martes, 25 de diciembre de 2012

TACORONTE (I)



TACORONTE

MISCELANEA PARA UNA HISTORIA DEL MUNICIPIO


CAPITULO  I

Eduardo Pedro García Rodríguez

El Menceyato

Tacoronte topónimo guanche cuyo significado es: (*takur-n-ttăy> takoronte, monte de la vuelta”.)
1 Tf. ant. Top. Comarca, hoy municipio, situada a 28º 28' de latitud Norte y 16º 24' de longitud Oeste. Expr. t.: Tacoronte, Tacoront, Tacoronta. (Dr. Ignacio Reyes García).
Es uno de los nueve menceyato en que estaba dividida política y administrativamente la isla Chinech (Tenerife) en el momento de la invasión de los conquistadores castellanos aragoneses.
Ocupaba una superficie considerablemente superior a la del actual municipio de Tacoronte, incluyendo La Victoria de Acentejo, La Matanza de Acentejo, El Sauzal y el propio Tacoronte.
Aunque no hay excesiva información acerca de los menceyes del menceyato, se cree que el primer Mencey de Tacoronte después de la división de la isla entre los hijos de Tinerfe El Grande, pudo haber sido Rumén, sucediéndole posteriormente su hijo Acaymo.
Sería este último quien gobernaba en tiempos de la invasión y conquista de Chinech (Tenerife) por el mercenario Alonso Fernández de Lugo.
La economía en el menceyato de Tacoronte, radicaba como en el resto de la isla fundamentalmente en la ganadería (cabras, ovejas, cochinos (cerdos), también se desarrollaba la agricultura y la explotación de los recursos marinos y forestales.
El menceyato de Tacoronte fue uno de los integrantes de los bandos de guerra junto con los menceyatos de Tegueste, Taoro, Icod y Daute. Los bandos de guerra se opusieron valientemente a las tropas invasoras castellanas librando cruentas batallas con ellas a fin de evitar la conquista de la isla. Una de esas batallas,  tuvo lugar dentro del territorio de este menceyato, hablamos de la batalla de La Matanza de Acentejo.
La importancia del Menceyato de Tacoronte queda reflejada por la existencia de sus múltiples Tagoros de los cuales la historiografía ha recogido algunos entre los cuales cabe destacar los siguientes:
Tagoro de Guamasa o Los Tagoros, próximo al Peñón.- Cerca de los naranjeros y frente al campo de Golf, se encuentra la zona llamada El Peñón, lugar donde acamparon los Tabores guanches después del encuentro de Aguere con los castellanos.
Tagoro del Cerro y Tagoro de Calderín cercanos a la montaña del Cerro al pie de la cumbre de Tacoronte.- En las cumbres de Agua García existe la Montaña Cerro.
Tagoro de las Goteras no lejos del Pico de las Flores, cumbre de Tacoronte.- El lomo de Las Goteras por debajo de montaña Juan Fernández, cerca de "Fuente Fernández".
Lomo del Tagoro en La Cañada por encima del Ortigal.-Cerca del Ortigal de Arriba se encuentra la zona llamada La Cañada.
Tagoro de las Clavellinas, próximo a montaña de Facundo, entre el camino de San Cristóbal y Huertabicho.-Por encima de Agua García se encuentra la Montaña de Fagundo con restos arqueológicos guanches por el Barranco de Las Lajas.
Tagoro de Las Alegrías al pie de la montaña Cabeza de Toro, cumbre del Sauzal.-
Encontramos en las cumbres del Sauzal cerca de Las Lagunetas y en un lugar conocido como "Pata Guanche" la Montaña Cabeza de Toro.
El Tagoro próximo al Sambusal en Tacoronte.- En la carretera que va de Tacoronte a Valle Guerra encontramos dos lugares conocidos; uno como Tagoro y el otro como la Cruz de Tagoro. (La mayor parte de la zona del Barrio del "Pris", es conocida como Tagoro y al principio de la carretera que baja a este barrio, se encuentra la ermita de La Cruz de Tagoro, así como la calle Cruz de Tagoro.
Rosendo García Ramos, en la Revista de Canarias (Año III, Nº 51 del 8 de Enero de 1881) en un artículo titulado "Dos Palabras sobre los maxos y libio-fenicios" nos comenta: Existen aún en Tenerife varias localidades llamadas Tagoro ó Tagoror, en las que se conservaban hasta no há muchos años los asientos de piedra de los respectivos menceyes y ancianos que celebraban el "sabor" o consejo. Hemos visto uno de ellos en el antiguo menceyato de Tacoronte, cerca del paraje donde hoy se halla la Ermita de San Juan, cuyo término y sus inmediaciones conservan todavía aquella antigua denominación.

Testigos arqueológicos de los primigenios habitantes de Tacoronte

Restos óseos encontrados en una cueva del acantilado de Mesa del Mar, en el municipio de Tacoronte, fueron hallados en el sector Este del yacimiento, en conexión con otros huesos que formaban parte del mismo individuo. Su extraña morfología, debida a la fusión ósea producida por una fractura, fue desde un primer momento motivo de interés científico.
 El hallazgo fortuito de la cueva sepulcral se produce a finales de 1999, en el acantilado que por el Norte cierra la Playa de la Arena, en Mesa del Mar (Tacoronte). El descubrimiento fue notificado a la autoridad competente, quien realizó la recogida de parte de los huesos. Tras su estudio, en los laboratorios del Museo Arqueológico de Tenerife e Instituto Canario de Bioantropología del Cabildo de Tenerife, se confirmó la existencia de, al menos, dos individuos adultos y dos infantiles, constatándose, además, la presencia en el lugar de un número indeterminado de restos humanos.

 Retazos de historia pre-colonial:

En territorio del Menceyato de Tacoronte en la parte que actualmente ocupa el municipio de La Matanza de Acentejo  justamente donde comienza el achimenceyato de Acentejo, perteneciente al Menceyato de Taoro, en el barranco que dividía por esta zona los menceyato de Taoro y Tacoronte, en la frontera natural marcada por el Barranco de Fanfan, de Acentejo o San Antonio, tuvo lugar la famosa batalla de La Matanza de Acentejo.

Batalla épica en algunos aspectos fue superior a la conocida como Batalla de Las Termopilas, pues si bien el paralelismo entre ambos enfrentamiento consiste en que fue protagonizada por un grupo de trescientos aguerridos guerreros, los de las Termopilas se enfrentaron con un armamento y tácticas militares similares, en cambio la de Acentejo supuso el enfrentamiento de unos guerreros guanches armados de piedras y palos, frente al ejercito más moderno y mejor armado de la época, aun así, la derrota de los invasores fue total, dejando en el campo de batalla más de dos mil quinientos muertos, tal como recoge modernas investigaciones, suponiendo el mayor desastre militar sufrido por los ejércitos coloniales españoles en sus aventuras colonialista, ni siquiera la conquista de América produjo tantas perdidas humanas para los invasores como las de la batalla de Acentejo.

En territorio del Menceyato de Tacoronte en la parte que actualmente ocupa el municipio de La Matanza de Acentejo  justamente donde comienza el achimenceyato de Acentejo, perteneciente al Menceyato de Taoro, en el barranco que dividía por esta zona los menceyato de Taoro y Tacoronte, en la frontera natural marcada por el Barranco de Fanfan, de Acentejo o San Antonio, tuvo lugar la famosa batalla de La Matanza de Acentejo.

En el dicho Barranco de Fanfan, tuvo lugar la célebre batalla en la que los invasores conquistadores españoles liderados como queda dicho por Alonso Fernández de Lugo, fueron derrotados por las tropas del Capitán guanche Chimenchia-Tinguaro al frente de 300 guerreros ecogidos, y por su hermano el Mencey de Taoro Benchomo en 29 de mayo de 1494.

Batalla épica en algunos aspectos fue superior a la conocida como Batalla de Las Termopilas, pues si bien el paralelismo entre ambos enfrentamiento consiste en que fue protagonizada por un grupo de trescientos aguerridos guerreros, los de las Termopilas se enfrentaron con un armamento y tácticas militares similares, en cambio la de Acentejo supuso el enfrentamiento de unos guerreros guanches armados de piedras y palos, frente al ejercito más moderno y mejor armado de la época, aun así, la derrota de los invasores fue total, dejando en el campo de batalla más de dos mil quinientos muertos, tal como recoge modernas investigaciones, suponiendo el mayor desastre militar sufrido por los ejércitos coloniales españoles en sus aventuras colonialista, ni siquiera la conquista de América produjo tantas perdidas humanas como las de la batalla de Acentejo.

Tacoronte también fue escenario donde de menifestó la crueldad de los métodos de guerra habituales en  los invasores.

Muertos durante la Batalla de Aguere, el Mencey Benchomo y su hermano Chimenchia-Tinguaro, el Tagoror de los menceyatos enfrentados a los invasores y el pueblo de Taoro nombró al hijo primogénito de Benchomo, Bentor o Ventor, como nuevo Mencey y líder.

Este, se negó a rendirse ante las tropas castellanas, pese a la sangría que la batalla había representado para el ejército guanche diezmado por la denominada “modorra” causada por el envenenamiento de las fuentes de agua por parte de los invasores españoles.

Retirándose estratégicamente los Tabores guanches establecieron su Real del Peñón (Tacoronte), donde a las pocas horas se hallaban reunidas todas las fuerzas útiles.

Como explica la declaración de los testigos aportada en la información de Margarita Guanarteme (1526), hija del converso y traidor Thenesor Semidan (Fernando Guanarteme) que indica como en dicha acción de Aguere "mataron al Rey Grande que se llamaba el Rey Venitomo de Taoro, y don Alonso de Lugo envió a Fernando Guanarteme para que se viera con el rey Ventor, hijo de Venitomo, para requerirle se diese volviendo con la respuesta que el nuevo rey no se quería dar…"

Según recoge Bethencourt Alfonso: “En este campamento y en la misma noche o al siguiente día de la batalla de La Laguna, pues las tradiciones únicamente dicen a las pocas horas, la nobleza del reino de Taoro en cumplimiento de sus costumbres legendarias convocó el Beñesmer y proclamó mencey de Taoro a Benytomo, hijo primogénito del Rey Grande y achimencey que era del Araotava. Después de su exaltación al trono fue nombrado por Acaymo y Beneharo, jefe de la Liga.

Era Benytomo (Bentor) hombre de grandes alientos y guerrero valeroso, pero sin aquellos prestigios ni supremo don de mando de su padre, único entre los guanches capaz de salvar a la patria mientras alentara.

Cuéntase que en el primer tagoror o consejo celebrado por los reyes y grandes de los tres Estados bajo la jefatura de Benytomo, acordaron aleccionados por la batalla de la laguna no presentar ni aceptar combate alguno donde jugara la caballería, ni llevar las añepas reales ni enseñas a los campos de batalla, ni abandonar como solían sus posiciones para atacar cuando eran provocados por los españoles.

Noticioso el general Lugo de la situación del ejército guanche, después de ordenar quedara custodiando el Real de Gracia la mitad del cuerpo auxiliar güimarero con una compañía de los invasores, movió sus fuerzas en dirección del enemigo acampado en el Peñón.

Llegados los castellanos hicieron alto en orden de batalla y envió el Adelantado a D. Fernando Guanarteme con un mensaje para el rey Benytomo, “a le requerir que se diése e tornáse cristiano e que le faría toda la cortesía que quisiése...”, cuya respuesta negativa como ya dijimos, motivó un segundo mensaje con el mismo Guanarteme y Pedro Mayor, llevando la cabeza de Bencomo clavada en una pica, para decirle de parte del general: “Que aquella cabeza le sirviése de escarmiento, pues si no se sujetaba al Rey de España con otro tanto le amenazaba”; a lo que contestó Benytomo: “Diréis a vuestro capitán que esta cabeza no me espanta, que donde quedó el cuerpo la pueden poner; y que cada cual mire por la suya”.

Entonces los españoles empezaron a provocarlos al combate y los guanches a ellos, actitud que sostuvieron como cosa de dos horas, pero sin abandonar ninguno de los ejércitos sus respectivos campos; hasta que de pronto el tiempo que estaba de invierno comenzó a llover a cántaros, y los españoles dejando la cabeza de Bencomo contramarcharon el mismo día al Real de Santa Cruz para establecer sus cuarteles de invierno.” (Bethencourt Alfonso 1997 t.III:127)

La resistencia de los Tabores guanches era cada día más débil debido a la terrible epidemia provocada por el envenenamiento de las aguas que hacía cada vez más difícil hacer frente a las hordas invasoras, las cuales al no consumir las aguas envenenadas ya que los auxiliares isleños conocían perfectamente las fuentes que dejaron sin empozoñar, indujeron a algunos notables a pactar con los invasores.

Cuando el 25 de Julio de 1496 descubrieron nuestros ancestros en el campamento del Realejo lo tramado por la nobleza, se alzaron furiosos desautorizando a los menceyes y tratándolos de traidores y cobardes e injuriando a los personajes de mayores prestigios; replegándose a los altos de Tigaiga aleccionando a sus tagoros, con objeto de salvaguardar sus medios de vida y de mantener viva la llama de la independencia, el pueblo siguió combatiendo a los castellanos,  efectuando ataques de guerrilla aleccionados por el clero guanche de los Kankus y Babilones, con los que continuamente hostigaron a los invasores.  Mientras, un sector de la nobleza y notables  aceptaron las condiciones impuestas por los mercenarios invasores antes que consentir la merma de sus privilegios.

El elevado espíritu y profundo amor a la Matria y a la libertad de que estaba dotado el penúltimo gran Mencey de Chinech (Tenerife) Bentor, le indujeron a reprobar la actitud de entrega y sumisión a los extranjeros adoptadas por los notables de la liga, así, decidió ser heraldo ante los espíritus de nuestros ancestros llevando personalmente las noticias de las desgracias que afligían a la Matria y los tiempos de esclavitud que se avecinaban y, desde los altos de Tigaiga inició su espíritu libre el viaje hacía el seno de Magek, donde desde un espacio atemporal cuida con los demás espíritus de los ancestros de  que los actuales canarios recuperemos a la Matria mancillada devolviéndole la libertad que un día le fue arrebatada por la insaciable sed de rapiña de una horda de bárbaros europeos. (Eduardo Pedro García Rodríguez, 2008).































No hay comentarios:

Publicar un comentario