Capitulo XIV
Chaurero n Eguerew
Viene de la entrega anterior.
En torno a las imágenes de la Diosa Chaxiraxi
Sobre la fecha de llegada y procedencia de la
imagen, hay variadas teorías, pues nada se halló escrito
que satisficiera y sacara de la oscuridad de aquellos
tiempos…
Pero vayamos
analizando con objetividad los datos que nos suministran autores de diferentes
épocas sobre tan polémico tema y atendamos principalmente a nuestra lógica.
En
primer lugar, respecto a la cronología, observamos las primeras discrepancias, es
natural, pues cada autor se ha guiado por el criterio referencial más adecuado,
dados los acontecimientos conocidos de la etapa a analizar.
Un grupo de autores
reseñados siempre como “clásicos” en el tema que comentamos, fijan la llegada de la imagen a la isla entre 1390-92.
Otros, en cambio, las establecen entre 1400 y 1450.
Se basan estos
autores en variados hechos, unos que exceden
la lógica natural, otros en situaciones concretas y los menos aluden a
la tradición. (M.J. Riquelme Pérez, 1990:27-28)
Por su parte Bethencourt Afonso
recoge: “Las inscripciones de la imagen
de la Virgen
de Candelaria son tan etruscas como si hubieran venido de un
cementerio toscano, en el cual descansan los huesos de muchos Caius.
La imagen es
la de la diosa Menera y su hijo —que con muy poca
probabilidad es Minerva, una diosa virgen o una diosa madre— cuyo
nombre está compuesto de la palabra vasca men, “poder o autoridad…”
(J. Bethencourt Afonso, 1991, t. I: 163)
Sobre el origen de la imagen de la Diosa Madre Chaxiraxi
ya sincritizada como Nuestra Señora de Candelaria, el historiador Lorenzo
Santana Rodríguez ha realizado un excelente trabajo de investigación del cual
no nos resistimos a reproducir parte del
mismo pues consideramos que es un documento bastante esclarecedor en cuanto a
la leyenda de la supuesta “aparición” de la imagen en la playa de Chimisay:
“Para concluir este somero estudio sobre los inicios del
culto candelariero hemos escogido un tema que nos permitirá retrotraernos a la
época anterior a la
Conquista de la isla, pues nos proponemos hacer un primer
intento de reconstruir la tradición de los guanches sobre la Candelaria a partir de
los detalles que ellos mismos aportan en el conocido como pleito de los
naturale, pues no es lo mismo oír lo que Espinosa dice que a su vez dicen
los guanches, que el escuchar a estos directamente. En otro estudio adelantamos
el comienzo de este pleito hasta el año 1544, como se deduce de una carta de
poder otorgada en la ciudad de La
Laguna el 11 de septiembre de ese año:
Sepan cuantos esta carta vieren cómo yo, Pedro Goçón,
cl[é]rigo presbítero, beneficiado de este término de Güímar, que es en esta
isla [d]e Tenerife, y cómo nos, Pedro Delgado, y Juan Gaspar, y Juan Hernández,
y Juan Castellano, y Luis Hernández, y Juan Castellano, y Luis Hernández, y
Pedro Madalena, y Juan de Santa Cruz, y Antón Gutiérrez, y Juan de Baltazar, y
Juan de Tacoronte, y Luis García, y Pedro Hernández y Luis Hernández de Ibavte,
vecinos y naturales de esta isla de Tenerife, moradores en el dicho término de
Güímar y de Nuestra Señora Candelaria, por [n]os y por los demás vecinos y
moradores del dicho término, por los [c]uales hacemos y prestamos voz [y]
caución (…otorgan poder general de Gutierre de Trejo, clérigo presbítero,
beneficiado de Nuestra Señora de la Consolación de Santa Cruz, para…) pedir y
suplicar que no c[on]sientan ni den lugar a que la iglesia de Nuestra Señora
d[e] Candelaria, que al presente est[á …] se mude del lugar dond[e …] está
hecha y edificada […] allí donde está nosotr[os y nuestros] padres la ayudaron
a [… edi]ficar con limosnas que […] dieron. Y, así mismo, [… pue]da pedir que
la ima[gen de Nuestra] Señora no se saque ni […] dicha iglesia para la ll[evar
…] a otra parte, por[que donde(?) al(?)] presente está ha esta[do …] continua
desde que la [dicha(?) imagen(?)] se hizo. Y, así mis[mo, pue]da pedir y pida
[que en la dicha] iglesia de Nuestra Señor[a de(?) Cande]laria se nos
admini[stren los(?)] sacramentos de la
Igles[ia …] bautismos, como de vela[ciones …] entierros y
otras cosas […] todo no se hace en la dich[a iglesia] por estar en po[der(?) …]
de la Orden de
Santo Domingo, de que todos nosotros y los demás vecinos del dicho término
padece[m]os por no tener quién en la dicha iglesia de Nuestra Señora nos
administre los dichos sacramentos.
Como dicen los guanches: “porque ellos ayudaron a hacer la
dicha iglesia e imagen”; o como dicen en el documento que se elevó a público:
“porque donde al presente está ha esta[do …] continua desde que la dicha imagen
se hizo”. Por la significación o novedad que supone esta afirmación,
hemos optado por reproducir la minuta en su totalidad y el poder en su mayor
parte, pues para defender sus derechos sobre la imagen los guanches
manifiestan, sin ninguna clase de reparos o dudas, que tienen memoria de cómo
sus antepasados ayudaron a hacerla, es decir que ayudaron a costear su pago, lo
que entra en flagrante contradicción con el relato de Espinosa, que afirma que
ésta había aparecido en una playa a los naturales ciento y cinco años antes de la Conquista de Tenerife.
La cuestión que nos proponemos clarificar es que
en el caso de la Candelaria,
al igual que en el la Virgen
de Pino de Gran Canaria, se produjo una sustitución de la imagen original, y en
ambos casos, aunque inicialmente no parece haberse planteado un problema
devocional, finalmente se acabó ocultando este hecho. El profesor Hernández
Perera dató hacia la década de 1440-1450 la imagen de la Candelaria, la que los
conquistadores encontraron en la cueva de Achbinico y que desapareció
arrastrada al mar por el aluvión de 1826. Valiéndose de los testimonios
gráficos que nos han quedado de la misma estableció esta fecha aproximada en
base a su análisis estilístico. Esta fecha ha confundido a los historiadores,
pues está tan arraigado el relato de Espinosa que hasta la fecha de hoy se ha
aceptado, sin cuestionarlo, que la imagen a la que se refiere la narración de
la aparición tenía que ser necesariamente la que estaba en la cueva de San
Blas. Es por esta razón, por citar a modo de ejemplo un solo historiador, que
Rumeu de Armas, que un primer momento la relacionó con las misiones
mallorquines-catalanas de finales del XIV, tras la publicación del estudio de
Hernández Perera rectificó su parecer inicial.” (Lorenzo Santana Rodríguez,
2010)
Si como recoge el documento de
1544: “porque ellos (y sus padres) ayudaron
a hacer la dicha iglesia e imagen”; ¿A que representación de la Diosa Madre sustituyeron con
esta nueva imagen? ¿La descrita por Espinosa en 1590? Supuestamente “aparecida”
en Chivisay y que según dice el fraile: “Esta es la descripción desta
santa imagen, que tantos años
ha que en esta isla apareció, y con haber hoy ciento y noventa años que
apareció y haberla traído de un cabo a otro y sacado mil veces en procesiones,
y vistiéndola y desnudándola,
que no puede dejar de manosearse, está el día de hoy, 25 de octubre de 1590 años
(que para haber de hacer esta
relación la vi desnuda), tan linda, tan hermosa, y los colores, oro y matices, tan
perfectos, como si hubiera pocos días que se hubiera hecho.” (Espinosa 1980:77). Esta
afirmación de Espinosa indica que la imagen por él descrita no es la
supuestamente “aparecida” en Chivisaya y que posiblemente nunca existió siendo
toda la parafernalia de la “aparición” pura creación literaria del dominico.
En la época precolonial en la isla Chinech cada
menceyato poseía una o varias representaciones antropomórficas o anicónicas de la Diosa-Madre Chaxiraxi. Al ser sometidos
por las armas los menceyatos del norte, y según la jurisprudencia castellana de
la época, los invasores no les reconocieron ningún derecho ni consideración a
los vencidos, arrasando de cuajo los sitios cultuales, esto propicio que los
guanches sobrevivientes a la masacre y los alzados se visen obligados a
continuar sus cultos y ritos en los menceyatos del sur, lo que posiblemente dio
lugar a las romerías Tajo, (Diosa de La Luz) Chimisay (El Socorro) y
Achbinico (Candelaria), entre otros lugares.
Creemos que
nuestros antepasados adoraban a nuestra Magné Chaxiraxi de manera intelectual y
sus representaciones eran aniconicas, esto se deduce de los múltiples Betilos y
Menhires que han perdurado hasta nuestros días y que han pasado desapercibidos
para los iconoclastas, Bethencourt Afonso nos reseñas algunos de ellos en Ayesa e Itote en Arafo y otro en Valle Marcos,
Abikure (San Andrés). (B. Afonso: 418 y 432).
Pero una piedra,
o un menhir nunca fue objeto de devoción, veneración y de respeto en sí mismo,
sino por aquellos que implicaba y significaba, es decir, por lo que tenía de
proyección. Por este motivo la mayoría de las piedras relacionadas con el culto
han tenido un fin utilitario.
Pero el más singular de ellos es el situado en la
cueva de Chinguaro, verdadera representación aniconica de la Diosa Madre Chaxiraxi y que
siempre ha estado en su santuario donde
además, en las excavaciones realizadas recientemente en este santuario
por la arqueóloga Jiménez Gómez destaca la verificación de que existió en las
cuevas principales una gran hoguera fija del Fuego Sagrado que nuestros
ancestros guanches utilizaron con fines religiosos durante generaciones, cuyo
altar fue sacado a la luz con centenares de restos de ceramica y alimentos
usados como ofrenda.
Una hoguera similar de
Fuego Sagrado tuvo otro santuario de la Diosa, el de Achbinico tal como recoge el
investigador Dr. Ignacio Reyes: “El análisis morfosemántico
sugiere que el ordeño practicado en esta gruta,
orientada hacia el naciente y con restos arqueológicos de un ara permanente donde el fuego habría alcanzado
altas temperaturas, debió de poseer alguna dimensión ritual o
simbólica. Además, tras ella, en su vertiente occidental, discurre el Barranco
de los Samarines, orden de especialistas en materia religiosa y prácticas
adivinatorias, que, como señala su denominación personal, zammarin o 'poderoso', desarrollaba algunas de sus actividades en dicho ámbito. Todo esto indicaría que el
lugar poseía la dignidad necesaria
para recibir la imagen sacralizada. Un culto a la Diosa creadora, Chaxiraxi, que asumiría en poco
tiempo la personalidad de Sep
Meri, la Virgen María
de los ocupantes cristianos. (Ignacio Reyes, 2006:55)
Este santuario-auchón de Chinguaro modernamente ha sido usurpado por
la iglesia católica so pretexto de la creación de un triangulo mariano en cuyos vértices se encuentran los sitios
cultuales guanches de Chivisaya, achbinico y Chinguaro, para la creación de
esta nueva fuente de ingresos para el obispado de Tenerife, se expropiaron los
terrenos a bajos precios con la connivencia del Cabildo Insular de Tenerife y
Ayuntamiento de Güímar, quienes con dineros públicos (De momento llevan gastado
más de un millón de Euros) han profanado este lugar sagrado guanche con
toneladas de cemento y hierro, todo ello en beneficio del obispado nivariense
que será quien administre los futuros ingresos económicos generados en
Chinguaro y Chivisaya, pues los generados por la Basílica de Candelaria lo son
por los dominicos.
Las usurpaciones han sido una
constante histórica en nuestras Islas. En los principios de la colonización el catolicismo se va a encontrar con formas culturales guanches
aprovechables y no dudará en sacarles partido.
Gran número de
las ermitas que hoy se levantan en nuestros campos no son otra cosa que la
catolización de lugares que en la más remota antigüedad fueron el marco en el
que se desarrolló un culto guanche.
Con la llegada del
catolicismo vamos a asistir a un hecho transformador. La cultura eclesiástica
católica tratará de imponerse y derrotar a la cultura guanche mediante tres
procesos: 1) La destrucción de todo lo guanche; 2) La sustitución de los
antiguos cultos por otros católicos parecidos (obliteración); y 3) La
conservación de las formas rituales, aunque mutilando el significado
(desnaturalización). Son los dos últimos aspectos, es decir, la sustitución de
cultos siempre que no suponga una ruptura y la conservación de los actos aunque
orientados a las nuevas divinidades, los que incidirán en nuestras Islas.
En los menceyatos del sur, al producirse la
penetración foránea de manera más tardía, como consecuencia de los pactos de
paces y, especialmente, por ser zona de amplia influencia de los alzados
guanches, donde los colonos europeos durante los primeros decenios de la
invasión y conquista no se aventuraban más allá de Güímar, perduraron durante
mucho más tiempo la veneración original. Por el contrario, en la zona norte de
la isla, donde tuvieron lugar los primeros asentamientos europeos, la acción
del rodillo iconoclasta fue más avasalladora y brutal
Son varias las figuras de la Diosa Madre Chaxiraxi
que en diferentes aspectos existentes en la Isla en los momentos previos e inmediatamente
posteriores a la invasión europea, de las cuales la Historia colonial nos ha
dejado suficientes reseñas como para ser identificadas actualmente.
El fraile Alonso de Espinosa nos
informa de las mismas aunque como es habitual en el dominico nos las presenta
rodeadas de las inevitables e infantiles fabulas con que adorna sus relatos:
“Otra imagen de Nuestra Señora está en Garachico, cuyo aparecimiento pasa así:
Después que la isla se conquistó muchos años, yendo unos
barqueros vecinos de La
Orotava a pescar a las calmas de La Gomera
en una barca o barco de Gonzalo Bueno, vecino del dicho lugar, llegaron en el término de Adeje a una caleta (que por el caso que vamos contando se llamó
de Nuestra Señora), en la cual
hallaron una imagen de Nuestra Señora
de mazonería, con un niño en brazos al siniestro lado; y muy contentos con el
hallazgo, la meten en el barco, con intento
de volverse a su pueblo y poner la imagen en la iglesia del. Pero Dios, que tenía determinada otra
cosa, no fue servido, porque, aunque
venían con mar bonanza y próspero viento
navegando, en llegando al paraje de Garachico les dio tanto viento y
mar, que les fue forzoso entrar en el puerto.
Ellos dentro, la mar y viento sosegados, tornan a querer proseguir su viaje; y en saliendo del puerto, tornó
de nuevo la tempestad. Y así les fue
forzoso volverse al puerto, donde, habido su
consejo, concluyen en que saquen a tierra la imagen, y por tierra la lleven
con el secreto que sea posible; mas no pudo ser
tanto que no viniese a noticia de los del pueblo de Garachico, y, aunque los barqueros la sacaron encubierta, envuelta en una bernia y con una gorra colorada, no
bastó para que los vecinos de Garachico no diesen
con ella; y, habida a las manos, la pusieron
en la iglesia parroquial, donde hoy día
está. De ahí a pocos días, viniendo de las islas de abajo a ésta
ciertos portugueses, conocieron la dicha imagen y afirmaban haberla visto y haber estado en la isla del Fuego, y que poco antes que aquélla isla se abrasase,
desapareció esta imagen de allá…”
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