martes, 3 de septiembre de 2013

¡LLEVO VIEJAS, PARGOS Y SARGOOOOOOS!





Josefa Falcón Abreu

Hoy quiero recordar un antiguo oficio de nuestras mujeres canarias, el de vendedoras de pescado, en El Puerto de la Cruz también conocidas como "gangocheras" por aquello de que cambiaban pescado por productos de la tierra. A mi me cuentan que en esta zona donde vivo venían con sus cestas de pescado a la cabeza desde la Playa de San Marcos, desde la Punta Marrero, la costa de Buen Paso o la de Santo Domingo, eso aquí, probablemente ustedes también habrán conocido u oído hablar de ellas en sus pueblos.

Eran estas mujeres, las vendedoras de pescado, que llegaban siempre caminando por veredas, cortando por los atajos, pregonando su pescado…Que casi ponían música a ese pregonar, hacían una letra monótona y continua con los nombres del tipo de pescado y pregonaban con fuerza, con ganas, aunque estuvieran cansadas, no se rendían, que había cierto pique entre ellas y corrían para llegar antes a las casas donde ya la gente les esperaba plato en mano. Que madrugaban para llegar a los desembarcaderos y ser las primeras en salir con sus pesadas cestas a la cabeza adornadas con verdes y frondosos helechos que aún le daban mejor aspecto al pescado, aunque fresco lo era, pescado en nuestras costas. Sacrificada era la vida de ellas que luego volvían a sus casas y tenían que hacer las tareas domésticas, y sacrificada la vida del pescador, el de ahora y más aún el de antes. La mar es a veces muy traicionera y se cobra muchas vidas. Ellos se exponen cuando la mar está brava, porque es su medio de vida y tienen que salir a faenar, algunos de ellos salieron y no volvieron, bien porque se los llevó la mar o porque fueran asaltados. En la historia más reciente de nuestros pescadores canarios recordemos la tremenda tragedia del ”Cruz del Mar”, en la que siete pescadores lanzaroteños murieron a manos de quienes les asaltaron un 28 de noviembre de 1978 en aguas saharianas, penosa historia, esa que llenó de tristeza al pueblo canario y que el estado español calificó como un “accidente de trabajo”, en 34 años el "secreto de sumario" ha embargado todas las declaraciones oficiales, dejándolo todo en un macabro recuerdo... Pero volviendo a ellas, a las vendedoras de pescado, me cuentan que eran generalmente familiares de los pescadores, era aquel como su pequeño negocio que les permitía vivir y sacar adelante a sus familias, ellos pescaban y ellas vendían. Era de las pocas cosas que en esa época la mujer podía hacer fuera de su casa, trabajar entonces significaba para la mujer llevar la casa y la familia, ser madre y esposa, a Dios gracias que ya no es así. Para quienes ahora compramos el pescado en las pescaderías esto resulta algo curioso, debía ser muy duro subir desde la costa cargadas con sus cestas, recorrer pueblos y barrios para poder venderlo, ahora en cambio sale de la mar, se carga en los coches y se lleva directamente a las pescaderías y de allí a nuestras cocinas. Entrañables y duras sus historias, es el antes y el después de un oficio, de uno de tantos oficios de nuestra gente de antaño, ahora nos quejaríamos si tuviéramos que hacer caminando lo que ellas hacían, nos acostumbramos a la comodidad, esa comodidad que llegó con el progreso y, bueno, que a todos nos gusta…Buen día amigos…

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