lunes, 23 de enero de 2012

ALZAMIENTOS, MOTINES Y REPRESIÓN EN CANARIAS


         ALZAMIENTOS, MOTINES Y REPRESIÓN EN CANARIAS

Eduardo Pedro García Rodríguez

Después de finalizada la invasión y conquista de las diferentes islas, el sometimiento de los vencidos no fue total tal como los conquistadores hubiesen deseado, produciéndose en diferentes épocas y por distintas causas alzamientos contra el férreo gobierno que mantenían los estamentos dominantes en las islas y que, con diferentes métodos continúan manteniendo.

Durante los alzamientos y motines protagonizados por el sufrido pueblo Canario, los poderes dominantes no han dudado un ápice en emplear los métodos represivos más inhumanos, sanguinarios y desproporcionados. Desde pasar a cuchillo a poblaciones enteras, colgar masivamente en murallas y  plazas, extrañar y condenar a galeras, hasta las prácticas relativamente recientes de arrojar a los detenidos al mar introducidos en sacos, atados de píes y manos y con un peso añadido (Pandullo) para asegurar el hundimiento del condenado, o arrojarlos a profundas cimas como la de Jinamar en Tamaránt (Gran Canaria) la injusta represión llevada a cavo en esta colonia por el caciquismo y sus esbirros alcanzó tal magnitud que incluso escandalizó a la “sufrida” y “perseguida” iglesia católica una ves que ésta estuvo bien asentada con el poder, veamos una carta súplica dirigida al General Franco por el Obispo de Canaria, Antonio Pildain y Zapiain, rogando la conmutación de la pena de muerte al patriota Juan García Suárez “El Corredera”, la cual dice textualmente:

“Excelentísimo Señor don Francisco Franco Bahamonde, Jefe del Estado Español.

Excelentísimo Señor: Yo, Antonio Pildain y Zapiain, obispo de la diócesis apostólica de Las Palmas, me veo en la obligación, como pastor de almas y padre espiritual de los canarios, de pedirle la conmutación de la pena capital de Juan García Suárez, condenado a muerte en un consejo de guerra celebrado en esta plaza. Esta muerte sería muy mal vista en Canarias, donde no pasó nada, puesto que todas las barbaridades que aquí se cometieron fue por parte de los nacionales y no de los republicanos. No quisiera ahondar mucho en el tema y recordarle a V.E. todo lo que ocurrió en esta isla, y especialmente en la sima del Jinamar, donde murieron miles de personas.” 

También son mudos testigos de estos horrendos crímenes los profundos  pozos naturales como en Las Cañadas del Teide, donde eran arrojados  de manera masiva, o enterrarlos en los montes, estas han sido algunas de las fórmulas represivas sufridas por los canarios. Sin que entremos a reseñar los diferentes métodos de tortura empleados en sus cuarteles por las denominadas fuerzas de seguridad del Estado Español en Canarias, entre las que era frecuente introducir las cabezas de los interrogados en unas bañeras donde se depositaban los orines y excrementos de los cuarteles.

Vamos a dar un breve repaso a algunos de los alzamientos y motines que han tenidos lugar en el transcurso de nuestra historia colonial, los cuales narraremos en la forma más breve posible para no aburrir al posible lector y, para no extendernos en exceso en unos hechos que, aunque son conocidos ya que han venido jalonando nuestra historia reciente, han sido poco divulgados, y que, en todo caso, son prácticamente desconocidos por las generaciones actuales.

Año 1475: Después de dos días de movimiento popular contra la tiranía de los asesinos Diego García de Herrera e Inés Peraza, liderado por el joven Juan Mayor, el lunes 20 de agosto, se reúnen gran número de vecinos ante escribano, y dan extenso poderes a Juan Mayor y Juan de Armas (canarios) para que, pasando a la Corte, expusieran las quejas de los vecinos contra el señorío de Diego de Herrera, un tirano sin fe ni ley, despótico, vengativo, concusionario y, expoliador ávido de rapiña y posible hijo putativo. Con el poder redactaron un amplio dossier en el que exponían los agravios y ofensas sin cuento que los vecinos de Lanzarote venían recibiendo por parte del despótico Digo de Herrera, al tiempo que se declaraban fieles y respetuosos súbditos de la monarquía.  Los mensajeros, fueron despachados, y con facultad para negociar hasta la suma de 15.000 maravedises, para los gastos de litigio garantizados por los principales sublevados.

Los emisarios llegaron a España, pero enterado previamente de su llegada, Pedro García de Herrera, primogénito de Diego de Herrera, los izo seguir por cuatro forajidos de su confianza los cuales una jornada antes de llegar a Córdoba, los asaltaron, robándoles los documentos y secuestrándolos los mantuvieron encerrados hasta que la reina enterada del asunto ordenó ponerles en libertad. Mientras tanto, en Lanzarote  Diego de Herrera y su mujer continuaban atrincherados en su casa fuerte auxiliados por unos cuantos vasallos que les permanecían fieles. Casualmente en diciembre de 1476, aportó una carabela portuguesa y los vecinos que continuaban formados en consejo, decidieron embargarla fundándose en la guerra que mantenía la corona de Portugal con la de Castilla. Herrera creyó oportuno aprovechar la ocasión para vengarse de sus enemigos y tratar de recuperar parte de su poder y envió secretamente a su hijo Fernán Peraza a negociar con el capitán de carabela la ayuda  de éste y la de los marineros, a cambio de una buena recompensa si conseguían con la tripulación y los pocos soldados que le habían permanecido fieles, detener a los principales vecinos sublevados.

Después de conseguir liberar a la tripulación portuguesa, estas en unión de las tropas de Herrera consiguen tomar por asalto La Villa de Teguise,  eligiendo a doce vecinos de los más significados, y sin ningún tipo de juicio inmediatamente hace ahorcar a seis de ellos, confiscando los bienes de todos  los detenidos con los cuales pagó a los lusitanos. Los restantes seis vecinos que esperaban su turno en los calabozos para correr la misma suerte, pudieron escapar de la prisión embarcándose en una nao española que afortunadamente se encontraba en la rada, éstos vecino eran Pedro y Juan de Aday, Juan Ramos, Francisco García y Bartolomé Heneto. La reina enterada de los excesos del sanguinario Herrera, expidió una carta de seguro a favor de los perseguidos isleños. Herrera y su mujer fueron llamados a la Corte, y mientras se dilucidaba el derecho de Inés Peraza al señorío de las islas ya conquistadas, le concedió Real  facultad para crear mayorazgo en las personas de sus hijos sobre los bienes y vasallos que poseía en las islas Canarias. Pero como entre truhanes anda el juego, la reina aprovecha la ocasión para hacerse con los “derechos” de conquista sobre las islas de Chinech (Tenerife), Benahuare (La Palma) y Tamaránt (Gran Canaria), a cambio de pasar por alto los desmanes de Herrera y su mujer, cinco cuentos de maravedises y el título de Conde de La Gomera, capitulaciones que fueron firmadas en Sevilla, ante el escribano Bartolomé Sánchez de Porras, el 15 de octubre de 1477. Una ve más, los intereses de los poderosos predominan sobre la justicia y  libertad de los pueblos.

En cuanto a los sobrevivientes a las iras de Herrera, debieron tener algún tipo de protección por parte de la Corona castellana, pues vemos a algunos de ellos tomando parte activa en la conquista de las islas de Tamaránt (Gran Canaria), Benahuare (La Palma) y Chinech (Tenerife), e incluso los Aday recibieron datas en El Valle de Güímar, y en Heneto.

Año 1487: Muerto el Señor consorte de las Canarias, García de Herrera el 22 de junio de 1485, en su casa fuerte de Ventancuria, la viuda distribuye la herencia entre sus hijos, desheredando al primogénito Pedro García de Herrera  por ser distraído, el segundo Sancho de Herrera, obtuvo cinco dozavas partes en las rentas y producto de Lanzarote y Fuerteventura, con la propiedad de los islotes de Alegranza, Graciosa, Lobos y Santa Clara; doña María de Ayala recibió cuatro dozavos en aquellas mismas dos islas y doña Constanza los tres dozavas partes restantes. Fernán Peraza, hijo mimado por su madre heredó por mejora de ella las islas de La Gomera y el Hierro, en cuya posesión estaba cuando  la conquista de Canaria.

Las continuas tropelías, exacciones y vida licenciosa llevada por el joven y pervertido Fernán Peraza, que las quejas llegaron al trono de España, mandado a llamar a la Corte por la Reina Isabel y, oídos los cargos que pesaban sobre el libertino por la venta como esclavos a doscientos de sus súbditos gomeros, con la connivencia de unos patrones de Naos de San Lucar de Barrameda, la Reina, como era habitual en ella arrimó la braza para su sardina, y castigó al disoluto Fernán Peraza a casarse con la ninfomana Beatriz de Bobadilla, quien era dama del afecto del Rey Fernando. ”Matando así dos pájaros de un tiro”.

Retornado Fernán Peraza a su feudo de La Gomera, en compañía de su flamante y Cristiana esposa, fortalecido por haber salido airoso de su pleito en la Corte, la que además de por la razones anteriormente expuestas, necesitaba mantener buenas relaciones con los señores de las islas, para sus fines de conquista  de las denominadas islas realengas, futura base de abastecimiento para las empresas de saqueo en América, y punto de apoyo para la extracción de esclavos en el continente, y aún en las propias islas. Comenzó de nuevo a dar riendas a sus pasiones, exigiendo de sus vasallos crecidos tributos y alcabalas y, creando nuevos tributos que ni el uso autorizaba ni aquellos desgraciados gomeros podían soportar para sastifácer a su despiadado señor en sus dispendiosos gastos y locas prodigalidades.

La tiránica actitud de Fernán Peraza, terminó por colmar la paciencia del pacífico pueblo gomero, produciéndose un alzamiento generalizado en toda la isla. Peraza y su mujer en la isla quien los defendiese, y custodiado por una guardia de lanzaroteño que estaban  a su servicio se encerraron en la torre o fortaleza que está situada en la llanura de San Sebastián, y allí se defendieron algunos días de los ataques de los gomeros, que los tenían sitiados, con deseo de vengar los agravios de era victimas.

Viendo Fernán Peraza, que le era imposible sostener aquella situación por mucho tiempo, encontró el medio de enviar un mensaje a su madre residente en Lanzarote solicitando ayuda contra los sublevados. Al recibir el mensaje Inés Peraza, reunió a algunas tropas con las que contaba en aquel momento y en dos carabelas y algunos barquichuelos que estaban en la rada las envió al Real de Las Palmas con una carta dirigida a Pedro de Vera, solicitándole ayuda para su hijo, en virtud de los pactos que mantenía con la Corona, rogándole tomase el mando de las tropas y barcos, y se dirigiese a La Gomera para castigar la insolencia de aquel rebelde pueblo. Vera que por esos días estaba inactivo en el Real, sin poder saciar su permanente sed de sangre, recibió la invitación como caída de su cielo personal, aceptó con placer la invitación que se le dirigía, uniendo a los soldados lanzaroteño algunos españoles y canarios y embarcó para San Sebastián, llegando a tiempo de evitar la rendición de Peraza y los suyos, quienes acuciados por el hambre y la sed, estaban a punto de entregarse a los sitiadores.

Los sitiadores al ver la llegada de la flotilla comandada por Vera, al prever que en ella venía gran cantidad de tropas de la Hermandad de Sevilla, (Tropas de mercenarios equivalentes a la Legión Extranjera de nuestros días) decidieron  una retirada estratégica, hacía los sitios más escarpados de la isla.

El General Vera desembarco tranquilamente, sabiéndose dueño de la situación, siendo recibido como un salvador por Hernán Peraza y su candorosa esposa, que se apresuraron a obsequiarle con esplendorosos banquetes y festejos, mientras que escuadrones de canarios perseguían a los gomeros huidos por los agrestes montes de la isla, apresando indistintamente tanto a sublevados como a inocentes, en cantidad de más de doscientos, entre hombres mujeres y niños, los cuales fueron embarcados por Vera hacía Canaria, y posteriormente para España, donde fueron vendidos como esclavos, de esta manera  cobro Vera los gastos de la expedición en ayuda de Peraza.

La experiencia vivida no le sirvió a aquel mancebo soberbio y rencoroso para modificar su actitud hacía sus indefensos vasallos. Cuando se consideró seguro en su dictatorial gobierno de la isla, volvió a repetir con más crudeza si cabe, sus actos de despotismo, de arbitrarias rapacidades y de  ruines venganzas. Arrastrado por sus vicios y no contento con su mujer,  violaba a cuantas jóvenes destacaban en la isla por su gentileza y hermosura. Entre éstas destacaba una llamada Iballa, que habitaba en guahedún en unas cuevas del mismo nombre, la cual Peraza quería hacer victima de sus livindosos deseos. El viejo Pablo Hupalupu, hombre mascota y adivino, al que tenían por favorecido de espíritus superiores, advertido de la ofensa que el tirano meditaba convocó a sus parientes y amigos más próximos en un islote cerca de Tagualache, que después sería conocido por La Baja del secreto, y acordaron poner los medios necesarios para impedir este nuevo ultraje.

Puestos de acuerdo lo conjurados con Iballa, decidieron que esta diera una cita al fogoso Peraza, en la cueva de Guahedún donde le recibiría acompañada de una vieja parienta que estaba en el secreto y, a una señal convenida apresarían al tirano. Hernán Peraza, no tardó en acudir a la llamada de la bella Iballa, haciéndose acompañar de un paje y un escudero, sin sospechar de la celada que se le preparaba, entró solo encueva, en cuanto traspasó la puerta de ésta, comenzaron a oírse unos silbidos en los alrededores siendo esta la señal de los conjurados para pasar a la acción. Inmediatamente cercaron la colina donde se ubica la cueva y, deteniendo al paje y al escudero, creyeron asegurada su venganza. Iballa para disipar cualquier sospecha de su complicidad en el acto, instó al tirano a que se disfrazara de mujer y huyera antes de que sus parientes llegaran a la cueva. Ante la imprevista sorpresa, turbado por la situación el galán acepto ponerse unas sayas y una toca; pero la vieja, que seguía los acontecimientos gritó a los suyos: «Ese es, prendedle». Peraza que la oyó, retrocedió y despojándose de las ropas femeninas, tomó la adarga y sacando su espada se adelantó con animo decidido hacía los asaltantes. En lo alto de la cueva estaba apostado un pariente de Iballa llamado Pedro Hautacuperche, quien al ver salir a Peraza le arrojó su banot con tal fuerza y puntería que le atravesó el pecho matándolo en el acto. Al verle caer los sublevados ajusticiaron también al paje y al escudero, fieles servidores de los desmanes de su señor. Al ver consumada su venganza, los sublevados gritaron «Ya se quebró el gánigo de Guahedún» aludiendo a que con aquel acto, quedaba roto cualquier pacto que hubieran mantenido con la casa de Peraza, pactos que acostumbraba sellar bebiendo leche de un  gánigo.

Enterada del suceso Beatriz de Bobadilla se encerró con sus hijos y algunos servidores fieles en la torre, no sin antes despachar un barca a Gran Canaria en demanda de nueva ayuda al gobernador Pedro de Vera. Mientras los gomeros deseando reconquistar totalmente su independencia pusieron cerco a la torre dirigidos por Hautacuperche, éste dio pruebas de un valor sin cuento en el asalto a la torre, recogiendo en el aire las saetas que desde las troneras les disparaban los defensores, precisamente uno de estos alardes fue aprovechado por dos de los defensores, mientras uno amagaba con disparar, otro situado en un nivel más bajo le atravesó el pecho con un dardo, cayendo así el héroe gomero. 

Pedro de Vera teniendo en cuenta lo rentable de su anterior intervención a favor de los Peraza, y conociendo bien la ruta a La Gomera, preparó concienzudamente la expedición genocida y de saqueo. Llevaba consigo cuatrocientos hombres mercenarios veteranos de “”La Santa Hermandad”” de Sevilla que gozaban de justa fama por despiadados y sanguinarios insaciables. Dos meses después del ajusticiamiento de Hernán Peraza, que había tenido lugar en noviembre de 1487, Pedro de Vera desembarca en San Sebastián al frente de sus feroces tropas. Los gomeros atrincherados en los lugares más inaccesibles de la isla hacían frente a los continuos ataques de los españoles causándoles numerosas bajas. Vera, ante los pocos avances que conseguía en la operación de castigo que se había prometido tan fácil como la llevada a cabo anteriormente,  desesperaba en su campamento, por ello, optó por recurrir una vez más al engaño, conociendo la bondad y credulidad de los isleños, ideo un ardid propio del canalla que era. Pretextado la celebración de unas exequias por el difunto Hernán Peraza, mando a pregonar al son de trompetas y tambores, anunciando que aquellos isleños que no concurriesen serían considerados como autores o cómplices del ajusticiamiento. Engañados por el pregón, muchos gomeros que no estaban comprometidos con el alzamiento acudieron a la iglesia el día señalado por el pérfido Vera. Una compacta multitud de mujeres, hombres y niños, con el afán de probar su inocencia, se dirigieron a la villa y según se iban acercando al templo el general los acorralaba en lugar apartado y cuando juzgó inútil todo disimulo, los declaró prisioneros, sin oír sus justas protestas ni sentir el menor remordimiento por su criminal acción.

Tan pronto Vera tubo a los desgraciados y estupefacto gomeros, desarmado y a su alcance, condeno a muerte a los varones mayores de quince años procedentes de los distritos de Orone y Agana, y, a fin de que la ejecución fuese más rápida y ejemplar, a los que no ahorcaba o pasaba a cuchillo los colocaba en lanchas, y atados los brazos a la espalda, los echaba al mar en sitios bastante alejados de la costa. Las mujeres y los niños fueron vendidos en España, y algunos que habían conseguido ser desterrados a Lanzarote, el patrón del navío que los llevaba llamado Alonso de Cota, los arrojó en alta mar siguiendo las ordenes de Vera.

Este horrible genocidio, para mayor escarnio, tuvo su simulacro de juicio en La Gomera, por el cual Pedro de Vera aprovechó para continuar su orgía de sangre, implicando en el alzamiento a los gomero que residían en Gran Canaria, en declaraciones arrancadas a los desgraciados que sometió a horribles torturas. De regreso a Las Palmas el feroz genocida, hizo prender en una noche a todas las familias gomera que moraban en la isla condenando a muerte a los hombres y a perpetua esclavitud a las mujeres y niños. La hecatombe fue de tal magnitud que obligó a intervenir al obispo Fr. Miguel de la Serna, con lo cual consiguió que Vera acelerara la muerte de los desdichados, además de recibir la promesa de Vera de que si no cesaba en sus protestas le podría en la cabeza un casco calentado al rojo vivo.

Cuando Vera dejó la gobernación de Gran Canaria, en diciembre de 1489, fue recibido por los reyes de España con cariñosa solicitud y marcada benevolencia, a pesar de que tenían pleno conocimiento de los horribles crímenes cometidos por el carnicero, no solo no lo recriminaron, sino que lo destinaron a la tala de la Vega de Granada, y luego en el sitio de la ciudad. Con actitud tomada por los monarcas quedó en entredicho la supuesta política proteccionista de los reyes católicos hacía los canarios.

El Obispo de Canarias al ver mermado de manera alarmante el número de sus ciervos y por consiguiente sus diezmos, por acción depredadora de Pedro de Vera y Beatriz de Bobadilla, interpone recurso antela corona alegando que los gomeros vendidos tanto por Pedro de Vera y sus factores como por Beatriz de Bobadilla, eran cristianos, por lo cual no podían ser vendidos.

 Por tanto, el Obispo exigió la intervención de la corona a favor de los esclavizados gomeros, ésta que tenía entre manos los planes para la invasión y saqueo de América, además del continente y, por consiguiente era vital el mantener las cordiales relaciones que hasta el momento sostenía con el Pontífice Romano, verdadero árbitro en la distribución de las nuevas tierras a esquilmar y por las que litigaban las coronas de Castilla y Portugal,  accedió a los requerimientos del obispo, ordenando la puesta en libertad y regreso a las islas de los esclavos gomeros vendidos por Pedro de Vera y Beatriz de Bobadilla. Como la situación creada no era fácil de resolver mediante un decreto, la mayoría de los desdichados gomeros tuvieron. Los que tuvieron la oportunidad de regresar a su patria, tuvieron que pasar por una serie de vicisitudes de las cuales nos ocuparemos en el capitulo correspondiente.

Año 1492: Alonso Fernández de Lugo y sus tropas de mercenarios y excarcelados, desembarcan en el puerto de Tazacorte. Después de emplear las argucias menos heterodoxas que imaginarse pueda, y tras algunas escaramuzas con los cantones que se habían preparado para la defensa, consigue con engaños y en un acto de traición, sorprender a Tanausú y sus guerreros en la entrada de la Caldera de Taburiente. A partir de este momento, comenzó el saqueo inmisericorde de la isla capturando y esclavizando a los nativos tanto de los bandos guerra como de paces, los cuales fueron remitidos a los mercados esclavistas de España, conjuntamente con las pieles de los ganados depredados, orchilla y demás despojos. Con el botín enviado a España y formando parte del mismo, iba el valeroso caudillo palmero Tanausú, quien prefirió dejarse morir de hambre antes que llevar una vida de esclavo, protagonizando así la primera huelga de hambre que tubo lugar en Canarias.

Dada por sometida la isla, el esclavista Fernández de Lugo, reparte el dominio de las tierras y aguas despojadas entre los mercenarios que le acompañaron en la aventura y entre los mercaderes que le financiaron la operación. Dejando un presidio de guarnición y un gobernador, regresa a España para dar cuenta a los reyes católicos de los resultados de tan “gloriosa victoria”, y solicitar las capitulaciones para la conquista de la isla de Tenerife.

Los continuos desmanes que los conquistadores que quedaron en la isla, cometían en los atribulados palmeros, acabaron por agotar la proverbial paciencia de éstos, quienes decidieron alzarse contra el férreo gobierno de los extranjeros. Estando Lugo, enfrascado en la invasión de la isla de Tenerife, recibió noticias de la rebelión de los benahoritas y no queriendo ausentarse de esta isla, envío como su lugar teniente a la de La Palma (Benahuare) a  Diego Rodríguez de Talavera con una partida de treinta mercenarios. Llegados a la isla reunieron a un contingente de palmeros de los bandos de paces y con el resto de la guarnición, inició una operación de castigo, consiguiendo reducir a los alzados más que por las armas, por la argucia y engaños. Una ves cautivos, Talavera ejecuto ejemplar y “cristiana justicia” en los por segunda ves vencidos palmeros, pasándolos a cuchillo, ahorcándolos y, mandándolos vivos a la pira.

 La conflictividad social en las islas Canarias, ha sido una constante durante más de cinco siglos de opresión de un sector minoritario, pero pudiente de la población, sobre el resto de la misma. El sector más desprotegido, se vio siempre sometido, primero con la esclavitud, después por una situación de vasallaje, y posteriormente, obligados a sobrevivir bajo las férreas estructuras Caciquiles, las cuales no escatimaban – ni escatiman-medios para dominar todos los medios productivos del país.

       Todo ello motivó que en diversas épocas el pueblo se amotinase a pesar del pesado yugo que les tenían- y tienen puesto - en el cuello las estructuras dominantes.  Por ser sobradamente conocidos los alzamientos y motines que como consecuencia de las situaciones reseñadas, nos limitaremos a dar una nota cronológica de los mismos, evitando así al posible lector, un motivo más de aburrimiento al ojear estas páginas.

Año 1649: Una de las primeras medidas tomadas por los ediles del recién estrenado Ayuntamiento de La Orotava (villa exenta de La Laguna, noviembre de 1648) fue decretar la roturación de las tierras de las dehesas en Las Caletas del puerto, naturalmente en beneficio los propio regidores. Esta usurpación provocó una reacción popular en contra de tan injusta medida, pues con ella se privaba de los medios de subsistencia de una parte importante de la población. La justa sublevación popular se saldó con varios muertos y decenas de heridos provocados por las fuerzas de represión empleadas por  la oligarquía contra los desposeídos. En enero de 1649 el pueblo se subleva y un contingente de 600 hombres arrasan las tierras de la dehesa que ya habían sido sembradas, la situación se prolongó derivando en un sin fin de pleitos, arrestos y torturas, hasta que Felipe IV confirma el expolio de las tierras a los pobres campesinos en abril 1651.

    Año 1655. Como consecuencia de las epidemias sufridas, las muertes habían sido considerables, por lo que los campos de cultivo estaban prácticamente abandonados. En esta tesitura se encontraban las islas cuando el rey de España, ordena una leva en la colonia para incrementar sus tercios con destino a Flandes. Ante la desolada situación de las islas, el Cabildo de Tenerife interpone súplica ante el capitán general A. Dávila, rogando la suspensión de la misma, pidiendo que se realice con carácter voluntario, a lo que se niega el general. Este ordena a los capitanes que apresen cada uno a 8 hombres. Al punto los hombres jóvenes imitando a sus antepasados se alzan a los montes, escondiéndose en cuevas del interior. A pesar del alzamiento las tropas de ocupación consiguen apresar y encarcelar a 1.200 hombres, ayudadas por la burguesía local la cual estaba exenta de la leva forzosa amparada por sus privilegios, con lo que sus hijos quedaban libres de esta imposición, mostrando así a la corona española, la fidelidad debida a cambio de sus privilegios. Enterado Felipe IV de la deplorable situación porque atravesaban las islas ordena suspender la leva, aún así, son enviados de manera forzada 700 de los desgraciados que habían sido encarcelados.

    Año 1665: La casa Soler, pretende apoderarse del pueblo de Vilaflor, argumentado que se encontraba dentro de las tierras del mayorazgo, actitud que provocó el alzamiento del pueblo y parte de la comarca.

    Año 1666: Garachico-Tenerife. Algunos comerciantes ingleses crean una  compañía para monopolizar el comercio del vino con Inglaterra.

Año 1668: La Laguna-Tenerife. Algunos terratenientes intentan exportar granos, habiendo hambruna en la isla.

Año 1696: Chasna.Vilaflor-Tenerife. Oposición a las pretensiones de  la casa Soler, que intenta apoderarse de las tierras baldías, incorporándolas al Mayorazgo.

Año 1699: Gomera. Alzamiento de los pobladores contra los señores de la isla, en un intento de liberarse de la opresión señorial.

Año 1711: La Laguna-Tenerife. Se intenta exportar granos en año de extrema necesidad.

Año 1714: Isla de Lanzarote. Alzamiento de los vecinos al ser encarcelado  el síndico personero de la isla por ordenes del visitador de la Audiencia don Saturnino Daoix,

Año1715: Icod-Tenerife. El Alcalde real, con manifiesto abuso de poder registra varias casas de los vecinos.

Año1718 : Isla de Tenerife. Por los abusos de un juez español costó la vida de un factor.

Año 1718: La Orotava-Tenerife. Los poderosos intentan usurpar las tierras comunales de las dehesas.

Año 1718: Isla de Lanzarote. El Almojarife Lázaro Machín, intenta implantar la aduana,  el pueblo se rebela.

Año 1718: Valverde-Hierro.  Por la supresión del derecho de quintos e implantación de la Aduana.

Año 1718: Agüimes-G. Canaria. Alzamientos de los vecinos y las milicias  ante la pretensión del sargento mayor la isla Francisco Amoreto, de comprar con  métodos no muy ortodoxos las tierras de Sardina y Llano del Polvo, y intentar  “anexionarse” otras realengas.

Año1718: Teguise-Lanzarote. Resistencia de algunos regidores a la actuación del oidor de la Audiencia don Fernando Morrondo.

Año1719: Moya-G. Canaria. El vecindario desea expulsar,  al teniente de cura y al mayordomo, por estar  descontentos con los mismos.

Año1719: Tirajana-G. Canaria. El pueblo se alza contra el alcalde  de aguas Fernando Quevedo, por los abusos cometidos en los vecinos.

Año 1720: Teguise-Lanzarote. Al intentar imponer la Aduana el almojarife Manzaneda, el pueblo se rebela contra el gobernador  de la isla.                                         

Año:1720: Betancuria-Fuerteventura. Como consecuencia de la terrible hambruna que padecen los vecinos, estos deciden secuestrar el arca de quintos (los fondos de los impuestos).

Año 1720: Santa Cruz de Tenerife. El pueblo de Santa Cruz se alza contra  las arbitrariedades del intente Cevallos y su mujer, alentado el motín de manera indirecta,  por el capitán general, quien después  mandó a colgar de las almenas del castillo  de S. Cristóbal a varios de los   amotinados  y condenó a otros a galeras. Según fuentes españolistas este fue uno de los mejores capitanes generales que la metrópoli mandó a esta colonia.

Año 1720: La Vega-G. Canaria. El alcalde real y regidor perpetuo don Blas Carvajal, extorsionaba y injuriaba continuamente a los vecinos, a quienes además acosaba  con multas injustas, situación que motivó el amotinamiento.


Año 1721: Teror-G. Canaria. Los aguamangantes deciden usurpar  el agua del heredamiento de Tenoya,

Año 1722: La Aldea-Canaria. La actuación arbitraria de los  administradores del Marqués de Villanueva del Prado causan el amotinamiento de los vecinos.

Año1723: Telde-G. Canaria. Las multas y extorsiones impuestas por el alcalde real, propicia el alzamiento de los teldenses.

Año 1724: Guia-G. Canaria. Los moradores salen en defensa del alcalde, ante las diligencias practicadas contra este por el teniente corregidor don Juan Acedo.

Año1724: La Vega-G. Canaria. El sobre guarda del Monte Lentiscal, trata de impedir el aprovechamiento comunal.

Año 1734: Teror-G. Canaria.  Los vecinos se ven obligados a defender  sus derechos de riego con el agua de la  acequia de los Llanos de Teror.

Año 1736: Isla de Fuerteventura. Ante los continuos desfalcos que venía cometiendo el alcalde de la isla, los vecinos se amotinan para expulsarlo.

Año1742: Los Silos-Tenerife. La ocupación por parte de los terratenientes de terrenos comunales dedicados a  canteras y dehesas.

Año 1744: Isla de La Gomera. Los Gomeros se alzan contra una  vez más contra el régimen señorial.

Año 1744: La Vega-G. Canaria.   Los vecinos se alzan contra el alcalde  y regidor perpetuo don Juan de Meneses.

Año 1750: Telde-G. Canaria. Ante el intento de saca (exportar) millo en época de extrema escasez.

Año1750: Teror-G. Canaria. El pueblo se amotina ante el intento de  los herederos de Tenoya de romper las acequias y abercones.

Año 1751: Guía-G. Canaria. Contra los alcaldes de agua que iban  a registrar las acequias de los altos de Guía.

Año 1751:Guía-G. Canaria. Por las pretensiones del corregidor  Núñez de Arce de cobrar derechos por su visita.

Año 1752: Tejeda-G. Canaria. Los vecinos se amotinan por los continuos  abusos del alcalde don Sebastián Cabrera, al que estuvieron a punto de ejecutar.

Año 1762:   San Sebastián-Gomera. El pueblo sigue luchando contra el régimen señorial y contra la imposición de aduanas.

Año 1766: Telde-G. Canaria. Los vecinos se niegan a pagar la renta de almotacenazgo.

Año 1769: Teror-G. Canaria. Se crean graves conflictos sociales ante la entrega a los terratenientes de las tierras de la data de la Virgen, en la Montaña de Doramas.

Año1769: Gáldar-G. Canaria.Los vecinos se niega a pagar los impuestos sobre sitios realengos.

Año 1769: Haría-Fuerteventura. El pueblo se niega a recibir como párroco,  a fray Ignacio Ruiz.

Año 1770:S. Bartolomé-G. Canaria. Por la quema de un bardo, propiedad de  don Francisco Guerra de Yagabo.

Año 1771:Guía-G. Canaria. Amotinamiento por la roturación de  la Montaña de Guía y el encarcelamiento de algunos vecinos, que protestaron.
                                                                

Año 1772: La Esperanza-Tenerife. El poseedor del Mayorazgo de Coronado pretende apoderarse de las tierras de los Montes de La Esperanza.

Año 1772: La Aldea-G. Canaria. Los terratenientes proceden a la roturación  de tierras realengas.

Año 1775: Fasnia-Tenerife. Los vecinos exigen la puesta en libertad de los presos.

Año 1777: La Aldea-Tejeda-Artenara. La roturación de las tierras realengas por  parte de los poderosos provoca el amotinamiento de los vecinos de estos pueblos.

Año 1780: Arucas-G. Canaria. Se ignora el motivo que dio lugar al  amotinamiento. Posiblemente un asunto de tierras o aguas.

Año 1780: Gáldar-G. Canaria. Los campesinos se niegan a pagar  los censos impuestos sobre el agua de barranco Hondo.

Año1784: Maso. Is. La Palma. Conflicto suscitado por el reparto  de la dehesa de El Mocanal.

Año 1786: La Aldea-G. Canaria. Por negarse el Marqués de Villanueva  del Prado a pagar la mitad de los frutos de los terrenos de su propiedad.

Año 1786: Vilaflor-Chasna.Tfe. Los vecinos proceden al derribo  de las cercas levantadas por Chirino, Marqués de la Fuente de Las Palmas,  en su intento de apropiarse de las tierras baldías.

Año 1789: Gáldar-G. Canaria. En tiempo de suma escasez los vecinos  intentan impedir el embarque de granos por el puerto de Gáldar.

Año 1789:  Conil-Lanzarote. Los vecinos intenta evitar el relevo  del gobernador de armas en la isla.

Año 1790: Arico-Tenerife.Los moradores se revelan ante la usurpación de los baldíos.

Año 1797: Las Palmas-G. Canaria. La escasez de grano desemboca en  un tumulto popular.

Año 1797:La Vega-G. Canaria. La retención de las aguas de la fuente de las higueras por parte de los vecinos de San Mateo y el Madroñal, provocó el conflicto.

Año 1797: Guía-G. Canaria. Conflictos motivados por la usurpación  de las aguas del heredamiento de las aguas de la Vega Mayor de Gáldar.

Año1799: Telde-G. Canaria. La escasez y precios desorbitados de los granos desembocaron en un conflicto.

Año 1799: Guía-G. Canaria. La prohibición de la entrada de ganados al Montaña de Doramas, fue causa de graves conflictos.

Año 1799: Tirajana-G. Canaria. Los vecinos se niegan a pagar las multas que le son impuestas por roturación de tierras.

Año 1800: Arucas-G. Canaria. Ante la escasez de granos en la zona, se intenta impedir la salida de partidas del mismo procedente del Mayorazgo de Arucas hacía Tenerife.

Año1808: Agïmes-G. Canaria. Las actuaciones del escribano Quintana, provoca la quejas de los vecinos.

Año 1808: La Aldea-G. Canaria. Conflictos suscitados por el reparto de las tierras del Marqués de Villanueva del Prado.

    
Año 1808: Teror-G. Canaria. Los vecinos protestan por la ruina de la Iglesia.


Año 1808: Moya-Guía.G. Canaria. El reparto de tierras en la Montaña  Doramas, provoca enfrentamientos.

Año1809: Gáldar-G. Canaria.  Aunque se ignora el motivo, es posible que estuviese que ver con la tierra.

Año 1809: Arrecife-Lanzarote.  Conflicto surgido por la enajenación de la isla de la Graciosa.

Año 1810: Guía-G. Canaria.  Los vecino se niegan a pagar las  multas impuestas por roturar tierras en la Montaña de Doramas.

Año 1810:  Puerto de La Cruz.Tfe. Alzamiento de los vecinos de la Orotava  por la usurpación de las dehesas.

Año 1810: Güímar-Tenerife.  Disturbios a causa de la manipulación de los votos en las elecciones municipales.

Año 1810: Arrecife-Lanzarote.El pueblo se niega a que don Lorenzo B.  Guerra, sea nombrado coronel de la isla.

Año 1812: Tacoronte-Tenerife.  El derribo de unas paredes para la ampliación de la plaza de la iglesia crea enfretamiento con los vecinos.

Año 1812: Agulo-La Gomera.   Protesta vecinal por la extracción de granos.

Año 1812: Guía-G. Canaria.   No hay constancia del motivo.

Año 1813: Arucas-G. Canaria.  Los vecinos se oponen a los mandatos  judiciales del alcalde.

Año 1814: Teror-G. Canaria. Se crean conflictos por los repartimientos  de tierras en la Montaña de Doramas, llevados a cabo por los Ayuntamientos de Guía y Moya.

Año 1814: Guía-Moya. G. Canaria. Protestas contra la data de don Cristóbal V. Mújica.

Año 1817: Valsequillo-G. Canaria.  Conflictos derivados de la usurpación  de las aguas de la Vega Mayor de Telde.

Año 1817: Tejeda y Artenara.G.Canaria.  Por la usurpación de las agua que bajan a la Aldea.

Año 1818:   Santa Lucía-G. Canaria. Usurpación del agua de la acequia real
del Ingenio.

Año 1820: Guía-G. Canaria. Las pretensiones de don Juan G. Jaque, comandante accidental del Regimiento de Guía, de que la 2ª compañía de éste  Regimiento pasase revista en Gáldar,  fue la causa del amotinamiento.

Año 1820: Ingenio-G. Canaria. Los vecinos se oponen al decreto  de 8 de junio de 1813 que, entre  otras cosas, manda a acotar y cercar  los predios particulares.

Año 1822: Santa Lucía-G. Canaria. Se promueven disturbios al impedirse enterramientos en el cementerio parroquial.

Año 1822: Teror-Arucas y Firgas. G.C. Motín suscitado por el reparto que el Ayuntamiento de Moya trataba de hacer la Montaña de Doramas.

Año 1822: Teror-Arucas y Firgas. G.C. Contra la data de don Juan Laguna y las roturaciones que se estaban haciendo la Montaña de Doramas.

Año 1823: Agüimes-Ingenio- G. Canaria. La imposición de un juez de Letras, del partido de Telde, cuyo sueldo deben pagar los   vecinos mediante contribuciones, dio lugar al alzamiento.

Año 1823: Pájara-Bentancuria. Fv. Los vecinos se niegan a pagar las contribuciones de exportación en la playa del jurado

Año 1826: Moya-G. Canaria.  Se niegan los vecinos al traslado  de la imagen de San José a la parroquia.

Año 1832: Las Palmas-G. Canaria.   Los ciudadanos  se manifiestan a favor de la constitución.

Año 1834: Las Palmas-G. Canaria.  A favor de la constitución.

Año 1836: Las Palmas-G. Canaria.  Los vecinos se movilizan contra los  destrozos ocasionados en los pinares de la isla.

Año 1837: Tejeda-G. Canaria.  Los vecinos se amotinan y expulsan  al párroco don Pedro González.

Año 1847: Tejeda-G. Canaria. Movimiento vecinal contra la usurpación  de las aguas que bajan a la Aldea. 

Enero de 2012.
Tomado de: www.elcanario.net 
                                                                                        

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