lunes, 5 de noviembre de 2012

POR SUS OBRAS LOS CONOCERAN (IV)






Eduardo Pedro García Rodríguez *

Continuando con el contenido del artículo "No hay manera" de don José Melquíades López Mederos, publicado en el número 239 del periódico "La Voz de La Palma", como réplica a otro de don Jaime Morera Felipe, vamos a tratar de ilustrar al articulista sobre su afirmación de que el pueblo guanche "no conocían la agricultura (sólo algo en Gran Canaria)."

Asumiendo que el primitivo pueblo canario practicaba una agricultura de autoabastecimiento por las razones que hemos explicado anteriormente, no autoriza a suponer y mucho menos afirmar que "no conocían la agricultura" como expone de manera supuestamente inconsciente el autor del artículo. De hecho, exceptuando los monos cultivos extensivos de la caña de azúcar y de la vid introducidos por los invasores, en los primeros tiempos de la ocupación, y las tuneras o nopales para la cría de la cochinilla, y posteriormente, el tomate y el plátano, cultivos éstos últimos fomentados y financiados por comerciantes ingleses. Los cultivos de subsistencia o para consumo interno eran los habituales y se mantuvieron en las islas desde los tiempos pre-coloniales hasta bien entrados los años sesenta del pasado siglo XX, en que fueron sustituidos por el mono cultivo del turismo de alpargatas, de sol, y playas con alcohol barato.

Y como cada monocultivo se ha implantado con detrimento del anterior, este último ha destruido de hecho y de manera prácticamente irreversible el suelo donde se habían asentado los anteriores.

Es evidente que el ser humano -precisamente por serlo- está sujeto a "errores y inexactitudes", en ello estamos de acuerdo con el articulista en cuestión, pero otra cosa bien diferente es abordar un tema con ideas fijas preconcebidas pues ello limita la concepción de la realidad objetiva y obliga a una repetición continuada de un mismo concepto aunque este haya sido vertido erróneamente, perpetuando así la falacia histórica y no desarrollando la capacidad de análisis en torno a los hechos tratados.

Si una sociedad como la primitiva canaria, no conocía la agricultura o sólo conocía "algo" ¿cómo es que desarrolló obras de ingeniería destinadas al riego de las tierras de cultivo? La existencia de este tipo de obras nos lo confirma uno de los primeros cronistas de la conquista, el mercenario "pardillo" A. Cedeño, quien refiriéndose a la isla de Tamarant al respecto recoge:

"...Tenían muchas acequias de agua y con grande admiración tienen una gran peña viva agujerada por espacio de un cuarto de legua que atraviesa un gran cerro por donde condujeron parte de buena cantidad de agua por aprovechar con el riego buenas tierras; que llaman la Vega, y el principio nace de unos barrancos muy hondos y la subieron por unos acueductos haciendo calzadas por donde llaman Tejeda...". (Antonio Cedeño. 1993:19) )

En el Barranco del Infierno en el Menceyato de Adeje, Chinech (Tenerife) existe un túnel excavado en su vertiente sur de similares características a las señaladas por Cedeño para Tamaránt, posiblemente obra pre-colonial.

Ya en los albores de la invasión y conquista de la isla de Chinech (Tenerife), la documentación generada por los españoles deja constancia de la existencia de terrenos despojados a los guanches y que habían sido dedicados a la agricultura, como ejemplo vemos una de las Datas (repartimiento de tierras) dadas para el Menceyato de Anaga: "Juan Navarro, vº. 4 f.tas. de r. y 2 c. q. es en Anaga, término desta isla de Tenerife en los campos de Amazy q. Se han de regar con el agua de Havhana; los dhos. Campos eran, en el tiempo de los guanhes, del Rey de Anaga. 28-XI-1507."

Veamos algunos aspectos de la agricultura desarrollada por el pueblo guanche, el tantas veces citado A. Espinosa recoge: "El rey, cuya era la tierra, daba y repartía a cada cual según su calidad o servicios, y en este término que a cada cual señalaba, hacía el tal su habitación (porque congregación de pueblos no tenían),[] donde no habían cuevas hacían casas de piedra seca y paja encima...) cavaban o por mejor decir escarbaban la tierra y sembraban su cebada. Esto hacía el varón, porque todo lo demás, hasta encerrarlo en los graneles o cuevas era oficio de las mujeres." (Fray Alonso de Espinosa 1980:45)

"...tenían gran vigilancia en no dejar nacer yerba que no fuese provechosa para el ganado; y así siempre lo traían grueso, porque lo criaban a ojo..." (Ibiden)

Por el contrario en la península Ibérica El régimen de propiedad es privado y la explotación de la tierra puede ser tanto directa como indirecta. El contrato más frecuente es el de arrendamiento.

En tiempos actuales la ciencia también se ha ocupado de estudiar los tipos de agricultura practicada por nuestros antepasados pre-coloniales, son varios los trabajos arqueológicos llevados a cabo en torno a esta actividad, siendo uno de los más notables el desarrollado por la investigadora doctora María del Carmen del Arco y su equipo. Para una mejor ilustración del articulista en cuestión y atendiendo a su demanda de cientificidad extraemos algunos párrafos de un extraordinario trabajo publicado por dicha profesora: "En relación al aprovechamiento de las especies vegetales domesticadas y, en consecuencia, a la práctica agrícola, las fuentes escritas y las arqueológicas permiten alcanzar un considerable grado de conocimiento.

Los documentos escritos revelan cómo en Tenerife existe una cierta variedad de cultivos, si bien no hay unanimidad al respecto. Así L. De Cadamosto recoge exclusivamente la presencia de cebada, mientras que G.E. de Zurara añade trigo y las legumbres, al igual que Barros. Este repertorio, trigo, cebada y variedad de legumbres, habas y arvejas, es citado en Abreu y Galindo (1977:297-298), y en Espinosa se asegura el cultivo de la cebada y las habas, recogiendo la inexistencia del trigo debido a la pérdida de la simiente (1967:37), circunstancia que también es señalada por Torriani (1959:181), mientras que Viana sólo refiere el conocimiento de la cebada (1968:34 et al.)." (Mª del C. Del Arco et al.2000:87)

Continúa su exposición la autora y más adelante refiriéndose a los análisis de los trabajos arqueológicos efectuado en la Cueva de don Pascual nos dice: "Tenemos pues con estos restos paleocarpológicos, sobre todo los de Icod, la confirmación del cultivo de cereales y leguminosas y a través de ellos es posible hacer estimaciones sobre la significación de la práctica agrícola y sobre cada una de las especies determinadas" (Mª del C. Del Arco et al. 2000:88).

Las disponibilidades alimenticias y los hábitos alimentarios de una sociedad están íntimamente ligados a las producciones agrícolas y ganaderas, en este aspecto la sociedad castellana se diferenciaba muy poco de la guanche pues manejaban recursos similares, siendo esto así, no se entiende el desmesurado interés mostrado por los conquistadores y sus herederos ideológicos en pretender mostrarnos a nuestros antecesores en un estado cultural muy inferior al que tenían realmente.

Vamos a citar algunos de los alimentos más significativos que caracterizaban la alimentación castellana: pan, carne, vino y pescado (salazones). En Castilla el pan es el alimento más apreciado a todos los niveles sociales como el gofio lo era en Canarias, hecho explicable por el papel central que ocupaba ambas transformaciones de los cereales dentro del régimen alimentario de la época. Un hecho significativo en este aspecto lo constituye la ayuda prestada por el renegado mencey de Güímar Añaterve al esclavista Alonso Fernández de Lugo, quien la recibió en el campamento de Añaza dicha ayuda consistente en gofio, higos pasados, queso, cabras y cochinos (cerdos), es de suponer que esta aportación para el sostenimiento del ejército invasor debió de ser cuantiosa, lo que nos indica que las técnicas agrícolas de producción no debían ser muy diferentes a las castellanas -exceptuando los cultivos de producción masiva- como podemos comprobar, si tomamos como ejemplo para Europa los datos reunidos por Slicher van Bath de diferentes fincas inglesas donde los rendimientos fluctúan entre los 4,5 de 1412/13 y los 5,6 de 1463/97, obtenemos un promedio de 4,6 granos de trigo por 1 de simiente para el siglo XV. En la península ibérica del siglo XV, los escasos datos de los que disponemos van en la misma dirección y dan como resultado un rendimiento medio para las cosechas de cereales de 4,4 por 1 (5,0 en un pueblo abulense en 1411; 3,8 en 1416 en Burgos y 4,5 en 1433 en tierras castellanas.
 
Así mismos, los útiles de labranza empleados en las islas no debieron ser sustancialmente diferentes a los empleados por esa época en la península ibérica, exceptuando el arado ligero que había sido introducido por los romanos, el grano se siega con hoces y se trilla por medio de cadenas. Se podía ver a las mujeres recogiendo constantemente los excrementos de los animales a lo largo de los caminos para utilizarlos como abono e incluso como combustible.

La variedad en el clima y en los suelos junto con los relieves montañosos, los efectos de las diferentes civilizaciones y la variedad de las nacionalidades que se establecieron en la península ibérica, todo ello, por supuesto, ha quedado reflejado en la composición de los cultivos y de la agricultura. Desde tiempo inmemorial se han venido trayendo semillas y plantas desde diversos países Mediterráneos y desde el suroeste de Asia. Después del descubrimiento de las Américas, han proliferado también las plantas traídas de allí: cactus mejicanos, yuca, agave, aguacates, y otras frutas de América Central, judías, papas y especialmente maíz. El científico Vavilov, identificó seis centros de origen en el Viejo Mundo: China, India, Oriente Próximo-Asia Central, Sureste de Asia, Etiopía y Mediterráneo Oriental.

El historiador Marín de Cubas señala para Tamarant especies vegetales cultivadas que historiadores posteriores vienen señalando como foránea de las islas, el negar lo que se desconoce o lo que se "presupone que de no debe existir" ha sido recurrente en la mayoría de los tratadistas, por ejemplo, se venía asumiendo que la vid fue introducida en las islas por los invasores castellanos, sin embargo la ciencia no dice lo contrario:

"Además, nuestros estudios paleocarpológicos han venido a señalarnos que en Don Gaspar se cultiva Vitis vinifera desde comienzos de la Era. Ésta es una aportación fundamental pues se trata de un cultivo para el que toda la historiografía señala su introducción tras la conquista. Aunque los restos identificados son escasos, no se trata de un hallazgo aislado pues determinamos varias unidades en distintos niveles pertenecientes todos ellos a la secuencia de ocupación indígena. Indudablemente desde nuestra perspectiva estamos ante el mismo planteamiento que el expresado más arriba sobre el stock fundacional, el tipo de simientes y productos agrícolas con los que se planifica la colonización de la isla, y éste es un cultivo plenamente introducido en el Occidente Mediterráneo y N de África para la fecha del primer milenio a.C. que barajamos." (Mª del C. Del Arco et al.200:93)

Como fácilmente se desprende de lo expuesto por la doctora del Arco, la viña ya se cultivaba en Tenerife desde mil quinientos años antes de la conquista europea quizás para consumo de mesa, los colonos ibéricos se limitaron a introducir nuevas variedades más rentables económicamente, y posiblemente injertándolas con sepas autóctonas lo que les confería una destacada resistencia ante ciertas enfermedades que por esa época asolaban los viñedos en Europa.

"En este mismo sentido no debemos olvidar que otro de los cultivos en el campo de la arboricultura, siempre relegado a su introducción posconquista o en manos de los navegantes mediterráneos del siglo S. XIII-XIV (mallorquines) fue la higuera y que en la Cueva de la Palomas los estudios antracológicos han permitido identificar carbón de ficus carica desde el S. III a.C, hallazgo del que hoy podemos presentar su confirmación por similares determinaciones en la Cueva de Los Cabezazos (Tegueste). Nosotros hemos dicho siempre; lógico, es otro de los cultivos mediterráneos bien implantados. Por lo tanto, debe estar en el paquete fundacional y, en ese sentido nuestra hipótesis es que con probabilidad el espectro de cultivos se ampliará. Así en el campo de la arboricultura, no nos resultaría nada extraño la determinación del olivo, el granado o la palmera datilera." Mª del Arco, 2000:94)

No cabe duda de que cuando la ciencia es empleada desde una perspectiva libre de conceptos preconcebidos y presiones interesadas, ayuda a situarnos en realidades históricas acorde con los parámetros indicados por los indicios bibliográficos y la tamusni. En este caso queda desmontada una de las tantas falacias históricas sostenidas por el sistema colonial en su afán por minusvalorar la cultura sometida.

Para la isla de Chinech (Tenerife) ya las primeras Datas dadas al traficante de esclavos Lope de Salazar y a su factor en Añazu el renegado anaguense Diego Ibaute o Baute y a sus respectivas familias, recogen los topónimos Abicor, Abicore, Abicure, Bicor, que se traduce del guanche al castellano por Valle de Las Higuera, nombre de la actual localidad de San Andrés. Veamos alguna Datas fechada en 1.499: "Lope de Salazar. Como a conquistador q. fuistes, en el valle de Abicore un asiento de colmenas, así como se dan los asientos, q. ninguno pueda poner colmenar media legua de donde vos lo pusierdes; así mismo el dcho valle un herido de un molino donde vos lo quisierdes asentar. 5-VI-1499." (Elías Serra, 1978:98).


"Diego de Ibaute. Un padazo de t. de secano a la cabezada de Ibaute q. se decía en tiempos de los guanches Ama Amautama, en q. puede haber 8 f. de sembradura, desde unas palmas pequeñas a la mano izquierda de parte de abajo para Bicor. Digo al escribano vos asiente 6 f. de sembradura. El Adelantado. Ts. Alº López, Juan Navarro, Juan Cabello. 22-junio 1503." (Elías Serra, 1978:132).

Las Islas Canarias siempre han sido un campo experimental para el colonialismo, por ello la metrópolis ordenó la construcción de un Jardín Botánico en La Orotava, Tenerife, para aclimatar las plantas provenientes de América y Asia con destino a la península ibérica, así, las posibles enfermedades que pudiesen portar quedaban en la isla, siendo posteriormente remitidas libres de plagas o enfermedades, en la actualidad dicho jardín continúa para disfrute de los turistas.

Esperamos haber ilustrado un poco al Sr. López Mederos, en torno a lo que él entendía como "desconocimiento de la agricultura" entre la ancestral sociedad guanche, aunque que nos preocupa el hecho de que la especialidad que imparte como enseñante sea la de Historia del Arte, ¿Qué enseñará el Sr. López Mederos a sus alumnos en torno al arte rupestre de Canarias? ¿Les dirá que las manifestaciones rupestres especialmente los grabados alfabetiformes feno-púnicos y libios fueron introducidas en las islas por los castellanos o mallorquines? ¿O quizás la tan socorrida de que son garabatos obra del diablo para confundir a los buenos cristianos? Y las ánforas de indudable factura fenicia encontradas en nuestro litoral, estudiadas y catalogadas científicamente, ¿Habrían sido dejadas por los actuales turistas ingleses o alemanes? Explicaciones más peregrinas hemos visto por parte de algunos sesudos detentadores de la cultura española en Canarias para tratar de explicar determinados aspectos de nuestra milenaria cultura. "¡Cosas veredes amigo Sancho...!"´.


Continurá...

*Presidente de la Asociación Sociocultural Kebehi Benchomo

Chinech, wamfuy n 5º akano.

Fuentes consultadas:

Antonio Cedeño

Costumbres de la Nación Canaria

Colección Tagorin. Editorial Benchomo

Santa Cruz de Tenerife, 1993.

Elías Serra Rafols

Las Datas de Tenerife

(Libros del I al IV de datas originales)

Edición del Instituto de Estudios Canarios

La Laguna 1978.

Teresa de Castro

"La alimentación castellana e hispanomulsumana bajomediaval

¿Dos Códigos Opuestos?

Estudios de Historia y Arqueología Medievales, XI, 1996, pp. 33-65.

Nicolai Ivanovich Vavilov, en: El Cabletoblaspa, noº 38, abril de 2005, pag.18.

Mª DEL Carmen del Arco Aguilar y otros autores

El Menceyato de Icod en el poblamiento de Tenerife.

Revista Eres. Volumen 9. Organismo de Museos y Centros

Del Cabildo Insular de Tenerife. Diciembre 2000.

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