les originaba. Era una fortuna para cualquiera encontrar un caballo, un burro, un perro o un gato muerto para devorar una parte y ocultar la otra con que satisfacerse más tarde. La esposa desgraciada se arrojaba sobre el cadáver de su marido y le quitaba los zapatos para alimentar a sus hambrientos hijos con unos pedazos de cuero que les conservaba su penosa existencia por unos días más. Murieron a cientos en los pueblos, en los campos, los unos de sed, los otros de hambre y muchos quedaron sin sepultar sirviendo de pasto a las bestias y a las aves.” 
         
    Antes de finalizar el siglo XVIII, Lanzarote  es nuevamente protagonista de un fenómeno relacionado con la emigración. El auge del cultivo de la viña y el rápido crecimiento del negocio de la barrilla, hacen que se convierta en un foco de atracción para  recibir una gran cantidad de inmigración. Se aprecia un   aumento demográfico de un 3.04 por ciento.
               Esta engañosa curva estadística en el nivel de crecimiento, no  se convierte en una base para iniciar la estabilidad   de una isla que había sido azotada por todas las penurias conocidas en el mundo.
        
                El 5 de Junio de 1779,   18 vecinos de Lanzarote se unen a la expedición que partió de Santa Cruz de Tenerife con destino final en Luisiana. El total de emigrantes eran 423 personas,  el viaje lo hacían en la fragata Sagrado Corazón de Jesús y el primer puerto  al que llegaban era el de la Habana y desde allí continuaban hasta Nueva Orleáns.

                 Fiel a su enfermedad, Lanzarote,  que vivió en esta etapa uno de los mayores índices de crecimiento poblacional de canarias, se convierte a principios del siglo XIX en uno de los puntos de emigración más espectacular de todas las islas.
      
              Las estadísticas de nuestra población en el periodo de 1802 a 1818, las recoge  Don Manuel Hernández González  en su obra La Emigración Canaria a  América, en la misma se indica que la Isla  pierde  unos 1.170 habitantes con motivo de la emigración.
               El destino  principal de los emigrantes Lanzaroteños es

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