Viene de la entrega anterior.
Similitudes de Leucotea, Astarté, Venus
Celeste, Atrea llamada Urania, con María.
Leucotea, nodriza de Baco con vestimenta de
matrona, tenía un niño pequeño, divinidad marina: esta vestimenta, el niño, el
poder sobre el mar, hoy pertenecen a María, mater salvatoris, maris stella,
nutricia de Jesús. La fecundidad, Diosa romana, tenía, también, como Leucotea y
María un niño pequeño en brazos, y un cuerno de la abundancia en la mano.
2º. Astarté, deidad de Sidón, la misma que Isis,
Venus, Tanit, Chaxiraxi y el luna eran representadas frecuentemente con las
insignias reales y llevando un bastón rematado en una cruz: María, justa
crucen lacrimosa.
3º. Astrea, sube al cielo en el signo de Virgo:
La asunción de María se celebra el día 15 del signo de Virgo (15 de agosto),
día fijo. Esta fiesta se encuentra entre aquellas que los romanos llamaban stativoe.
En el Pueblo Guanche es fiesta nacional o Weñemer.
4º. Venus celeste, Urania, estaba revestida de
azul y coronada de estrellas de ocho puntas; es la musa de la astronomía: María
lleva esta diadema y este manto, y sus solemnidades, en días señalados, son
astronómicas. La Venus
celeste era también Venus Marina: María, puerta del cielo, janua coeli,
estrella de la luz del día, stella matutina. Es también marina, maris
stella, patrona de los navegantes. Urania inspiraba un amor puro y
preservaba los corazones de toda impureza: María está dotada de las mismas
virtudes, es la madre del amor celeste, mater divinae gratiae; Es la
fuente de las puras alegrías, causa nostrae laetiae.
Madre de todos los seres, depositaria de todos
los gérmenes reproducidos por su fin en los campos siempre fértiles de la vida
universal; Vaso eterno, nunca vació y derramado, sin cesar las flores y frutos
de las existencias pasajeras; quiero, pobre mortal, en mi ocaso, tratar de
cantar tus alabanzas.
Alma Venus, apenas surgías del seno de los
mares[8]cuando los elementos saludaron,
en ti, a su libertadora y madre del día[9]
. Apenas el primer soplo de tu dulce hálito rozó las moléculas dotadas de
respirabilidad, cuando tus primeros pasos, encantados, hicieron abrirse las
rosas del amor púdico, los lises de la casta maternidad y sus corolas de suaves
y consoladores perfumes con los que la fraternidad teje sus guirnaldas.
"¡Alma Venus!, el día de tu natividad
apareció, en el cielo, un asombroso prodigio: Una mujer celestial, revestida de
Sol[10]. Era la reina del firmamento que
Israel adoraba en los prósperos tiempos[11];
eras tu Reina de las Vírgenes madres[12],
semivelada, o resplandeciente de luz en los afortunados espacios que recorres;
y, sobre el cristal de las aguas, tú reflejas la dulce luz de un dios, tu
hermano, esposo y tu hijo[13].
"¡Alma Venus! Reconozco tu deidad, bajo la
túnica estrellada de María, y bajo su manto azul, flotando alrededor de su
misteriosa luna creciente. Cuando los cielos están cubiertos de melancólicas
nubes, tú consuelas la tierra con intervalos de claridad. Cuando brillan las
estrellas, la llama plateada de tu disco dulcifica los rasgos centelleantes de
esas vírgenes, lo mismo que en el templo de Vesta, el Fuego Sagrado hacía
palidecer las lámparas de las deidades inferiores. Sea que blancas palomas
arrastren tu carro en el Olimpo, o que de tus manos maternales y virginales se
depositen, sobre el altar del dios miriónimo o de los mil nombres, estos
vivientes emblemas del amor puro; sea que te cubras con el velo matronal de
Latona, o que lleves la luna creciente de Diana, la corona de María, reina de
los ángeles, yo adoro, en ti, al arca de la reproducción universal y a la
benefactora de mi vida".
[1]
Aureola que rodea la cabeza de las divinidades. Se llama también, nimbo, la
nube que sirve de carro a los dioses.
[2] Los
romanos festejaban a Anna perenna, la Diosa madre de los años; y el cristianismo ha
hecho de ella Santa Ana, madre de María. Los romanos celebraban su fiesta en la
orilla del Tiber, en los idus (el 13 o el 15).
[3] Según
el Apocalipsis: "mujer revestida del Sol, con la Luna a sus pies y coronada de
doce estrellas, pulcra ut sol".
[4] Maïa,
madre del mesías, Mercurio, es decir, madre nutricia, abuela, matris
mercuris est terra: ver Hermes, Tab. Smar. Ma-R-IA (redemtoris), madre
nutricia (del redentor).
[5]
Debemos recordar una vez más que en el mundo mazigio y por consiguiente en el
guanche, los astros cambian de género siendo " La Sol" y "El
Luna".
[6] Esta
flor representa el disco radiante del Sol.
[7]
Francois Arnoul, jacobino, de Mans, ideó en el siglo XVI, fundar una orden de
caballería para el sexo femenino y propio para extender el culto a la virgen.
Ana de Austria, regente, le dio su aprobación. Publicó en 1647, en París y
Lion, su proyecto de una "orden del Collar celestial del Santo Rosario,
compuesta por cincuenta señoritas", pero no pudo encontrar aspirantes.
Después publicó unas "revelaciones de remedios" y sentó plaza entre
los empíricos.(Ver Journal de Lttér., Scien et Arts, t.4,p.179).
[8] Himno
"Ave maris stella".
[9] Mater
dei alma o diei, madre de Dios y del día.
[10]
Evangelio según San Mateo, cap. 1, vers.1.
[11]
Jeremías dijo, 44: "Ofreceremos incienso a la reina de los cielos; le
haremos aspersiones por las calles de Jerusalén; porque, cesemos de hacerlo,
seremos destruidos por la espada y el hambre." Jeremías acertó en su
vaticinio, en cuanto el pueblo de Israel abandonó la veneración a la Diosa aceptando al
monoteísmo machista, comenzó su declive.
[12]
Regina virgenum, reina de las vírgenes, letanía de María.
[13]
Letanías de Jesús: Sol justiatiae.- Letanías de María: Speculum
justitiae.- Urania (de uranos,
cielos); Osiris, esposo de Isis; María, madre del dios Jesús.
Imágenes:
Templo
de la Diosa Artemisa
o Diana en Efeso.
Diosa
Atenea.
Capitulo XIII
Quien no quiere pensar es un fanático; quien no puede pensar, es un
idiota; quien no osa pensar es un cobarde.
Sir Francis Bacon (1561-1626).
Chaurero n Eguerew
ELLA NO ES EL. III
“Todos
los pueblos construyen su identidad a través de la memoria. Las formas
históricas del pasado atraviesan el tiempo y perduran no sólo en los objetos y
en las fechas, también se instalan en las ideas y en los actos. Pero crecen o
callan según las cambiantes necesidades e intereses de los nuevos
protagonistas, porque son las contradicciones sociales de cada época las que
determinan los usos de la historia.
…Ese
trayecto se parece bastante al que ha padecido el insulismo mago, adoptado en español como
sinónimo de “campesino” y, menos piadosamente, de “bruto”. Pero la torsión
semántica se dilata si observamos su origen.
La
etimología primaria del término remite a la idea de “iluminar, encender (se), alumbrar o prender (fuego, luz)”,
circunstancia que desencadena la “aparición” de todo aquello que, de otro modo,
se mantendría oculto. Por eso, en algunas hablas insulares es posible encontrar
referencias al “Sol”, caso de mag,
magegh, maggWt o maggWid, cuya morfología expresa su
participación en este concepto.” (Ignacio Reyes García, 2001)
Penetración católica en Chinech (Tenerife).
Antecedentes
Generalmente las conquistas de unos pueblos por
otros suelen ir precedidas de
penetraciones religiosas que actúan como puntas de lanza. En el caso de
Canarias, la punta de lanza estuvo en manos del catolicismo, esta confesión
religiosa puso sus miras en el archipiélago desde tiempos remotos. La santa
sede erigida en árbitro de los pueblos y secundada por las turbas fanáticas
cristianas europeas, decide esclavizar y expoliar las Islas Canarias. Para ello
comenzó regalando el país con la misma facilidad con que se concedía una
indulgencia, así el Papa Clemente VI concede la invasión y conquista del
archipiélago a Luís de la Cerda
con el titulo de “Príncipe de la
Fortuna” y a cambio de un tributo anual de 400 ducados de
oro. A partir de ese momento, comenzaron los males de este pueblo los cuales
preveo que van a continuar durante largo tiempo. (Gauayre Adarguma)
El instaurador del “Reino de la Fortuna” Clemente VI,
erigió en las islas del Atlántico en diócesis misional por medio de la bula Coelestis
rex regum (1351). Preocupándose por su auge
los pontífices Inocencio VI, y Urbano V. La diócesis se erigió en Telde
Gran Canaria, perviviendo por espacio de medio siglo, Se conocen hasta cuatro
Obispos, Bernardo, 1351, Bartolomé, 1361, Tarín, 1369 y
Jaime Olzina, 1392.
A partir de
1404, Benedixto XIII, por la bula Apostolatus officium, elevó las
operaciones militares de conquista al rango de cruzada, pero esto no evitó
que las islas continuasen siendo
asaltadas por los depredadores esclavistas.
La diócesis del Rubicón se estableció en 1404, el
primer convento minorista en 1414.
La mayor parte de los maxos y bimbaches estaban
supuestamente cristianizados hacía 1423 (en Lanzarote, fuerteventura y el
Hierro) sometidos a la jurisdicción del provincial de Castilla, quien debía
confirmar a los vicarios después de ser electos misioneros, El Pontífice
Benedicto XIII da testimonio de ello por medio de la bula Illius celestis
agricole, 20 de noviembre de 1424.
El más grave obstáculo con que tropezaba la
catequización era la pervivencia de la esclavitud del infiel, defendida por un
grupo compacto de doctrinarios (Egidio Romano y Enrique de Sousa a la cabeza) y
combatida por una minoría de penetrantes teólogos (Inocencio IV, Santo Tomás y
Agustín de Ancona). La curia pontificia va a adoptar en 1434 una postura
intermedia que, para el momento, supone un decidido progreso. (Rumeu de Armas)
Chinech
Según el
Dr. Antonio Rumeu de Armas: En cuanto al núcleo misional de Tenerife, radicado
en el sur de la isla, más concretamente en Candelaria (Menceyato de Gúímar)
contó desde un principio con poderosos valedores que contribuyeron a dar al
mismo inusitado auge.
El ministro general de la orden franciscana
fray Jaime de Zarzuela (elegido el 20 de
mayo de 1458) acogió bajo su tutela el eremitario de Tenerife, sometiéndolo
a directa jurisdicción. El principal actor de esta misión fue fray alfonso de
Bolaños, quién había conseguido
catequizar buen número de guanches. Sabemos por expresa declaración pontificia
que el núcleo tinerfeño lo componían tres misioneros, y hasta es dable
identificar a otro de ellos, fray Masedo. Acaso fuese el tercero fray Diego de
Balmanua. De los tres hay constancia de que vivieron entre los guanches y que
predicaban en la lengua de éstos. (Bula decet apostolicam sedem (1462).
Bullarium, tomo II, núm. 978, página 512).
El segundo promotor del eremitario-casa de
contratcion de Tenerife fue el obispo de Rubicón Diego López de Illesca, a
quien de sobra conocemos. Éste patrocinio se extendió a fray Alfonso de Bolaños, como cabeza visible del
núcleo tinerfeño. Dicho prelado se erigió en defensor del misionero contra las
tropelías del vicario de Canarias fray Rodrigo de Utrera, acudiendo con sus
quejas, en 1461, ante la propia corte pontificia. Conocemos estos
incidentes por la bula Decet apostolican sedem, 1462, del Papa
Pío II.
...Para que
los recursos económicos no faltasen, Pío II, por la bula Pastor bunus (7
de octube de 1462) concedió una amplia indulgencia en beneficio de los
cooperadores en las obras “misionales...” y fulmina de nuevo con la excomunión
contra los piratas que salteasen y vendiesen a los naturales si no les
restituían inmediatamente la libertad.
...Una bula
posterior del Papa Paulo II, la Docet
romanorum pontifecen (1465), nos informa de manera indirecta que por
esta data fray Alfonso de Bolaños ejercía autoridad como vicario sobre Guinea,
las islas del mar Océano y algunas de las Canarias.
...En 1465
Diego García de Herrera, “señor” de las islas Canarias, se quejase del
comportamiento de Bolaños en carta que dirigió al Papa Paulo II,...que según
Herrera, fray Alonso de Bolaños abusaba de sus privilegios, proponiendo
sustituirle a fray Diego de Balmanua, misionero que conocía la lengua de los
isleños...
A esta etapa tan intensa de la acción misional
aluden con reiteración los testigos de la famosa Información de Cabitos (1477).
El propio “señor” de las Canarias Digo García de Herrera confiesa, por la pluma
de su procurador, lo que sigue: “el obispo de las dichas islas ha estado en las
dichas islas e sus clérigos; e en la dicha isla de Tenerife han entrado azas
veces frayles e tienen su iglesia e hay en ella asaz gente bautizada”.
Es posible que la iglesia a que hace referencia
Diego García de Herrera fuese la cueva de Achbibinico o de San Blas, que
después fue la primera parroquia con que contó el valle de Güímar. En varios
documentos del protocolo del escribano Sancho de Urtarte, se hace mención
expresa de la parroquia de San Blas.
En el testamento otorgado por Luís Alonso, natural
(guanche) de Tenerife, dispone una manda “a la cofradía del Stmo. Sacramento
de la iglesia parroquial de San Blas, en el pueblo de Candelaria, media dobla
para aumento de la cera,”. Además dispone que, “por el vicario, frailes,
y convento de Ntra. Sra. de Candelaria, que sobre la tumba de su padre Pedro
Alonso y la suya, se le diga una misa cantada
de cuerpo presente y otra misa rezada de réquiem, ofrendado de una
fanega de trigo, un carnero y un cántaro de vino”. Sábado 18 de julio
de 1579. Fol. 1.126 vº.
...Al igual
que Pío II, Sixto IV se apresuró a expedir la bula Pastoris aeterni, 29
de junio de 1472, fiel trasunto de las inquietudes misionales.
El pontífice minorista se declara entusiasta y
ardoroso campeón de la conversión de los indígenas guanches y africanos,
depositando toda su confianza en fray Alfonso de Bolaños para el desempeño de
tan importante misión. Con este objeto erigía la nunciatura de Guinea,
designando nuncio y comisario a fray Alfonso de Bolaños. Quedaban bajo su
inmediata dependencia espiritual la isla de Tenerife, los territorios de África
y Guinea y las islas del mar Océano.
Sixto IV, haciendo caso omiso de la soberanía portuguesa y de la
jurisdicción espiritual de otorgada a la orden de cristo por su predecesor
Calixto III, (dicho pontífice había concedido jurisdicción espiritual sobre el
continente africano a dicha Orden por la bula Inter Caetera, de 13 de
mayo de 1456.)
Diosas negras suplantadas por Vírgenes negras
Las Vírgenes Negras podrían tener como
prototipo iconológico a la
Gran Diosa Isis, y en Egipto precisamente la espina de la
palmera era el emblema de Neith, la Diosa Madre anterior a Isis que adoró Salomón en
la forma de Astarté, la Isis
fenicia, como afirma el Libro de Los Reyes. Y Salomón es el autor del
esotérico Cantar de los Cantares, en la que la Reina de Saba como
Sulamita (tan alquimista ella) dice: “Morena soy, oh hijas de
Jerusalén, pero codiciable… No reparéis en que soy morena, porque me ha robado
el sol mi color”, texto recurrente para explicar el cromatismo de las
Vírgenes Negras y que estaba, por ejemplo, escrito en la cúpula de la iglesia
de la también morena Virgen de los Milagros, en Agreda. (Ángel Almazán de Gracia: 39-40)
La primera de estas divinidades,
sin duda, fue la Madre
Tierra. La tierra englobaba el universo humano; en ella se
sucedían los fenómenos naturales en los que el hombre basaba sus creencias. Las
tormentas, los terremotos, los vientos, las mareas... todo se debía a la Tierra, semilla de la
existencia. Y el hombre adoró a la Gran Diosa en puntos donde podía comunicarse con
ella, creando auténticos lugares sagrados en focos activos de energías
telúricas, localizados a lo largo y ancho del globo.
En Efeso
donde se inició como queda dicho el proceso de divinización de María madre de
Jesús la Diosa Artemisa se adoraba
también en su aspecto como Diosa negra, la Diosa Artemis protectora
de los partos y que se convirtiera, por asimilación, también en diosa tutelar
de las crías de todos los animales mamíferos y, muy especialmente, de los niños
de pecho.
El cristianismo primitivo estaba
ampliamente influenciado por el judaismo, por tanto no construían ni adoraban
imagines, por el contrario denunciaban esas practicas de otras religiones
especialmente de las romanas y griegas donde desarrollaban su proselitismo los
seguidores de Pablo de Tarso, esto fue así durante mas de tres siglos. Una vez
conseguida el reconocimiento o tolerancia del cristianismo por parte del
imperio romano a partir del primer
Concilio de Nicea, comenzó una campaña
iconoclasta destruyendo salvajemente estatuas y templos de otras
religiones, sin que consiguieran
erradicar del todo la adoración a la
divinidades ancestrales lo que indujo al clero católico a cambiar de
estrategia asumiendo la veneración de
dichas imágenes catolizandolas, medida
tomada en el segundo Concilio de Nicea (año 787).
Este Concilio fue convocado por el Papa Adriano I, afrontó la doctrina de los
iconoclastas y definió la legitimidad del culto a las imágenes sagradas.
De hecho entre los cristianos de
los primeros siglos, de fuerte filiación patriarcal judía, el culto a la Virgen fue prácticamente
inexistente. Sólo cuando el cristianismo optó por una “paganización” como única
alternativa para conseguir prosélitos entre los “gentiles” europeos el culto a
las vírgenes empezó a tomar realmente auge. Esto se debió sencillamente a que la Iglesia al no poder
extirpar de raíz el culto popular europeo a las diosas locales de la tierra y
la vegetación no le quedó más remedio que asimilarlas de mala gana a su propio
repertorio religioso.
Es comúnmente asumido que la
adoración a la Diosas
negras comenzó en Europa en la edad media, y que su culto fue promovido los templarios y por los monjes benedictinos,
pues, según parece, fueron los primeros en sustituir el culto a Isis o Cibeles
por un culto católico.
Efectivamente, en cada lugar
donde hubo un santuario a la
Madre Tierra, se instaló una Virgen Negra. Los autores de
esta substitución fueron miembros de órdenes esotéricas, integrados a
importantes órdenes religiosas como la de San Antón, San Benito y como se ha
dicho por el Temple.
Encontramos así, bajo diversas formas, una Gran Madre o Diosa Tierra, cuyos más antiguos antecedentes como queda dicho son las “Venus paleolíticas” de la prehistoria.
Estas diosas (Isis, Astarté,
Cibeles o Artemisa,), fueron representadas generalmente de color negro porque
eran el símbolo de la Tierra
primigenia que, una vez fecundada por el Sol, se convertía en fuente de toda
vida, pero también porque muchas de esas imágenes substituían, en el lugar de
culto a una Piedra Negra de origen meteorítico, que había sido venerada en esos
santuarios desde tiempo inmemorial.
Tanta llegó a ser la fama que
tenía el poder divino de tales rocas meteóricas que los romanos las requisaron
en los países conquistados para venerarlas todas juntas en un templo dedicado a
la Magna Mater
(la Gran Madre)
que construyeron en el Palatino de Roma. Allí lograron reunir la piedra Kybele
de Frigia, la Lapis
Lineus de Anatolia y El Gebel de Siria entre otras, y a ellas
acudía el pueblo en general para solicitar favores, especialmente relacionados
con la fecundidad en el plano físico, tanto como con la fertilidad intelectual
y espiritual.
Digamos de pasada que la “Piedra negra” de la Kaaba también tiene
este sentido, y lo mismo la
Piedra negra de Éfeso como imagen anicónica de la Gran Madre. Así el
negro simboliza la Sabiduría
celestial, y por eso la Diosa negra es en cierto
modo la manifestación de lo no-manifestado.
Durante la Edad Media, los santuarios construidos para
albergar imágenes de la Virgen
negra fueron los más venerados de Europa. Reyes, santos, peregrinos en general,
se encaminaron a rendirles culto a Montserrat, Mont St. Michel, Rocamadour,
Chartres o Guadalupe, entre otros. Muchos de esos lugares fueron tiempo atrás
templos dedicados a la Diosa
madre, culto recogido por infinidad de culturas, pasando a María no pocas de
sus atribuciones y facultades. Criptas y altares cristianos se alzaron donde
antes se rendía culto a Isis, Cibeles, Démeter o Minerva, Tanit, deidades
vinculadas a árboles, rocas o pozos y objeto de devoción milenaria. En
ocasiones, como sucedió en Guadalupe, un toro indicó misteriosamente el lugar
en el que yacía la imagen, la vinculación del toro con la efigie oscura define
de forma nítida la imagen de la
Madre precristiana absorbida por el cristianismo en un
proceso de sincretismo religioso en el que se funden las tradiciones paganas
con el culto cristiano a María.
En este aspecto no deja de ser singular la “piadosa”
leyenda con que el catolicismo ha venido tratando de justificar la adoración a la Virgen negra de la Almudena en Madrid
(España): “Cuenta la tradición que en el año 38 vino a España el apóstol
Santiago a predicar el cristianismo, y al pasar por Madrid -por aquel entonces
una muy humilde aldea- dejó aquí a su discípulo San Calócero o Calógero, y con
él una imagen de la Virgen
que había sido tallada, en vida de Nuestra Señora, por San Nicodemus y pintada
por el evangelista San Lucas. Esta imagen, traída de Jerusalén según la
leyenda, es la que posteriormente se denominará Nuestra Señora de la Almudena, y, al decir los
cronistas más aventurados, su culto se practicó ya desde el siglo I de la era
cristiana.”
Leyendas como esta carentes de todo fundamento histórico
con el transcurso del tiempo son asumidas por los devotos creyentes como dogmas
de fe, sin que el clero católico haga nada por disipar estos errores, todo lo
contrario, los estimula y propaga.
Durante muchos años ha sostenido la Iglesia católica ante las
preguntas de sus feligreses, aseguraba que el color negro de las estatuas se
debía al humo desprendido de los cirios que, de tan cerca que los habían
colocado de la imagen, ésta se había ennegrecido. Sería una explicación muy
válida si no fuese que existen cientos de imágenes con idénticas
características, extendidas a lo largo y ancho de Europa, ya que 500 son
demasiadas tallas para sufrir idéntico deterioro. Como hemos dicho antes, que
no creemos en la casualidad sino en la causalidad, 500 casualidades son
demasiadas para ser casuales y no causales. Muchas, aún conservan parte de la
policromía que tuvieron de origen y ésta no se ha visto afectada más que por el
lógico paso del tiempo y algún que otro acto vandálico. En Canarias en las
últimas décadas el clero católico ha emprendido una campaña de “cambio de Lux” aclarando el tono
de la tez y manos de las imágenes de
aprovechando las restauraciones y alegando precisamente que el negro de las
imágenes marianas y la de algún Cristo es debido al humo de los cirios,
posiblemente han tenido en cuenta que la mayoría de los templos católicos se
iluminan con luz eléctrica desde hace más de un siglo, e incluso hoy en día en
algunos templos la ofrendas de luminarias se hacen mediante un sistema
automático en el cual introduciendo unas monedas se encienden las lámparas
durante más o menos tiempo según el numero de monedas introducidas
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