LA EMIGRACION DE LANZAROTE Y SUS CAUSAS
DIFUSION CULTURAL
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Francisco Hernández Delgado-María Dolores Rodríguez Armas
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DEPARTAMENTO DE
CULTURA-AYUNTAMIENTO DE TEGUISE
ARCHIVO HISTÓRICO
Nº 33
Año 2010
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La emigración de Lanzarote
Francisco Hernández Delgado
María Dolores Rodríguez
Armas
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Entre las principales causas que
motivaron la emigración en las Islas Canarias figuran la escasez de alimentos,
la presión demográfica, las sequías, la
depreciación de algunos cultivos como el
azúcar, el vino, la cochinilla, la barrilla, la situación social, militar, política y otras. Todas las islas sufrieron
el fenómeno de la emigración , pero pocas
lo vivieron tan fuertemente como la isla de Lanzarote.
Además de esas causas generales, comunes
a la mayoría de las islas, los
lanzaroteños sufrieron también las
terribles sequías, epidemias, impuestos de quintos y diezmos, invasión
de langostas, invasiones piráticas y las erupciones volcánicas.
Todas estas causas son las que
fueron motivando la salida de lanzaroteños
en un periodo que abarca desde el
siglo XV hasta el mismo siglo XX.
FASES DE LA EMIGRACION LANZAROTEÑA
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Desde el primer momento en que
Lanzarote queda incorporado a la Jurisdicción de Señorío, nace ese movimiento
migratorio que con más o menos
fuerza, duraría hasta los años 50 del
siglo XX.
La
presión sobre los agricultores y ganaderos con impuestos como el Quinto y los
Diezmos, así como el establecimiento de un monopolio sobre dos de las
principales riquezas de la isla como eran la orchilla y la sal, obliga al
Lanzaroteño a emigrar en principio a otras islas, donde sin dejar de ser
agricultor o ganadero será, al menos, con su trabajo, dueño de su cosecha
y su ganado.
Esta emigración forzosa, de Lanzaroteños
inquietó a los Señores de la isla de tal modo que a instancia de los mismos, la Corona ordenó
en 1484 el que no se emigrara a otras
islas para evitar el despoblamiento de Lanzarote.
Las Islas más ricas era el destino de los
Lanzaroteños, que intentaron buscar en otras tierras el alimento de sus hijos.
Así vemos como en una distribución de tierras de 1501 en la isla de
Tenerife se hace referencia “a los vecinos llegados de Lanzarote...”.
En 1560, se crea el Juzgado de la
Contratación de Indias en Santa Cruz de la
Palma y en 1566 aparecen los de Tenerife y Gran Canaria. A estos puertos
se tenían que dirigir los barcos para
registrar el cargamento y pasajeros con destino al Nuevo Mundo.
Este hecho originó una emigración clandestina en Lanzarote,
aunque fueron varios los que aprovecharon la llegada de las flotas y armadas a
nuestra isla en 1501, gracias a la
presencia en sus puertos de la flota del Gobernador Frey Nicolás de Ovando, varios
lanzaroteños embarcaron en estos barcos que tenían como destino la isla
Española.
Llegados en forma clandestina u oficial
los Lanzaroteños, también figuran entre
los primeros emigrantes del Nuevo Mundo,
como Alonso Rodríguez Lanzarote hijo de Lanzarote Terreros y Juana
González, que llegó sobre 1540 a México. Marcos
Verde Bethencourt que emigra con
su familia en 1581 y Luis de León que se
establece en Cartagena en 1569.
Beatriz
Dumpierrez, hija del Capitán Luis de León y de Luisa Dumpierrez, emigra
con cinco sobrinos y se establece en Cáceres de Antioquia, igual destino tiene
Diego de la Peña
hijo de Diego de la Peña
y
de Inés Bethencourt, donde dejan larga descendencia, habían
tenido tres hijos en Lanzarote, todos
habían emigrado en 1581.
Como si no fuera ya suficiente, las grandes
hambrunas, para motivar la emigración,
Lanzarote sufrió más
invasiones piráticas que ninguna otra isla. De 1569 a 1586 mas de
700 Lanzaroteños entre hombres mujeres y niños, fueron obligados a dejar esta
tierra convertidos en esclavos, de este
número sólo se pudieron rescatar unos
50.
El miedo a posibles ataques y las condiciones
climatológicas de la isla, originó la salida de numerosas familias, que se
establecieron en Las Palmas y Tenerife y otras optaron por emigrar al Nuevo
Mundo.
Así vemos a
las familias de Francisco y Juan Betancort, a Beatriz Umpierrez, Pedro
Monguía y la familia Sanabria, junto con
otros lanzaroteños que se trasladan a Panamá, Colombia, Venezuela Perú, las
Antillas y otros países.
También un lanzaroteño José Martínez,
figura entre los primeros emigrantes del siglo XVI, llegados a Costa Rica.
La preocupación de las autoridades ante la importancia de la
corriente migratoria de los canarios, hace que Felipe II en 1574, prohiba la
salida de los vecinos de estas islas.
En la visita del tribunal de la Inquisición
en 1583 a Lanzarote, nos habla de la gran sequía que sufre la isla y como sus
vecinos han huido a otras islas con sus ganados por no haber frutos ni agua
para beber.
En 1593 el hambre volvió a la
isla, por lo que la corriente migratoria no paraba a pesar de las órdenes de la
superioridad.
En la invasión de 1618, parte de la isla
emigró a Fuerteventura y más de 800
Lanzaroteños fueron llevados al
continente africano. Unos 200 fueron liberados
en el estrecho de Gibraltar y otros tantos fueron rescatados por las órdenes
redentoras, volviendo algunos a Lanzarote.
En la procesión que se hizo en las calles
de Madrid el 23 de septiembre de 1618, por los padres Trinitarios, con los
cautivos rescatados, se encontraban mas de 300 lanzaroteños y la imagen de la Virgen del Rescate, que en
palabras de Don Antonio Romeu de Armas es el SIMBOLO ESPIRITUAL DEL LANZAROTE
HEROICO.
Hemos tenido el honor, junto con la Directora del Archivo Histórico de
Teguise María Dolores Rodríguez Armas, de
contribuir a la localización de esta Imagen de Lanzarote, de la que no se tenían noticias
desde 1836.
Entre 1626 y 1632, nuestra isla sufre el azote de una terrible sequía, la
mayor parte de sus vecinos tuvieron que emigrar a otras islas. El Cabildo
Catedral en una sesión de 1628, haciendo referencia a los emigrantes de Lanzarote
y Fuerteventura decía que eran
más de dos mil los emigrantes llegados y
que muchos morían en el trayecto del Puerto a las Palmas.
Los vecinos de nuestra isla, parecía que
llevaran en su corazón ese fuego interno
de nuestros volcanes, no pasaba un año sin que los sobresaltos de una hambruna o los peligros de las
invasiones les obligara a emprender ese camino no deseado de la emigración
forzosa.
Pero es también el amor a su tierra, el que
les hace volver una vez que el peligro
pasa. Así vemos como en los años 1647 a 1693
los lanzaroteños se convierten en
nómadas entre islas. Cuando la lluvia era abundante no solo
regresaban los Lanzaroteños, sino también otros emigrantes, tanto de las islas
como de Portugal, sobre todo por el
intercambio comercial entre Lanzarote y Madeira, contabilizándose en 1640 unos 200 lusitanos en la isla.
Entramos en el siglo XVIII y lejos de dejar atrás el problema de la
emigración, este continúa. Ahora es verdad
que de una forma un tanto más ordenada, pues las emigraciones se hacen
por grupos familiares.
En principio la emigración tiene como
destino Las Palmas y Tenerife. Más de 75 matrimonios de Lanzarote
se registran en Tenerife en el periodo de 1701 a 1725.
Entre febrero y Septiembre de 1703 salieron
de Lanzarote unos siete barcos cargados de emigrantes de los que cinco tenían
como destino Las Palmas, otro Tenerife y el último La Palma.
En un estudio sobre la sociedad de Las
Palmas a principios del siglo XVIII, se registran los bautismos inscritos en el libro 17ª del año 1703 de la
parroquia de la Catedral Canaria, en el mismo figura con el número 52 Antonia hija de Antonio
Felipe labrador y Juana Gutiérrez vecinos de lanzarote y con la inscripción 79
José hijo de Antonio Chamorro, labrador, y Teresa del Jesús, vecinos de
Lanzarote.
Esta corriente migratoria se agrava en la
crisis de 1721 en que la isla quedó casi desierta. Fueron tantos los emigrados,
que el Cabildo acuerda que no entren en Gran Canaria nada más, que los tres mil
llegados desde Lanzarte y Fuerteventura.
A Tenerife emigró otro número similar de los
que unos 600 se establecieron en el pueblo del Sauzal.
Como
la sequía, parecía no ser suficiente
mal, para los sufridos habitantes de esta isla, un golpe casi de gracia,
les llegó con la mayor catástrofe natural
de la historia de Lanzarote, las erupciones volcánicas de 1730.
Las consecuencias de este fenómeno, afectaron
al 57 por ciento de la población, habiendo emigrado un 44 por ciento de la
misma, calculadas en unas 1848 personas.
La mayoría llegaron a Fuerteventura. Así lo
reseñan los propios Lanzaroteños que
hablan de los beneficios recibidos en la vecina isla, como alimentos y
tierras para edificar, con tanta generosidad, que los habitantes de Villaverde,
eran casi todos procedentes de
Lanzarote.
La
audiencia encaminó a los emigrados Lanzaroteños también hacia otras
islas como La Palma, La Gomera, Tenerife, Las
Palmas el Hierro, y algunos optaron por emigrar hacia las tierras americanas.
Entre cuyos objetivos estaba preferentemente Cuba, Texas y Montevideo, y luego Venezuela,
Argentina y La Florida.
En la propia fundación de Montevideo,
participaron también algunas familias lanzaroteñas.
En la primera expedición en el buque Nuestra Señora de la Encina que
partió de Santa Cruz de Tenerife el 21
de agosto de 1726 se encontraban las familias de Aquino Rivero García y Bernabé González y en la segunda de 1729 que
fue en el barco San Martín que llegó a
Montevideo el 27 de Marzo de 1729 se encontraban las familias lanzaroteñas de Lorenzo Calleros Sosa, la de Antonio Méndez y
la de Cristóbal Cayetano de Herrera, todas contribuyeron a la fundación de la ciudad de Montevideo.
Hay que destacar el papel del
lanzaroteño Cayetano de Herrera, que
formó parte del primer Cabildo de Montevideo, uno de sus 10 hijos tuvo una actuación destacadísima
el Dr. Nicolás Herrera (1774-1831) desempeñando
diversos cargos políticos y diplomáticos. De esta familia Herrera
escribía en 1926, don Luis Enrique Azarola Gil lo siguiente:
“Por espacio de
doscientos años y seis generaciones, esta prosapia histórica prolonga sus
hilazas en el telar nativo y presenta sus jalones humanos en cada etapa de la
evolución nacional. Sus faltas o sus méritos nos incumben menos que su
presencia en los anales de la patria”
La Real Orden
del 14 de Febrero de 1719 dictada por Felipe V, atendiendo a las peticiones
realizadas desde las provincias de Texas y Nueva
Felipinas en la que decía: Mando
y ordeno que haga conocer mi real voluntad en esas islas y vea si hay familias
que quisieran ir a la Habana
y a Texas, si ellos lo deciden voluntariamente y no en otra forma..” motiva
a 7 familias de Lanzarote que sumaban 43
personas a iniciar una de las mayores aventuras americanas protagonizadas por
unos lanzaroteños: La fundación de San Fernando de Bejar (Texas).
Juan Leal Goraz, vecino de San Bartolomé y que en Lanzarote
formaba parte del Cabildo General, fue proclamado el 1 de Agosto de 1731,
Regidor y primer Alcalde de San Antonio de Texas.
También en 1730, varias familias de Lanzarote
que habían huido de las erupciones volcánicas partieron desde Tenerife hacia Cuba, en total 71 personas, que se
dedicaron en la isla caribeña a la labor
del tabaco.
De igual manera ocurrió con los soldados
destinados a la guarnición de La Florida donde se registraron varios vecinos de
Lanzarote.
Venezuela también recibe varios vecinos
lanzaroteños, a principios del siglo XVIII, son tres los matrimonios celebrados
entre vecinos de nuestra isla en la Catedral de Caracas.
En 1766
llega a Venezuela Rafael Borges y cuatro años después lo
vemos con el grupo que funda el pueblo
de San Pedro, cerca de los ríos Caroní y Paragua, a Rafael se le puso el
apodo de "mataburro", había nacido en Lanzarote, aunque sus padres eran de Garachico (Tenerife) y se habían
trasladado a la isla conejera con motivo de las erupciones volcánicas que sufrió la Villa y Puerto de Garachico en
1706.
Y para Venezuela sale también el Barco "El
Diamante" en 1769, en él va
un vecino de Lanzarote, natural de Teguise, Antonio Borges famoso artista que algunos escritores lo
incluyen dentro del grupo de canarios
que destacaron en la pintura,
escultura y el retablo de caras en el
siglo XVIII. Destacar también al platero Lanzaroteño, natural de San Bartolomé
Marcial Bermúdez
Para
tener una visión de la situación real de la isla en 1.770 veamos parte del
discurso pronunciado por el Síndico Personero
en La Villa de Teguise:
“La falta de
alimentos y de agua se hizo general, abandonados de todos, aquellos
desgraciados se vieron al fin en la necesidad de comer pencas
de tuneras, para conservar la vida, este alimento nocivo, los condujo a la
muerte con más brevedad, pero después de padecer mil tormentos con las
enfermedades que les originaba. Era una fortuna para cualquiera encontrar un
caballo, un burro, un perro o un gato muerto para devorar una parte y ocultar
la otra con que satisfacerse más tarde. La esposa desgraciada se arrojaba sobre
el cadáver de su marido y le quitaba los zapatos para alimentar a sus
hambrientos hijos con unos pedazos de cuero que les conservaba su penosa
existencia por unos días más. Murieron a cientos en los pueblos, en los campos,
los unos de sed, los otros de hambre y muchos quedaron sin sepultar sirviendo
de pasto a las bestias y a las aves.”
Antes de finalizar el siglo XVIII,
Lanzarote es nuevamente protagonista de
un fenómeno relacionado con la emigración. El auge del cultivo de la viña y el
rápido crecimiento del negocio de la barrilla, hacen que se convierta en un
foco de atracción para recibir una gran
cantidad de inmigración. Se aprecia un
aumento demográfico de un 3.04 por ciento.
Esta engañosa curva estadística en el nivel
de crecimiento, no se convierte en una
base para iniciar la estabilidad de una
isla que había sido azotada por todas las penurias conocidas en el mundo.
El 5 de Junio de 1779, 18 vecinos de Lanzarote se unen a la
expedición que partió de Santa Cruz de Tenerife con destino final en Luisiana.
El total de emigrantes eran 423 personas,
el viaje lo hacían en la fragata Sagrado Corazón de Jesús y el primer
puerto al que llegaban era el de la
Habana y desde allí continuaban hasta Nueva Orleáns.
Fiel a su enfermedad, Lanzarote, que vivió en esta etapa uno de los mayores
índices de crecimiento poblacional de canarias, se convierte a principios del
siglo XIX en uno de los puntos de emigración más espectacular de todas las
islas.
Las
estadísticas de nuestra población en el periodo de 1802 a 1818, las recoge Don Manuel Hernández González en su obra La Emigración Canaria a América, en la misma se indica que la
Isla pierde unos 1.170 habitantes con motivo de la
emigración.
El destino
principal de los emigrantes Lanzaroteños es
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