a; si el reflejo que devuelve el agua es nítido, significa que esa persona tendrá suerte en el amor, pero si, por el contrario, el reflejo es turbio, esa persona estará condenada al sufrimiento y al desamor.
Y es aquí donde la leyenda de los Chorros de Epina se mezcla con otra leyenda guanche; la historia de amor entre dos jóvenes, Gara y Jonay. Todos los años, el día del “Beñesmén” (fiesta guanche en la que celebraban la llegada del nuevo año y en la que honraban a sus dioses, que coincidía con la fecha de la recogida de la cosecha), las jóvenes en edad casadera se acercaban a esta fuente para ver que les deparaba el futuro en el tema amoroso. Cierto año, una de esas jóvenes era Gara, la princesa de Agulo. Al llegar a la fuente, Gara se miró en el agua para conocer su avenir y pese a que en un primer momento el agua se mostró nítida, rápidamente ésta empezó a enturbiarse y a agitarse y de pronto, en medio de todo, apareció un sol abrasador. Gerián, el encargado de interpretar los símbolos mágicos, advirtió: “Lo que ha de suceder ocurrirá. Huye del fuego, Gara, o el fuego habrá de consumirte.....
Josefa Falcon Abreu. Septiembre
de 2015.
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