lunes, 4 de febrero de 2013

OBSERVACIONES A UNA SERIE DE ARTÍCULOS DE DON FERNANDO BAÉZ EN TORNO A LA RELIGIÓN DEL PUEBLO GUANCHE.










Capitulo XIV


Chaurero n Eguerew


Viene de la entrega anterior.

En torno a las imágenes de la Diosa Chaxiraxi

Sobre la fecha de llegada y procedencia de la imagen, hay variadas teo­rías, pues nada se halló escrito que satisficiera y sacara de la oscuridad de aquellos tiempos…

Pero vayamos analizando con objetividad los datos que nos suministran autores de diferentes épocas sobre tan polémico tema y atendamos principal­mente a nuestra lógica.

En primer lugar, respecto a la cronología, observamos las primeras dis­crepancias, es natural, pues cada autor se ha guiado por el criterio referencial más adecuado, dados los acontecimientos conocidos de la etapa a analizar.

Un grupo de autores reseñados siempre como “clásicos” en el tema que comentamos, fijan la llegada de la imagen a la isla entre 1390-92. Otros, en cambio, las establecen entre 1400 y 1450.

Se basan estos autores en variados hechos, unos que exceden la lógica natural, otros en situaciones concretas y los menos aluden a la tradición. (M.J. Riquelme Pérez, 1990:27-28)
Por su parte Bethencourt Afonso recoge: “Las inscripciones de la imagen de la Virgen de Candelaria son tan etruscas como si hubieran venido de un cementerio toscano, en el cual descansan los huesos de muchos Caius.

La imagen es la de la diosa Menera y su hijo —que con muy poca probabilidad es Minerva, una diosa virgen o una diosa madre— cuyo nombre está compuesto de la palabra vasca men, “poder o au­toridad…” (J. Bethencourt Afonso, 1991, t. I: 163)

Sobre el origen de la imagen de la Diosa Madre Chaxiraxi ya sincritizada como Nuestra Señora de Candelaria, el historiador Lorenzo Santana Rodríguez ha realizado un excelente trabajo de investigación del cual no nos resistimos a reproducir  parte del mismo pues consideramos que es un documento bastante esclarecedor en cuanto a la leyenda de la supuesta “aparición” de la imagen en la playa de Chimisay:
“Para concluir este somero estudio sobre los inicios del culto candelariero hemos escogido un tema que nos permitirá retrotraernos a la época anterior a la Conquista de la isla, pues nos proponemos hacer un primer intento de reconstruir la tradición de los guanches sobre la Candelaria a partir de los detalles que ellos mismos aportan en el conocido como pleito de los naturale, pues no es lo mismo oír lo que Espinosa dice que a su vez dicen los guanches, que el escuchar a estos directamente. En otro estudio adelantamos el comienzo de este pleito hasta el año 1544, como se deduce de una carta de poder otorgada en la ciudad de La Laguna el 11 de septiembre de ese año:
Sepan cuantos esta carta vieren cómo yo, Pedro Goçón, cl[é]rigo presbítero, beneficiado de este término de Güímar, que es en esta isla [d]e Tenerife, y cómo nos, Pedro Delgado, y Juan Gaspar, y Juan Hernández, y Juan Castellano, y Luis Hernández, y Juan Castellano, y Luis Hernández, y Pedro Madalena, y Juan de Santa Cruz, y Antón Gutiérrez, y Juan de Baltazar, y Juan de Tacoronte, y Luis García, y Pedro Hernández y Luis Hernández de Ibavte, vecinos y naturales de esta isla de Tenerife, moradores en el dicho término de Güímar y de Nuestra Señora Candelaria, por [n]os y por los demás vecinos y moradores del dicho término, por los [c]uales hacemos y prestamos voz [y] caución (…otorgan poder general de Gutierre de Trejo, clérigo presbítero, beneficiado de Nuestra Señora de la Consolación de Santa Cruz, para…) pedir y suplicar que no c[on]sientan ni den lugar a que la iglesia de Nuestra Señora d[e] Candelaria, que al presente est[á …] se mude del lugar dond[e …] está hecha y edificada […] allí donde está nosotr[os y nuestros] padres la ayudaron a [… edi]ficar con limosnas que […] dieron. Y, así mismo, [… pue]da pedir que la ima[gen de Nuestra] Señora no se saque ni […] dicha iglesia para la ll[evar …] a otra parte, por[que donde(?) al(?)] presente está ha esta[do …] continua desde que la [dicha(?) imagen(?)] se hizo. Y, así mis[mo, pue]da pedir y pida [que en la dicha] iglesia de Nuestra Señor[a de(?) Cande]laria se nos admini[stren los(?)] sacramentos de la Igles[ia …] bautismos, como de vela[ciones …] entierros y otras cosas […] todo no se hace en la dich[a iglesia] por estar en po[der(?) …] de la Orden de Santo Domingo, de que todos nosotros y los demás vecinos del dicho término padece[m]os por no tener quién en la dicha iglesia de Nuestra Señora nos administre los dichos sacramentos.                                                     
Como dicen los guanches: “porque ellos ayudaron a hacer la dicha iglesia e imagen”; o como dicen en el documento que se elevó a público: “porque donde al presente está ha esta[do …] continua desde que la dicha imagen se hizo”. Por la significación o novedad que supone esta afirmación, hemos optado por reproducir la minuta en su totalidad y el poder en su mayor parte, pues para defender sus derechos sobre la imagen los guanches manifiestan, sin ninguna clase de reparos o dudas, que tienen memoria de cómo sus antepasados ayudaron a hacerla, es decir que ayudaron a costear su pago, lo que entra en flagrante contradicción con el relato de Espinosa, que afirma que ésta había aparecido en una playa a los naturales ciento y cinco años antes de la Conquista de Tenerife.
La cuestión que nos proponemos clarificar es que en el caso de la Candelaria, al igual que en el la Virgen de Pino de Gran Canaria, se produjo una sustitución de la imagen original, y en ambos casos, aunque inicialmente no parece haberse planteado un problema devocional, finalmente se acabó ocultando este hecho. El profesor Hernández Perera dató hacia la década de 1440-1450 la imagen de la Candelaria, la que los conquistadores encontraron en la cueva de Achbinico y que desapareció arrastrada al mar por el aluvión de 1826. Valiéndose de los testimonios gráficos que nos han quedado de la misma estableció esta fecha aproximada en base a su análisis estilístico. Esta fecha ha confundido a los historiadores, pues está tan arraigado el relato de Espinosa que hasta la fecha de hoy se ha aceptado, sin cuestionarlo, que la imagen a la que se refiere la narración de la aparición tenía que ser necesariamente la que estaba en la cueva de San Blas. Es por esta razón, por citar a modo de ejemplo un solo historiador, que Rumeu de Armas, que un primer momento la relacionó con las misiones mallorquines-catalanas de finales del XIV, tras la publicación del estudio de Hernández Perera rectificó su parecer inicial.” (Lorenzo Santana Rodríguez, 2010)
Si como recoge el documento de 1544: “porque ellos (y sus padres) ayudaron a hacer la dicha iglesia e imagen”; ¿A que representación de la Diosa Madre sustituyeron con esta nueva imagen? ¿La descrita por Espinosa en 1590? Supuestamente “aparecida” en Chivisay y que según dice el fraile: Esta es la descripción desta santa imagen, que tantos años ha que en esta isla apareció, y con haber hoy ciento y noventa años que apareció y haberla traído de un cabo a otro y sacado mil veces en procesiones, y vistiéndola y desnu­dándola, que no puede dejar de manosearse, está el día de hoy, 25 de octubre de 1590 años (que para haber de hacer esta relación la vi desnuda), tan linda, tan hermosa, y los co­lores, oro y matices, tan perfectos, como si hubiera pocos días que se hubiera hecho.” (Espinosa 1980:77). Esta afirmación de Espinosa indica que la imagen por él descrita no es la supuestamente “aparecida” en Chivisaya y que posiblemente nunca existió siendo toda la parafernalia de la “aparición” pura creación literaria del dominico.
En la época precolonial en la isla Chinech cada menceyato poseía una o varias representaciones antropomórficas o anicónicas de la Diosa-Madre Chaxiraxi. Al ser sometidos por las armas los menceyatos del norte, y según la jurisprudencia castellana de la época, los invasores no les reconocieron ningún derecho ni consideración a los vencidos, arrasando de cuajo los sitios cultuales, esto propicio que los guanches sobrevivientes a la masacre y los alzados se visen obligados a continuar sus cultos y ritos en los menceyatos del sur, lo que posiblemente dio lugar a las romerías  Tajo, (Diosa de La Luz) Chimisay (El Socorro) y Achbinico (Candelaria), entre otros lugares.
Creemos que nuestros antepasados adoraban a nuestra Magné Chaxiraxi de manera intelectual y sus representaciones eran aniconicas, esto se deduce de los múltiples Betilos y Menhires que han perdurado hasta nuestros días y que han pasado desapercibidos para los iconoclastas, Bethencourt Afonso nos reseñas algunos de ellos en  Ayesa e Itote en Arafo y otro en Valle Marcos, Abikure (San Andrés). (B. Afonso: 418 y 432).

Pero una piedra, o un menhir nunca fue objeto de devoción, veneración y de respeto en sí mismo, sino por aquellos que implicaba y significaba, es decir, por lo que tenía de proyección. Por este motivo la mayoría de las piedras relacionadas con el culto han tenido un fin utilitario.
Pero el más singular de ellos es el situado en la cueva de Chinguaro, verdadera representación aniconica de la Diosa Madre Chaxiraxi y que siempre ha estado  en su santuario donde además, en las excavaciones realizadas recientemente en este santuario por la arqueóloga Jiménez Gómez destaca la verificación de que existió en las cuevas principales una gran hoguera fija del Fuego Sagrado que nuestros ancestros guanches utilizaron con fines religiosos durante generaciones, cuyo altar fue sacado a la luz con centenares de restos de ceramica y alimentos usados como ofrenda.
Una hoguera similar de Fuego Sagrado tuvo otro santuario de la Diosa, el de Achbinico tal como recoge el investigador Dr. Ignacio Reyes: “El análisis morfosemántico sugiere que el ordeño practicado en esta gruta, orientada hacia el naciente y con restos arqueológicos de un ara permanente donde el fuego habría alcanzado altas tem­peraturas, debió de poseer alguna dimensión ritual o simbólica. Además, tras ella, en su vertiente occidental, discurre el Barranco de los Samarines, orden de especialistas en materia religiosa y prácticas adivinatorias, que, como señala su denominación perso­nal, zammarin o 'poderoso', desarrollaba algunas de sus activi­dades en dicho ámbito. Todo esto indicaría que el lugar poseía la dignidad necesaria para recibir la imagen sacralizada. Un culto a la Diosa creadora, Chaxiraxi, que asumiría en poco tiempo la perso­nalidad de Sep Meri, la Virgen María de los ocupantes cristianos. (Ignacio Reyes, 2006:55)

Este santuario-auchón  de Chinguaro modernamente ha sido usurpado por la iglesia católica so pretexto de la creación de un triangulo mariano en cuyos vértices se encuentran los sitios cultuales guanches de Chivisaya, achbinico y Chinguaro, para la creación de esta nueva fuente de ingresos para el obispado de Tenerife, se expropiaron los terrenos a bajos precios con la connivencia del Cabildo Insular de Tenerife y Ayuntamiento de Güímar, quienes con dineros públicos (De momento llevan gastado más de un millón de Euros) han profanado este lugar sagrado guanche con toneladas de cemento y hierro, todo ello en beneficio del obispado nivariense que será quien administre los futuros ingresos económicos generados en Chinguaro y Chivisaya, pues los generados por la Basílica de Candelaria lo son por los dominicos.

Las usurpaciones han sido una constante histórica en nuestras Islas. En los principios de la colonización el catolicismo se va a encontrar con formas culturales guanches aprovechables y no dudará en sacarles partido.

Gran número de las ermitas que hoy se levantan en nuestros campos no son otra cosa que la catolización de lugares que en la más remota antigüedad fueron el marco en el que se desarrolló un culto guanche. 



Con la llegada del catolicismo vamos a asistir a un hecho transformador. La cultura eclesiástica católica tratará de imponerse y derrotar a la cultura guanche mediante tres procesos: 1) La destrucción de todo lo guanche; 2) La sustitución de los antiguos cultos por otros católicos parecidos (obliteración); y 3) La conservación de las formas rituales, aunque mutilando el significado (desnaturalización). Son los dos últimos aspectos, es decir, la sustitución de cultos siempre que no suponga una ruptura y la conservación de los actos aunque orientados a las nuevas divinidades, los que incidirán en nuestras Islas.
En los menceyatos del sur, al producirse la penetración foránea de manera más tardía, como consecuencia de los pactos de paces y, especialmente, por ser zona de amplia influencia de los alzados guanches, donde los colonos europeos durante los primeros decenios de la invasión y conquista no se aventuraban más allá de Güímar, perduraron durante mucho más tiempo la veneración original. Por el contrario, en la zona norte de la isla, donde tuvieron lugar los primeros asentamientos europeos, la acción del rodillo iconoclasta fue más avasalladora y brutal
Son varias las figuras de la Diosa Madre Chaxiraxi que en diferentes aspectos existentes en la Isla en los momentos previos e inmediatamente posteriores a la invasión europea, de las cuales la Historia colonial nos ha dejado suficientes reseñas como para ser identificadas actualmente.


El fraile Alonso de Espinosa nos informa de las mismas aunque como es habitual en el dominico nos las presenta rodeadas de las inevitables e infantiles fabulas con que adorna sus relatos:

“Otra imagen de Nuestra Señora está en Garachico, cuyo aparecimiento pasa así:

Después que la isla se conquistó muchos años, yendo unos barqueros vecinos de La Orotava a pescar a las calmas de La Gomera en una barca o barco de Gonzalo Bueno, ve­cino del dicho lugar, llegaron en el término de Adeje a una caleta (que por el caso que vamos contando se llamó de Nuestra Señora), en la cual hallaron una imagen de Nuestra Señora de mazonería, con un niño en brazos al siniestro lado; y muy contentos con el hallazgo, la meten en el barco, con intento de volverse a su pueblo y poner la imagen en la igle­sia del. Pero Dios, que tenía determinada otra cosa, no fue servido, porque, aunque venían con mar bonanza y próspero viento navegando, en llegando al paraje de Garachico les dio tanto viento y mar, que les fue forzoso entrar en el puerto.

Ellos dentro, la mar y viento sosegados, tornan a querer proseguir su viaje; y en saliendo del puerto, tornó de nuevo la tempestad. Y así les fue forzoso volverse al puerto, donde, habido su consejo, concluyen en que saquen a tierra la ima­gen, y por tierra la lleven con el secreto que sea posible; mas no pudo ser tanto que no viniese a noticia de los del pueblo de Garachico, y, aunque los barqueros la sacaron encubierta, envuelta en una bernia y con una gorra colorada, no bastó para que los vecinos de Garachico no diesen con ella; y, ha­bida a las manos, la pusieron en la iglesia parroquial, donde hoy día está. De ahí a pocos días, viniendo de las islas de abajo a ésta ciertos portugueses, conocieron la dicha imagen y afirmaban haberla visto y haber estado en la isla del Fuego, y que poco antes que aquélla isla se abrasase, desapareció esta imagen de allá…”

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