Josefa Falcón Abreu
El entorno del nuestro Drago de
Icod de los Vinos, desprende aromas de mitología y leyendas, el mismo Drago
“Dragón de Canarias que defendiera a las Hesperides”.
Dice la Leyenda del Drago “ Una tarde, en la remota antigüedad, cierto navegante mercader europeo llegaba en busca de sangre de drago a las cosas de Tenerife, y desembarcó en la Playa de San Marcos de Ycod. Sorprendió allí a unas guanchas de estas tierras, que conforme al rito tradicionales bañaban solas en el mar en aquella tarde veraniega. El aventurero navegante las persiguió, logrando apoderarse de una de ellas. Ésta trató astutamente de conquistar el corazón del navegante, para mejor burlarlo y lograr huir, y mostrándole signos de amistad le ofreció frutos de la tierra. Para aquel navegante, que venía detrás de la sangre de drago y traía metido en la imaginación y en el alma el mito helénico de las Hespérides, los frutos de aquella dama de esta tierra le ofreciera pudieron muy bien parecerle las manzanas de las Hespérides,. Mientras él comía desprevenido, la dama saltó ágil al otro borde del barranco y a todo correr huía dando gritos, hasta esconderse tras la arboleda. El navegante, que la perseguía de cerca, vio con sorpresa que algo meneaba sus hojas como dagas infinitas, y un tronco parecido al cuerpo de serpiente se agitaba con el viento y entre sus brazos se ocultaba la joven indígena. El navegante lanzó con él un dardo que llevaba en su ballesta, y al quedarse clavado cimbreando en el tronco, del extremo del mismo empezó a gotear sangre líquida de drago”.
Dice la Leyenda del Drago “ Una tarde, en la remota antigüedad, cierto navegante mercader europeo llegaba en busca de sangre de drago a las cosas de Tenerife, y desembarcó en la Playa de San Marcos de Ycod. Sorprendió allí a unas guanchas de estas tierras, que conforme al rito tradicionales bañaban solas en el mar en aquella tarde veraniega. El aventurero navegante las persiguió, logrando apoderarse de una de ellas. Ésta trató astutamente de conquistar el corazón del navegante, para mejor burlarlo y lograr huir, y mostrándole signos de amistad le ofreció frutos de la tierra. Para aquel navegante, que venía detrás de la sangre de drago y traía metido en la imaginación y en el alma el mito helénico de las Hespérides, los frutos de aquella dama de esta tierra le ofreciera pudieron muy bien parecerle las manzanas de las Hespérides,. Mientras él comía desprevenido, la dama saltó ágil al otro borde del barranco y a todo correr huía dando gritos, hasta esconderse tras la arboleda. El navegante, que la perseguía de cerca, vio con sorpresa que algo meneaba sus hojas como dagas infinitas, y un tronco parecido al cuerpo de serpiente se agitaba con el viento y entre sus brazos se ocultaba la joven indígena. El navegante lanzó con él un dardo que llevaba en su ballesta, y al quedarse clavado cimbreando en el tronco, del extremo del mismo empezó a gotear sangre líquida de drago”.
Confuso y atemorizado el hombre huyó laderas abajo, se metió en su nave y se alejó; porque iba pensando en su corazón que había sorprendido en el Jardín a una de las Hespérides, a la que salió a defender el mítico Dragón.
Otra curiosidad del Drago es su uso desde antiguo, para predecir como irían las cosechas del año por los agriculturas de Icod. “… Cuando este árbol milenario, símbolo de la ciudad icodense, florece parcial o generalmente, engendra el regocijo entre los habitantes de la población, por estar convencidos éstos de que esa es la señal, que nunca falla, de que el año ha de ser próspero en cosechas.
Si solamente la floración es parcial en él, parcial es también el alborozo entre los campesinos que suelen exclamar cuando lo ven florido por abajo: “Este año es bueno por la costa” y, asimismo, cuando éste florece por arriba, el año es abundante por la montaña. Mayo de 2014.
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