domingo, 18 de noviembre de 2012

HISTORIAS INMORALES COLONIALES EN CANARIAS (VI)




 
Capitulo V
 
 
La esclavitud en la ocupación de la isla Benahuare
 
Chaurero n Eguerew 

 
 
“La historia de España oficial que se ha enseñado durante siglos es una pura falacia.
 
A mí, como presidenta del archivo de Medina Sidonia, se me trajo un escrito para que lo firmase. En ese escrito se decía que me comprometía a no exhibir ningún documento que fuese contra la reputación, buen nombre o fama de las personas. Se me pusieron los ojos como bolas y pregunté. “¿Esto se referirá a los 50 años pasados, verdad? Sobre esto en el archivo de Medina Sidonia no hay nada”. Se me respondió: “No, se refiere a cualquier cosa que atente contra el buen nombre de España, de los reyes y tal”. Yo contesté: “¿Incluyendo a Mauregato?”. Éste era alguien que había matado a todos sus hermanos como era la costumbre en esa época. Me negué a firmar. Y ésta es una de las causas de los problemas que ha tenido la Fundación de Medina Sidonia… Ese documento está firmado en todos los archivos nacionales por todos los directores”. (Luisa Álvarez de Toledo, Duquesa de Medinasidonia.)
 
   Las razzias llevadas a cabo por los piratas y esclavistas  europeos contra la isla Benahuare (La Palma) están documentadas desde la segunda mitad del siglo XV, mallorquines, catalanes, aragoneses y castellanos hicieron de la isla un campo de caza de seres humanos como esclavos.
 
   El pirata esclavista normando Jean de Bethencourt, en su intento de ocupación y saqueo de la isla, se vio frustrado por la tenaz resistencia de los awuaras, quienes mostraron una determinación en defensa de su tierra mucho más firme que los mahos, ello indujo al pirata a desplegar velas y dirigirse a Tamarant donde igualmente fue rechazado por los canarii.
   En 1447 Guillen Peraza parte de Ghumara (La Gomera) con tres naves y 500 hombres, dirigiéndose a conquistar La Palma. Tras desembarcar en el cantón de Tihuya, donde reinaba el príncipe Echedey, se produjo una terrible batalla donde los awuaras derrotaron a los colonos castellanos, a pesar de sus primitivas armas (lanzas de madera y piedras) con las que se enfrentaron a las de acero y armas de fuego de los invasores. El mismo Guillén  Peraza falleció durante los combates tras ser alcanzado por un tenikazo (pedrada). Hecho de armas que cubrió de gloria a los awuaras y dio lugar a las plañideras pesadumbres de los invasores reflejadas en unas endechas dedicadas a la muerte de Guillen y que sus herederos ideológicos han mantenido vigentes hasta nuestros días.
   Culminada la invasión y ocupación de la isla Tamarant por las huestes mercenarias europeas en 1483, los colonos hacían continuas cabalgadas a las islas Chinech y Benahuare a la captura de esclavos, ganados y todo cuanto pudiesen saquear. En estas “entradas” se distinguió especialmente un desalmado aventurero y traficante de esclavos llamado Alonso Fernández de Lugo, por aquellos tiempos alcaide de una casa fortaleza situada en Agaete, y cuya extremada ambición sólo era comparable a su desmesurada crueldad. Entre los awuaras capturados en estas razzias figuraba una mujer llamada, después de bautizada por el rito católico, Francisca de Gazmira también conocida como Francisca Palmense “harto emparentada en la isla”, esta noble aguara, después de sometida a un eficiente lavado de cerebro por parte del clero católico, fue convencida para que actuara de intermediaria entre los invasores y sus parientes, cometido que realizó eficientemente consiguiendo que la mayoría de los cantones de la isla asumieran el Tratado propuesto por los mercenarios, negociación de la que después se arrepentiría amargamente cuando descubrió la verdadera faz de los invasores.
 
   El cura de los Palacios Andrés Bernaldez, indudablemente influido por lo libros de caballería tan en boga en la época  convierte a  Alonso de Lugo, de aventurero invasor y criador de azúcar en Gran Canaria, alcaide en Agaete y mal pagador perseguido por los acreedores, en caballero sevillano de noble cuna, “buena condición y de sana conciencia”, “de noble generación, hombre pacífico y de muy buena condición, agudo y de buen corazón e ingenio, cuidadoso de ganar honra e de servir a Dios y sus Altezas en conquistar las gentes bárbaras e idólatras, ignorantes y enemigas de la fe católica”. Mediador entre Pedro de Vera y los nativos, “porque con mucho amor los trataba e conquistaba”, se le atribuye la iniciativa de la guerra: “quando vido tiempo conveniente, demandó a el rey e a la reyna, la conquista de Palma, ingenioso y aficionado a conquistar territorios, controlado por enemigos de la fe católica, para darlo a los reyes de Castilla, por propia iniciativa. Con apologistas  tergiversadores de la realidad histórica y sus personajes como Bernaldez  no es sorprendente que  la iglesia católica tenga a tanto golfo santificado y los políticos de servicio en Canarias tantos ascendientes idolatrados.
 
   La cuestión es que la inconmensurable ambición de Alonso de Lugo no le permitía disfrutar de sus 90 fanegadas de tierras usurpadas e ingenio de Agaete y decidió invertir el fruto de la rapiña de una de sus cabalgadas a la isla Chinech en un viaje a Castilla donde ofreció sus servicios como mercenario y consiguió de los nefastos Reyes Católicos el ser contratado para la invasión y conquista de la isla Benahuare , a decir de estos tétricos monarcas “en poder de infieles canarios”.
 
   Presupuestada la invasión en 700.000 maravedís una vez gaanada la isla, Lugo habría de buscar fondos por su cuenta, recuperando la inversión con el beneficio en el quinto, parias, botín de ganados y cautivos, que pudiese rapiñar, además de la mitad de los quintos de los esclavos, ganados y demás despojos pertenecientes a la corona obtenidos en las “entradas” en la isla Chinech y en el continente según concesión real expedida en Valladolid a 13 de julio de 1492:  
 
   “Don Fernando y doña Ysabel etc. Por quanto vos Alonso de Lugo lleváys cargo por nuestro mandado de conquistar la ysla de La Palma, que está en poder de canarios ynfieles, e fue asentado con vos, por nuestro mandado avéys, que para las costas y gastos que fiziéredes en la dicha conquista os avíamos de faser merçed de la mitad de los quintos a nos pertenesientes de las cosas que fueren tomadas por vos (o por otras gentes que lleváredes para la dicha conquista o por las fustas e navíos que para ello lleváredes de qualesquier vecinos) de la ysla de Tenerife e de qua1esquier lugares de la Bervería. Por ende, por haser bien e merçed a vos Alonso de Lugo, en alguna enmienda de las costas e gastos que en la ysla de La Palma, que vos lleváys a cargo por nuestro mandado, avéys de faser , por la presente vos fazemos merçed de la mitad de los quintos que a nos pertenescen e nos avemos de aver de qualesquier tomas e cavalgadas que vos e las gentes que lleváredes o vuestros navíos e fustas para la dicha conquista tomaren de qualesquier vecinos de la ysla de Tenerife e de qualesquier lugares de Berbería; e la otra mitad, de los otros quintos, es nuestra merçed e voluntad que vos el dicho Alonso de Lugo la recibáys e cobréys para en quenta e parte de pago de las setecientos mill que nos vos avemos a dar para la dicha conquista de La Palma; e sy caso fuere que la mitad de los dichos quintos montare e valieren más de las dichas setecientos mill maravedís, que vos avemos a dar por la dicha conquista, que seyendo pagado de la mitad de los quintos, a la persona o personas a quien nos mandaremos. E por que se sepa lo que ansí recebís e cobráys, mandamos que lo que ansí recibiéredes e cobráredes e a nos perteneçieren de la mitad de los dichos quintos lo recibáys por ante escrivano público, e dello tengáys cuenta e rasón, por que por virtud della se pueda saber e averiguar lo que por vos ansí fuere reçebido; e si viéremos que cunple a nuestro serviçio embiar persona que esté presente al reçebir e cobrar de los dichos quintos, que lo podades fazer. E por esta nuestra carta: mandamos a qualesquier capitanes e maestres e contramaestres e otras qualesquier personas, que vos fueren a la dicha conquista, que vos acudan e fagan acudir con los dichos quintos, que ansí anos perteneçieren de las cavalgadas que ansí fisieren en la dicha ysla de Tenerife e de qualesquier lugares de la Berhería, e que tomen vuestra carta de pago, con las quales, e con el traslado de esta nuestra carta, mandamos que les sean reçebidos e pagados en cuenta, e que les non sean pedidos nin demandados otra vez. E mandamos a los nuestros contadores maiores e a sus ofiçiales que ansy entren el traslado desta nuestra carta en los nuestros libros, e vos sobrescriban e den e tomen el oreginal, por que por virtud della vos sea acudido con los dichos quintos. E los unos ni los otros etc.(con enplazamiento etc.). Dada en Valladolid, a XIII de jullio de XCII años.= Yo el Rey.=Yo la Reyna.=Yo Ferrand Alvares.=Registrada, Rodericus, doctor. (A.S.: Registro del Sello. Fol. 20.” (Dominik Josef Wolfel: La Curia romana y la Corona de España en la defensa de los aborígenes canarios, en la revista Anthropos ”, tomo XXV (año 1930), pág. 1063.)
 
   Como experto embaucador a Lugo no le fue difícil estimular la ambición de los mercaderes de esclavos Juanoto Berardi, florentino, representante en Sevilla de Bartolomé Machino, que tenía arrendada la Guinea al rey de Portugal y al mercader genovés, residente en Sevilla, Francisco Riberol. A repartir costos y beneficios por terceras partes, de haber “demasía” en el gasto, “se partiese de sueldo por libra.., según se suele y acostumbra hacer, entre mercadores.”
 
   Después de una serie de peripecias, que dejamos en el tintero por cuestión de espacio, el 29 de septiembre de 1492 desembarcan en Tazacorte, en la desembocadura de La Caldera, unos 900 mercenarios al mando de Alonso Fernández de Lugo, quienes fueron pacíficamente recibidos gracia a los buenos oficios de Francisca de Gazmira la que, convencida por Francisco Maldonado, pesquisidor en Tamaránt y sus regidores, había pasado a la patria de origen, para convencer a sus conmatriotas. Consiguió que diesen vasallaje, “fuesen de paces e estoviesen a nuestro servicio et mandado”, nueve de los doce bandos, que se repartían la isla. Los miembros de unos se dejaron bautizar en bloque, casando “los onbres con sus mujeres”, siguiendo su ejemplo no pocos de los otros.
 
   Apenas instalado el campamento de los invasores, Alonso de Lugo comete la primera felonía contra los awuaras, con la excusa de asegurar la fidelidad de los cantones de paces, exige la entrega de 30 jóvenes de la nobleza aguara. Una vez los jóvenes en su poder, con el pretexto de que debían ser adoctrinados en la santa fe católica, son inmediatamente embarcados en una nao y remitidos a la metrópolis donde los socios de Lugo se encargaron de comercializarlos rápidamente, estos jóvenes constituyeron la primera remesa de esclavos awuaras.
 
   Pero como sin confrontación Lugo no podía obtener “esclavos de buena guerra” con que hacer frente a los gastos de la invasión más los beneficios exigidos por los inversores, procuró fomentar los enfrentamientos con los bandos que no habían asumido plenamente el dominio castellano, lo que motivó la deseada por Lugo gran batalla de Timibúcar para vencer la resistencia de los cantones aliados de Tedote -donde estuvieron a punto de ser derrotados, de ahí el antiguo nombre de El Apurón- y Tigalate, venciendo a Bentacayse, jefe de Tedote (hoy Santa Cruz de La Palma), y a los hermanos Jariguo y Garehagua, que gobernaban en Tigalate.
   Después de estos encuentros tan sólo les quedaba el cantón de Aceró para dominar y saquear totalmente la isla, pero allí fueron rechazados, una y otra vez, por Atanausú y sus guerreros. Tras los fallidos intentos de los castellanos por adentrarse en La Caldera, Fernández de Lugo usó del arma más efectiva de los castellanos, la traición y el engaño. Mandó a Juan de Palma, pariente de Atanausú, ya cristianizado y domesticado, para convencer a éste de que saliera por el paso de Adamacansis para hacer un pacto de caballeros. Tanausú, ante la insistencia de los invasores y para evitar mayores sufrimientos a su pueblo que sufría los rigores de las bajas temperaturas de la Caldera, accedió a negociar la paz, a pesar de que fue advertido del doblez y poco honor que los cristianos daban a sus compromisos.
   Cuando Atanausú y su séquito se dirigía al encuentro con Lugo, los cristianos lo atacaron capturándolo junto a su séquito en el lugar conocido hoy como El Riachuelo, cerca de La Cumbrecita. Atanausú fue encadenado y conducido a un barco con otros cientos de esclavos para ser vendidos en Sevilla y Valencia, pero siguiendo la tradición guanche el héroe aguara, al grito de: ¡Vacaguaré! (quiero morir), se dejó morir de hambre antes de ser esclavo, protagonizando la primera huelga de hambre documentada en Canarias.
   No siendo suficiente los esclavos capturados en los enfrentamientos para satisfacer las deudas contraídas por Alonso de Lugo y desando éste conseguir de los “derechos” de la invasión depredatoria de la mayor, más poblada y más rica de las islas, Chinech, marcha a España, arribando al Puerto de Santa María en febrero de 1493, siendo vendidos de inmediato la cargazón de esclavos awuaras.
 
   Lugo dejó un destacamento en la isla con órdenes expresas de provocar a los naturales para obligarles a alzarse, teniendo así una justificación “legal” para continuar comercializando a los awuaras. Interesada la reina católica en el negocio, dio crédito al infundio, haciendo regalo sustancioso a su capitán, para abrir la veda de “palmeses”: “nos le hezimos merced de ciento cincuenta cautivos, de los que fueron en la dicha traición”.
 
   Sin intención de moverse de la corte, Lugo delegó la captura en los escuderos Espinosa y Benavides. Cayendo sobre la isla, rompieron la “pacífica paz”, incautando bienes y cuerpos de awuaras, que fueron embarcados para “estos nuestros reinos”.
 
   Quedando así cristianamente pacificada la isla Benahuare que a decir de Bernáldez: “la isla de Palma, habitada por gente “bestial”, no fue “señoreada” ni pacificada, “de otra nación” ni persona, hasta que la conquistó Alonso de Lugo, consiguiendo “despojo” de 1.200 “ánimas de varones e mujeres, chicos e grandes” y 20.000 cabezas de ganado ovejuno y cabruno”. 
 
   El 12 de febrero de 1494, el Consejo de Castilla emite desde Valladolid: “lncitativa al asistente de Sevilla don Juan de Silva, conde de Cifuentes, para que dé cumplimiento de justicia a Juanoto Berardi y Francisco de Riberol, estantes en dicha ciudad, que dicen haberse concertado con Alonso de Lugo, vecino de Gran Canaria, para la conquista de La Palma, por lo que debían ir a tercios en los 700.000 maravedís que recibirían por los gastos de la conquista, a pesar de lo cual cuando Alonso de Lugo concertó la conquista de Tenerife renunció dicha cantidad en la Corona y se quedó, además, con 150 esclavos de un bando de paz que les habían sido concedidos por los reyes, porque, a pesar de que estaban en seguro, se descubrió que intentaban asaltar el real y de los que también les correspondían los dos tercios. (E.Aznar; 1981
 
   Francisca de Gazmira, sintiéndose culpable de las atrocidades cometidas contra su pueblo por los invasores: “por haber sido ella intérprete e cabsa de que ellos se confiasen”, quiso pasar a Castilla, para querellarse ante los reyes, "por sy e por los dichos sus parientes y naturales", pero esgrimiendo la prohibición de 1491, le impidieron embarcar. Poco después, la muerte de cuatro esclavos de Alonso de Lugo, quizá propiciada o provocada por su propietario, sirvió de excusa, para arrestar a los familiares de Francisca. Secuestradas sus pertenencias, el “conquistador” probó la gravedad del delito, por la dureza del castigo: “aforcó injustamente” a dos palmeños, “cabeçeras de vando”, que combatieron a sus órdenes, so “color” o apariencias de haber inspirado revuelta inexistente, salvando Francisca la cabeza, por evitar escándalo sonado.” (Luisa Álvarez de Toledo)
 
   Los Reyes castellano-Aragonés para evitar que el escándalo llegase al papado, verdadero árbitro de las invasiones y conquista de las islas, se hacen eco de las denuncias planteadas por Francisca de Gazmira e inician una serie de pesquisas que conducen en 1500 a la localización y liberación de un grupo de esclavos en Jerez de la Frontera, compuesto por canarios, gomeros, guanches y, entre ellos, algunos palmeros del bando de Gazmira.
   Otro documento de 25 de julio de1500, fechado en Granada nos dice: “Incitativa a don Juan de Silva, conde de Cifuentes, alférez mayor y miembro del Consejo, para que determine en el pleito de al­gunos canarios, que dicen ser libres y estar sometidos a servidumbre por no haber determinado, debido a la partida del rey, en la causa que habían seguido ante los alcaldes de casa y corte, y reciben por ello peor trato de sus dueños que antes de emprender dicho pleito estando suficientemente probado su justicia por el hecho que doña Inés Peraza diese a Francisca Gazmira 60.000 maravedís para que no continuase el litigio. Episcopus ovetensis. Johannes licenciatus. Marti-nus. Zapata. Tello. Moxica. Mármol. Pérez”. (Aznar Vallejo, E.)
   En todo caso, como en el resto de las islas “realengas”,  la pacificación no fue total, como nos indican algunos historiadores. Décadas después de la invasión aún existían reductos de resistencia en Benahuare, tal como recoge un documento del Registro General del Sello extractado y publicado el investigador español Eduardo Aznar:  “1518. Noviembre, 6. Avila. Orden al gobernador o juez de residencia de Tenerife y La Palma para que informe al Consejo de los malhechores, alzados, ladrones y otras gentes que andan por los campos y montes de la isla come­tiendo delitos sin ser apresados por la justicia. Se da a petición de Hernando de Ponferrada, procurador de Jácome Monteverde, vecino de La Palma, quien se queja porque muchos de ellos se acercan al ingenio que tiene en el barranco de Tazacorte y, tras matar y herir a los hombres que allí tiene, roban ganados y mantenimientos. Por ello, solicita licencia y facultad para que sus criados pue­dan prenderlos y entregarlos a la justicia. Muxica. Palacios Rubios. Polanco. Qualia. Beltrán. Guevara. Salmerón.” (E. Aznar, et. al.:32)
   En fin, aquellos polvos han traído estos lodos, aún está en la mente de casi todos nosotros unas palabras pronunciadas por Felipe, príncipe de los españoles, en una de sus primeras visitas a esta colonia: “Canarias es el último bastión de España en el Atlántico”… ¡ASÍ NOS VA!
Octubre de 2009.
 
Fuentes consultadas:
 
Luisa Álvarez de Toledo
Duquesa de Medinasidonia
África Versus América
Edición. Junta Islámica
ISSBN: 978-84-607-1135-3
Córdoba (España) 2000.
Dominio Josef Wölfel
Estudios Canarios
H. Nowak. Burgfried-Verlag. Hallein
Austria 1980
Eduardo Aznar Vallejo
Documentos del Sello (1476-1517)
Instituto de Estudios Canarios
La Laguna-Tenerife 1981.
 
 
Capítulos publicados:
 
 
 
 
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario