TACORONTE
MISCELANEA PARA UNA HISTORIA
DEL MUNICIPIO
CAPITULO I
Eduardo Pedro García
Rodríguez
El Menceyato
Tacoronte topónimo guanche cuyo significado
es: (*takur-n-ttăy>
takoronte, “monte de la vuelta”.)
1 Tf. ant. Top. Comarca, hoy municipio, situada a 28º 28' de latitud Norte
y 16º 24' de longitud Oeste. Expr. t.: Tacoronte, Tacoront, Tacoronta. (Dr. Ignacio
Reyes García).
Es uno de
los nueve menceyato en que
estaba dividida política y administrativamente la isla Chinech (Tenerife) en el momento de la invasión de los conquistadores
castellanos aragoneses.
Ocupaba una
superficie considerablemente superior a la del actual municipio de Tacoronte, incluyendo La Victoria de Acentejo, La Matanza de Acentejo, El Sauzal y el
propio Tacoronte.
Aunque no
hay excesiva información acerca de los menceyes del menceyato, se cree que el
primer Mencey de Tacoronte después
de la división de la isla entre los hijos de Tinerfe El Grande, pudo haber sido
Rumén, sucediéndole posteriormente su hijo Acaymo.
Sería este último
quien gobernaba en tiempos de la invasión y conquista de Chinech (Tenerife) por el mercenario Alonso Fernández de Lugo.
La economía
en el menceyato de Tacoronte,
radicaba como en el resto de la isla fundamentalmente en la ganadería (cabras,
ovejas, cochinos (cerdos), también se desarrollaba la agricultura y la
explotación de los recursos marinos y forestales.
El menceyato
de Tacoronte fue uno de los
integrantes de los bandos de guerra junto con los menceyatos de Tegueste,
Taoro, Icod y Daute. Los bandos de guerra se opusieron valientemente a las
tropas invasoras castellanas librando cruentas batallas con ellas a fin de
evitar la conquista de la isla. Una de esas batallas, tuvo lugar dentro del territorio de este
menceyato, hablamos de la batalla de La Matanza de Acentejo.
La importancia del Menceyato de Tacoronte
queda reflejada por la existencia de sus múltiples Tagoros de los cuales
la historiografía ha recogido algunos entre los cuales cabe destacar los
siguientes:
Tagoro de Guamasa o Los Tagoros, próximo al
Peñón.- Cerca de los naranjeros y frente
al campo de Golf, se encuentra la zona llamada El Peñón, lugar donde acamparon
los Tabores guanches después del encuentro de Aguere con los
castellanos.
Tagoro del Cerro y Tagoro de Calderín cercanos a la
montaña del Cerro al pie de la cumbre de Tacoronte.- En las cumbres de Agua García existe la Montaña Cerro.
Tagoro de las Goteras no lejos del Pico de las Flores,
cumbre de Tacoronte.- El lomo de Las Goteras por debajo
de montaña Juan Fernández, cerca de "Fuente Fernández".
Lomo del Tagoro en La Cañada por encima del
Ortigal.-Cerca del
Ortigal de Arriba se encuentra la zona llamada La Cañada.
Tagoro de las Clavellinas, próximo a montaña de Facundo,
entre el camino de San Cristóbal y Huertabicho.-Por encima de Agua García se encuentra la Montaña de Fagundo con
restos arqueológicos guanches por el Barranco de Las Lajas.
Tagoro de Las Alegrías al pie de la montaña Cabeza de
Toro, cumbre del Sauzal.-
Encontramos en las cumbres del Sauzal cerca
de Las Lagunetas y en un lugar conocido como "Pata Guanche" la Montaña Cabeza de
Toro.
El Tagoro próximo al Sambusal en Tacoronte.- En la carretera que va de Tacoronte a Valle
Guerra encontramos dos lugares conocidos; uno como Tagoro y el otro como
la Cruz de Tagoro.
(La mayor parte de la zona del Barrio del "Pris", es conocida como Tagoro
y al principio de la carretera que baja a este barrio, se encuentra la ermita
de La Cruz de Tagoro,
así como la calle Cruz de Tagoro.
Rosendo García Ramos, en la
Revista de Canarias (Año III, Nº 51 del 8 de Enero de 1881)
en un artículo titulado "Dos Palabras sobre los maxos y
libio-fenicios" nos comenta: Existen aún en Tenerife varias localidades
llamadas Tagoro ó Tagoror, en las que se conservaban hasta no há muchos
años los asientos de piedra de los respectivos menceyes y ancianos que
celebraban el "sabor" o consejo. Hemos visto uno de ellos en el
antiguo menceyato de Tacoronte, cerca del paraje donde hoy se halla la Ermita de San Juan, cuyo
término y sus inmediaciones conservan todavía aquella antigua denominación.
Testigos arqueológicos de los primigenios
habitantes de Tacoronte
Restos óseos
encontrados en una cueva del acantilado de Mesa del Mar, en el municipio de Tacoronte, fueron hallados en el sector
Este del yacimiento, en conexión con otros huesos que formaban parte del mismo
individuo. Su extraña morfología, debida a la fusión ósea producida por una
fractura, fue desde un primer momento motivo de interés científico.
El hallazgo
fortuito de la cueva sepulcral se produce a finales de 1999, en el acantilado
que por el Norte cierra la Playa
de la Arena, en
Mesa del Mar (Tacoronte). El
descubrimiento fue notificado a la autoridad competente, quien realizó la
recogida de parte de los huesos. Tras su estudio, en los laboratorios del Museo
Arqueológico de Tenerife e Instituto Canario de Bioantropología del Cabildo de
Tenerife, se confirmó la existencia de, al menos, dos individuos adultos y dos
infantiles, constatándose, además, la presencia en el lugar de un número
indeterminado de restos humanos.
Retazos de
historia pre-colonial:
En territorio del Menceyato de Tacoronte en la parte que actualmente
ocupa el municipio de La
Matanza de Acentejo
justamente donde comienza el achimenceyato de Acentejo, perteneciente al
Menceyato de Taoro, en el barranco
que dividía por esta zona los menceyato de Taoro
y Tacoronte, en la frontera
natural marcada por el Barranco de Fanfan,
de Acentejo o San Antonio, tuvo
lugar la famosa batalla de La
Matanza de Acentejo.
Batalla épica en algunos aspectos fue superior a la conocida como
Batalla de Las Termopilas, pues si bien el paralelismo entre ambos
enfrentamiento consiste en que fue protagonizada por un grupo de trescientos
aguerridos guerreros, los de las Termopilas se enfrentaron con un armamento y tácticas
militares similares, en cambio la de Acentejo
supuso el enfrentamiento de unos guerreros guanches armados de piedras y
palos, frente al ejercito más moderno y mejor armado de la época, aun así, la
derrota de los invasores fue total, dejando en el campo de batalla más de dos
mil quinientos muertos, tal como recoge modernas investigaciones, suponiendo el
mayor desastre militar sufrido por los ejércitos coloniales españoles en sus
aventuras colonialista, ni siquiera la conquista de América produjo tantas
perdidas humanas para los invasores como las de la batalla de Acentejo.
En territorio del Menceyato de Tacoronte en la parte que actualmente
ocupa el municipio de La
Matanza de Acentejo
justamente donde comienza el achimenceyato de Acentejo, perteneciente al
Menceyato de Taoro, en el barranco
que dividía por esta zona los menceyato de Taoro
y Tacoronte, en la frontera
natural marcada por el Barranco de Fanfan,
de Acentejo o San Antonio, tuvo
lugar la famosa batalla de La
Matanza de Acentejo.
En el dicho Barranco de Fanfan, tuvo lugar la
célebre batalla en la que los invasores conquistadores españoles liderados como
queda dicho por Alonso Fernández de Lugo, fueron derrotados por las tropas del
Capitán guanche Chimenchia-Tinguaro al frente de 300 guerreros ecogidos, y por
su hermano el Mencey de Taoro
Benchomo en 29 de mayo de 1494.
Batalla épica en algunos aspectos fue superior a la conocida como
Batalla de Las Termopilas, pues si bien el paralelismo entre ambos
enfrentamiento consiste en que fue protagonizada por un grupo de trescientos
aguerridos guerreros, los de las Termopilas se enfrentaron con un armamento y
tácticas militares similares, en cambio la de Acentejo supuso el enfrentamiento de unos guerreros guanches
armados de piedras y palos, frente al ejercito más moderno y mejor armado de la
época, aun así, la derrota de los invasores fue total, dejando en el campo de
batalla más de dos mil quinientos muertos, tal como recoge modernas
investigaciones, suponiendo el mayor desastre militar sufrido por los ejércitos
coloniales españoles en sus aventuras colonialista, ni siquiera la conquista de
América produjo tantas perdidas humanas como las de la batalla de Acentejo.
Tacoronte también fue escenario donde de menifestó
la crueldad de los métodos de guerra habituales en los invasores.
Muertos
durante la Batalla
de Aguere, el Mencey Benchomo y su hermano Chimenchia-Tinguaro, el Tagoror de
los menceyatos enfrentados a los invasores y el pueblo de Taoro nombró al hijo primogénito de Benchomo, Bentor o Ventor, como
nuevo Mencey y líder.
Este,
se negó a rendirse ante las tropas castellanas, pese a la sangría que la
batalla había representado para el ejército guanche diezmado por la denominada
“modorra” causada por el envenenamiento de las fuentes de agua por parte de los
invasores españoles.
Retirándose
estratégicamente los Tabores guanches establecieron su Real del Peñón (Tacoronte), donde a las pocas horas se
hallaban reunidas todas las fuerzas útiles.
Como
explica la declaración de los testigos aportada en la información de Margarita
Guanarteme (1526), hija del converso y traidor Thenesor Semidan (Fernando
Guanarteme) que indica como en dicha acción de Aguere "mataron al Rey
Grande que se llamaba el Rey Venitomo de Taoro, y don Alonso de Lugo envió a
Fernando Guanarteme para que se viera con el rey Ventor, hijo de Venitomo, para
requerirle se diese volviendo con la respuesta que el nuevo rey no se quería
dar…"
Según
recoge Bethencourt Alfonso: “En este campamento y en la misma noche o al
siguiente día de la batalla de La
Laguna, pues las tradiciones únicamente dicen a las pocas
horas, la nobleza del reino de Taoro en cumplimiento de sus costumbres
legendarias convocó el Beñesmer y proclamó mencey de Taoro a Benytomo, hijo primogénito del Rey Grande y achimencey que
era del Araotava. Después de su
exaltación al trono fue nombrado por Acaymo y Beneharo, jefe de la Liga.
Era
Benytomo (Bentor) hombre de grandes alientos y guerrero valeroso, pero sin
aquellos prestigios ni supremo don de mando de su padre, único entre los
guanches capaz de salvar a la patria mientras alentara.
Cuéntase
que en el primer tagoror o consejo celebrado por los reyes y grandes de los
tres Estados bajo la jefatura de Benytomo, acordaron aleccionados por la
batalla de la laguna no presentar ni aceptar combate alguno donde jugara la
caballería, ni llevar las añepas reales ni enseñas a los campos de batalla, ni
abandonar como solían sus posiciones para atacar cuando eran provocados por los
españoles.
Noticioso
el general Lugo de la situación del ejército guanche, después de ordenar
quedara custodiando el Real de Gracia la mitad del cuerpo auxiliar güimarero
con una compañía de los invasores, movió sus fuerzas en dirección del enemigo
acampado en el Peñón.
Llegados
los castellanos hicieron alto en orden de batalla y envió el Adelantado a D.
Fernando Guanarteme con un mensaje para el rey Benytomo, “a le requerir que se
diése e tornáse cristiano e que le faría toda la cortesía que quisiése...”, cuya
respuesta negativa como ya dijimos, motivó un segundo mensaje con el mismo
Guanarteme y Pedro Mayor, llevando la cabeza de Bencomo clavada en una pica,
para decirle de parte del general: “Que aquella cabeza le sirviése de
escarmiento, pues si no se sujetaba al Rey de España con otro tanto le
amenazaba”; a lo que contestó Benytomo: “Diréis a vuestro capitán que
esta cabeza no me espanta, que donde quedó el cuerpo la pueden poner; y que
cada cual mire por la suya”.
Entonces
los españoles empezaron a provocarlos al combate y los guanches a ellos,
actitud que sostuvieron como cosa de dos horas, pero sin abandonar ninguno de
los ejércitos sus respectivos campos; hasta que de pronto el tiempo que estaba
de invierno comenzó a llover a cántaros, y los españoles dejando la cabeza de
Bencomo contramarcharon el mismo día al Real de Santa Cruz para establecer sus
cuarteles de invierno.” (Bethencourt Alfonso 1997 t.III:127)
La
resistencia de los Tabores guanches era cada día más débil debido a la terrible
epidemia provocada por el envenenamiento de las aguas que hacía cada vez más
difícil hacer frente a las hordas invasoras, las cuales al no consumir las
aguas envenenadas ya que los auxiliares isleños conocían perfectamente las
fuentes que dejaron sin empozoñar, indujeron a algunos notables a pactar con
los invasores.
Cuando
el 25 de Julio de 1496 descubrieron nuestros ancestros en el campamento del
Realejo lo tramado por la nobleza, se alzaron furiosos desautorizando a los
menceyes y tratándolos de traidores y cobardes e injuriando a los personajes de
mayores prestigios; replegándose a los altos de Tigaiga aleccionando a sus tagoros, con objeto de salvaguardar sus medios de vida y de
mantener viva la llama de la independencia, el pueblo siguió combatiendo a los castellanos, efectuando
ataques de guerrilla aleccionados por el clero guanche de los Kankus y
Babilones, con los que continuamente hostigaron a los
invasores. Mientras, un sector de la nobleza y
notables aceptaron las condiciones impuestas por los mercenarios
invasores antes que consentir la merma de sus privilegios.
El
elevado espíritu y profundo amor a la
Matria y a la libertad de que estaba dotado el penúltimo gran
Mencey de Chinech (Tenerife) Bentor,
le indujeron a reprobar la actitud de entrega y sumisión a los extranjeros
adoptadas por los notables de la liga, así, decidió ser heraldo ante los
espíritus de nuestros ancestros llevando personalmente las noticias de las
desgracias que afligían a la
Matria y los tiempos de esclavitud que se avecinaban y, desde
los altos de Tigaiga inició su
espíritu libre el viaje hacía el seno de Magek, donde desde un espacio
atemporal cuida con los demás espíritus de los ancestros de que los
actuales canarios recuperemos a la
Matria mancillada devolviéndole la libertad que un día le fue
arrebatada por la insaciable sed de rapiña de una horda de bárbaros europeos.
(Eduardo Pedro García Rodríguez, 2008).
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