Josefa Falcón Abreu
Cuenta la leyenda guanche que el agua que mana de
la fuente de siete caños situada en la isla de La Gomera, es milagrosa. Una
de las leyenda conocidas sobre los Chorros de Epina, como es conocida esta
fuente, dice que el agua es capaz de descifrar el destino amoroso de aquellos
que se miren en ella; si el reflejo que devuelve el agua es nítido, significa
que esa persona tendrá suerte en el amor, pero si, por el contrario, el reflejo
es turbio, esa persona estará condenada al sufrimiento y al desamor.
Y es aquí donde la leyenda de los Chorros de
Epina se mezcla con otra leyenda guanche; la historia de amor entre dos
jóvenes, Gara y Jonay. Todos los años, el día del “Beñesmén” (fiesta guanche en
la que celebraban la llegada del nuevo año y en la que honraban a sus dioses,
que coincidía con la fecha de la recogida de la cosecha), las jóvenes en edad
casadera se acercaban a esta fuente para ver que les deparaba el futuro en el
tema amoroso. Cierto año, una de esas jóvenes era Gara, la princesa de Agulo.
Al llegar a la fuente, Gara se miró en el agua para conocer su avenir y pese a
que en un primer momento el agua se mostró nítida, rápidamente ésta empezó a
enturbiarse y a agitarse y de pronto, en medio de todo, apareció un sol
abrasador. Gerián, el encargado de interpretar los símbolos mágicos, advirtió:
“Lo que ha de suceder ocurrirá. Huye del fuego, Gara, o el fuego habrá de
consumirte”.
Por esa época llegaron a La Gomera desde Tenerife los
Menceyes (reyes de los guanches), acompañados de sus familiares y de otros
nobles. Entre ellos, viajaba el Mencey de Adeje junto con su hijo Jonay. Desde
el primer momento, Gara se quedó prendida de este apuesto joven y él no tardó
en corresponderla. A los pocos días se anunció su compromiso, y en ese mismo
momento, el Teide, conocido como Echeyde (infierno), empezó a escupir lava y
fuego de una forma tan aterradora, que era posible verlo desde la isla de La Gomera. Es aquí donde
el presagio anunciado por el sabio Gerián toma forma:
Gara, princesa de Agulo, lugar del agua.
Jonay, procedente de la Isla del Infierno, fuego.
Este amor era por tanto, imposible. Las familias
de ambos decidieron romper esta unión que solo podría traer desgracias a las
gentes del lugar. Cuando el vínculo entre Gara y Jonay estuvo roto, el volcán
tinerfeño recuperó la calma. Jonay volvió a Tenerife aunque no se resignó a
perder a Gara e inflando dos vejigas de animal se echó a la mar en plena noche.
Cuando las fuerzas le flaqueaban, las vejigas le ayudaban a mantenerse a flote
y así, a la salida del alba arribó a las costas de La Gomera y fue en busca de su
amada. Juntos decidieron escapar por los bosques de laurisilva. Pero el padre
de Gara se enteró de la huida de su hija y fue en su busca acompañado por un
numeroso grupo de hombres. No tardaron en encontrarlos, y éstos en su afán de
huir subieron al monte más alto de La
Gomera donde se dieron cuenta de que no tenían escapatoria.
En ese momento decidieron que preferían morir juntos que vivir separados por lo
que cogieron una vara de cedro y la afilaron por los dos extremos. Cuando
estuvo lista, apretaron sus pechos contra la punta y se fundieron en un abrazo
eterno, mientras la vara se clavaba en sus corazones. De esta forma
consiguieron estar juntos para siempre.
Actualmente, en la isla de La Gomera se sitúa el Parque
Nacional de Garajonay, nombre que proviene de esta vieja leyenda guanche.
Abril de 2014.
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