lunes, 3 de marzo de 2014

LA DIGNIDAD DE UNA MADRE CANARIA






Josefa Falcón Abreu

Hoy voy a contar una historia de hace muchos años, concretamente de la época de la posguerra pero que a mí me han contado recientemente y me ha calado muy hondo, hay tantas cosas, tantas historias y penurias que nuestra gente ha vivido… Ocurrió en el sur de Tenerife, fue durante esa época de hambre, de muchas dificultades... En esta historia real aparecen una familia pobre y sin nada que llevarse a la boca y un hombre al que le sobraba todo lo que a aquellos le faltaba. Un día a este señor, en una de sus fincas le habían robado unos sacos de papas de las que tenía plantadas, denunció el hecho y la guardia civil vino a tratar de averiguar quién lo había perpetrado. Empezaron haciendo un rodeo por el lugar, creían que les iba a resultar fácil dar con el culpable, en las casas de los pobres nadie tenía que comer y hacia allí se dirigieron. La guardia civil vio que de una casa muy pobre salía humo y se preguntaron que podían estar cocinando si no tenían nada para guisar, por lo que se dirigieron hacia la casa. Allí encontraron a una madre con varios niños y querían obligar a la mujer a destapar el caldero a lo que ella se negaba, ellos insistieron y ella volvió a negarse diciéndoles que por favor no le obligaran a destaparlo, su dignidad le obligaba a ocultar lo que estaba preparando para dar de comer a los suyos….Hasta que ellos mismos lo hicieron y vieron con sorpresa que allí, dentro de aquel caldero no habían papas, solo pencas de tuneras, ese era el alimento que la pobre mujer iba a dar a su familia, a sus niños y no las papas que ellos habían creído encontrar… Los guardias civiles salieron de allí cabizbajos y se dirigieron a casa del dueño de las tierras para contarle que donde único habían creído hallar una pista les había fallado y le contaron todo lo ocurrido. Cuentan que este hombre se llenó de compasión y cogió dos sacos de papas y se los llevó a esa familia. En esta historia vemos, por un lado, la dignidad de una pobre madre de familia y por el otro la bondad dormida y al fin despierta de un hombre pudiente, en ella también podemos ver que la gente pobre no tiene por qué ser ladrona para sobrevivir, como creyeron los guardias civiles, que quizás ni siquiera fueron los pobres los que cometieron el hurto, asimismo que no toda la gente pudiente es frívola y desconsiderada, que tiene nobles sentimientos y que situaciones como esta, aunque sea tan dramática, puede sacar lo mejor del ser humano, al menos eso es lo que yo he podido sacar como conclusión de esta historia, una historia cruda y real que ocurrió aquí, a nuestra gente, a quienes tuvieron que soportar las miserias de un guerra y posterior posguerra que nada tenía que ver con esta tierra…Tamaragua amigos…

Marzo de 2014.

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