lunes, 30 de abril de 2012

Los caciques locales instan al Ayuntamiento de Garachico (Tenerife) la instalación de un cuartel de la guardia civil.


1932 enero 4.
Los caciques locales instan al Ayuntamiento de Garachico (Tenerife) la instalación de un cuartel de la guardia civil.

Son varios los vecinos de Garachico que recuerdan los numerosos in­convenientes que hubo necesidad de vencer para situar en la Villa un des­tacamento de la Guardia Civil. No puede olvidarse que Buenavista e Icod tenían ya implantado el servicio con acuartelamientos propios, por lo que en algunos sectores se estimaba innecesario organizar un nuevo puesto si Los Silos, El Tanque y Garachico podían ser atendidos por los dos existen­tes en la comarca.

Sin embargo, las gestiones llevadas a cabo en Garachico por influyen­tes vecinos —no siempre secundadas por el Ayuntamiento— hicieron po­sible la creación del puesto, siendo trasladados a la localidad los componentes del Cuartel de San Miguel de Abona, sin duda por entender­se que sería más útil su presencia en la villa norteña.

Los primeros pasos de la petición y las incidencias surgidas quedan explicadas con cierta amplitud en los libros de actas del Ayuntamiento garachiquense, donde no se señala, sin embargo, la fecha del comienzo de la actividad, ni el día de la llegada de los componentes de la plantilla, ni los actos que se llevarían a cabo por la inauguración del servicio.

Pero hay en las actas consistoriales algunos datos que merecen ser co­nocidos porque ponen de manifiesto las principales incidencias desarrolla­das antes de la creación definitiva del destacamento.

En la sesión del 4 de enero de 1932 estudia el Ayuntamiento, en reu­nión extraordinaria, un único punto en el orden del día:
Dar conocimiento de una solicitud de varios vecinos de esta localidad ofreciendo al Ayuntamiento una casa en condiciones para Cuartel del Cuer­po de la Guardia Civil.
La citada comunicación, que fue leída en su totalidad por orden del al­calde, don Eugenio Hernández Bravo, estaba firmada por los siguientes vecinos: don Atilano de la Torre Cáceres, don Conrado Brier y Ponte, don Donato Pérez, don Fermín Méndez, don Eugenio Hernández Bravo, don Melchor de la Torre Cáceres, don Carmelo Mascareño, don Luís López de Ayala, don Ernesto de León-Huerta, don Domingo Velázquez de la Cruz, don Teodoro Velázquez, don Juan Pérez Díaz, don José Bravo del Pino.
don Antonio Páez, doña María Pérez Díaz, don Ezequiel González, don Francisco Rolo, don Juan Díaz Jiménez, don Aniceto Mansito, don Joaquín Martínez del Pino, don Adolfo Rodríguez, don José María Adán, don José Rodríguez y don Gregorio Fleytas, quienes dicen ser sabedores de los pro­pósitos del Ministerio de la Gobernación de dotar a Garachico de un pues­to de la Guardia Civil, propósito que estiman plausible, puesto que ello ayudaría a obtener una vigilancia de los intereses públicos y privados, así como la tranquilidad y la paz de los ciudadanos.

Solicitaban los firmantes la colaboración del Ayuntamiento y ofrecían el edificio de la Casa de Gallos, debidamente acondicionada para Cuartel-residencia de los componentes de la plantilla que en su día se designase.

El Ayuntamiento acordó aceptar el ofrecimiento de los vecinos y solici­tar se agilizaran trámites para conseguir que el Ministerio llevara a cabo la implantación del servicio.

Pero las cosas se complican y los ánimos se enfrían. La sesión que el Ayuntamiento celebra 16 meses después es bien diferente. Ya no está al frente de la Corporación don Eugenio Hernández Bravo, quien, además, figuraba como firmante de aquel primer escrito, sino don Antonio Gonzá­lez Velázquez, quien parece ver las cosas de otro modo. Además la situa­ción financiera del Ayuntamiento es deficitaria, por lo que el Cuerpo Consistorial acuerda por mayoría dirigirse a los señores firmantes de aquel escrito del 4 de enero del año anterior y les invita a que
contribuyan a toda clase de gastos que proporcione el establecimiento del ya repetido puesto, su entretenimiento y conservación interior y exterior de la casa ofrecida para Cuartel de la Guardia Civil.
En este acuerdo, que se toma el día 3 de mayo de 1933, se exige a los firmantes que contesten a la comunicación, antes del miércoles de la sema­na entrante. Algunos concejales, como no podía ser menos, encuentran el acuerdo exageradamente negativo, a pesar de lo cual se acepta por mayoría.
Una semana después se celebra nueva sesión en la que se lee un ofi­cio de don Atilano de la Torre, primer firmante del anterior escrito. Están de acuerdo los firmantes en abonar todos los gastos que se ocasionen por un período que ellos estimen oportuno, pero este apartado no se acepta...
...en atención a que el compromiso a que se contrae el oficio referido no concreta plazo determinado.
En vista de ello se acuerda hacer una nueva invitación a dichos seño­res, encaminada a conseguir que los gastos de entretenimiento del puesto que se pretende sean de cuenta de ellos durante los diez años que se fija en el ofrecimiento de la Casa-cuartelpara el ya aludido Instituto, agrade­ciéndoles su contestación antes del miércoles próximo, para adoptar, en su insta, la resolución que proceda. (El acuerdo tiene fecha 10 de mayo de 1933).
Como han transcurrido dos semanas sin que los firmantes de la peti­ción hubieran contestado al acuerdo consistorial, vuelve el Ayuntamiento a oficiar a don Atilano de la Torre Cáceres para recordarle el contenido de aquella comunicación y el plazo que se había fijado. Se exige otra vez una respuesta pues, de lo contrario, se tomaría otra resolución, según se esti­mara pertinente.

En la sesión del día 31 de mayo se vuelve a tratar el tema sin que se vislumbren soluciones. Los firmantes de la petición inicial no han vuelto a dirigirse al Ayuntamiento, mientras el Ministerio de la Gobernación tampo­co ha vuelto a pronunciarse sobre el tema. Pero, mientras dura este pe­queño enfrentamiento entre las dos posturas, el Ayuntamiento ha seguido abonando el importe de varias facturas por los gastos que ha ocasionado la presencia de la Guardia Civil de Icod, a la que se ha de ofrecer aloja­miento y comida cada vez que se presenta en el pueblo a cumplir una mi­sión, Así, el 23 de diciembre se abonan las correspondientes al trabajo de una pareja de la Guardia Civil que el pasado Noviembre estuvieron en esta localidad con motivo de las elecciones de Diputados a Cortes.

Así continuaron las cosas hasta 1935. En los libros de actas no hay aclaración a situaciones posteriores, pero hemos tenido acceso a algunos libros del actual cuartel de la Guardia Civil de Garachico, donde se nos ha informado, además, de fechas exactas y datos precisos sobre el tema que nos ocupa.
Este Puesto fue creado por Orden del Ministerio de la Gobernación con fecha de 20 de marzo de 1935 con la dotación de un cabo y seis guardias.
Luego, con fecha 19 de septiembre del mismo año, el destacamento quedó integrado por un cabo y cinco guardias.
En la memoria de los vecinos de cierta edad figuran los nombres de los primeros números llegados a la Villa: don Manuel Delgado, don Juan Trescastro, don Benedicto Silván, don Juan Lago y don Francisco Rodrí­guez, ocupando la titularidad como comandante de puesto el cabo Barce-ló, como se le conocía popularmente.

En el Libro de Providencias, que nos ha sido mostrado, se pone de manifiesto que el destacamento garachiquense procede de San Miguel de Abona, cuya dotación pasó a la Villa y Puerto posiblemente por necesida­des de servicio. En el libro de referencia, número 3 de registro y único que se conserva de aquella época, se pueden leer datos de las visitas lle­vadas a cabo en la localidad sureña entre el 23 de noviembre de 1928 y el 21 de marzo de 1935. Luego, unos días después, concretamente el 27 de marzo, aparece ya constancia de la primera visita en Garachico, en el mis­mo libro, lo que evidencia la continuidad de un servicio por un mismo grupo de personas, aunque en puesto diferente.

Pero el cuartel garachiquense no es precisamente un hotel de cinco estrellas; no puede olvidarse que la edificación nació como casa de gallos.

De ahí que en agosto del mismo año volviera al Ayuntamiento una comu­nicación de don Atilano de la Torre, como primer firmante, solicitando permiso para reformar un tanto el inmueble —parte de la fachada princi­pal, por el lado Oeste (sesión del 21 de agosto de 1935— y que fue conce­dido a los peticionarios.

En la vieja Casa de Gallos residió la guardia civil hasta fechas bien re­cientes.

En 1975 decidió el Ayuntamiento ceder al Estado el antiguo cuar­tel y la finca colindante para la creación de un nuevo edificio. Pero hubo necesidad de dar muchos pasos para conseguir los propósitos. Hasta 1981 no dieron comienzo las obras, después de una serie de iniciativas tenden­tes a superar una interminable cadena de inconvenientes. Durante el tiem­po que duraron las obras estuvieron las oficinas de la Guardia Civil en local provisional (calle Esteban de Ponte, núm. 5) para regresar de nuevo al anterior domicilio, ya con nueva edificación, el 14 de febrero de 1986.

El edificio cuenta con 15 pabellones familiares, locales para guardias solteros, oficinas, garajes y diversas dependencias. Casi tres años duraron las obras, en las que se emplearon cien millones de pesetas; pero el resul­tado ha sido altamente positivo. Cierto que no es una edificación que en­caje con su entorno arquitectónico, pero cumple a plena satisfacción el cometido que se le señaló cuando fue erigido.
Destacamento de tráfico
Una vez levantado el edificio todos los pasos van encaminados hacia la consecución de un Destacamento de Tráfico, dependiente también de la Dirección General de la Guardia Civil. La iniciativa provoca reacciones negativas en otras localidades, interesadas también en el tema. Ello supone una serie de enfrentamientos que están a punto de paralizar las gestiones iniciadas. Después de un período de desorientación, Garachico pone a disposición de la Comandancia Provincial parte del edificio finalizado, cuya amplitud permite la concordancia de ambos servicios. Las condicio­nes son inmejorables por lo que la autoridad pertinente se decidió por Garachico, desestimando otras propuestas por inviables.

Así, en marzo de 1986 llegan los nuevos números, acompañados de sus familiares.

El Ayuntamiento ofrece una recepción a los nuevos inquilinos, que van a comenzar una nueva andadura. Hubo discursos alusivos, palabras de bienvenida, buenos deseos, ofrecimientos recíprocos. Pronto se comienza la tarea encomendada, que habría de tener un amplio radio de acción: entre Puerto de la Cruz y Buenavista, por el Norte; hasta Guía de Isora, por el Sur. La presencia de la Guardia Civil de Tráfico en Garachico ha venido a significar una eficaz ayuda para hacer más fluida la circula­ción de vehículos en la amplia comarca en la que desarrolla su actividad, colaborando eficazmente para la evitación de situaciones conflictivas y en favor de la seguridad vial en la zona geográfica que tiene por centro a Ga­rachico. (Carlos Acosta García, 1994:515  y ss.)


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